¡Teatro estrenos! Escrita
por Víctor Falcón, dirigida por Carlos Tolentino y protagonizada por los
destacados actores Humberto
Cavero, Attilia Boschetti, Montserrat Brugué, Trilce Cavero, Cheli Gonzales y
Francisco Cabrera, este 13 de febrero se estrena en el ICPNA de Miraflores la
obra "Japón".
Puesta en escena que toca
temas como la familia, el amor y la muerte, además de tener un nivel muy
profundo de poesía en sus diálogos. Precisamente para charlar al respecto,
buscamos al director Carlos Tolentino quien nos comenta que “en Japón los actores se
mueven constantemente en una realidad heterogénea en la que el movimiento
adquiere un enorme poder trasgresor. Nunca salen de escena como una posible
metáfora a su encierro existencial”.
Director Carlos Tolentino y el elenco de Japón
Víctor Falcón Castro, autor de Japón y el elenco
-Carlos, estas a punto
de estrenar Japón, obra de teatro original de Víctor Falcón Castro. ¿Cuéntanos
cómo surge este proyecto?
El deseo de interpretar un texto de Falcón, lo tenía
desde hacía ya algunos años. Y empleo el término interpretar ya que en el arte, la interpretación puede llegar a
tener un componente fuertemente subjetivo; la vivencia que expresa el autor en
la obra y la vivencia que se produce en el espectador en relación con la
objetividad de la obra, son esencialmente relativas. Soy un director que no
pone en escena sólo los conceptos del
autor, sino que evidencio mis muchas
posibles interpretaciones del mismo. Como decía el historiador italiano Carlo Ginzburg,
"Quien piensa que la realidad es sólo lo que se toca, no entiende
nada". Creo que la forma de realización de la comprensión es la
interpretación. Mi trabajo –mi interpretación-propone un lenguaje dialogado en la otra realidad, o para ser más preciso
usando una definición filosófica: en la búsqueda de otra hermenéutica.
-¿Cuáles fueron los
puntos, los temas de interés que te permitieron asumir la dirección de Japón?
Interpretar Japón me
ofreció una valiosa ocasión para profundizar mi investigación sobre el teatro urbano, iniciada en los años
ochenta con el Grupo de Teatro TELBA, con la obra “El que se fue a Barranco” de
Rafael León y Fedor Larco, hasta llegar a nuestros días con la puesta en escena
de obras peruanas como: “Azul resplandor” de Eduardo Adrianzén, la obra musical
“Jarana” de Nicolás Yerovi, “Hoy prometo no mentir” de Gonzalo Rodríguez Risco,
y la recientemente estrenada en Arequipa, “Cuatro historias de cama” de Eduardo
Adrianzén. En todas estas obras, y en el caso particular de Japón, existen
coincidencias y puntos de encuentro acerca de la familia como centro primigenio
del fortalecimiento o quiebre de la identidad, y donde el recuerdo de una
experiencia colectiva, es reinventado o recreado individualmente como una forma
de evasión frente a la muerte. Toda memoria es una elaboración sutil, muy
frágil y compleja, que combina recuerdo y olvido, en la que impactan los
traumas que vivimos y también la mentira y la desfiguración. Somos memoria o no
somos nada. Por eso los personajes de Japón se mueven entre la mentira y el
olvido, como una forma de pervivir en el tiempo y conservar su identidad.
-Podrías acercarnos a la
puesta en escena…
Me planteo poner en
escena la obra a partir de su deconstrucción.
Es decir, interpretarla alejándola
del realismo. Ya que de lo contrario, la puesta en escena tendería a ser
referencial, objetivista, comunicativa, y llevada a orientar al público a
decodificar y entender la ideología de la obra por sí misma. En cambio,
siguiendo su naturaleza de “teatralista” le permito al espectador comprometerse
con la obra de manera emocional. ¿Cómo provocar o devolverle al espectador su
capacidad de asombro? Posiblemente la belleza, es una de las cualidades del ser
que provoca asombro. De esta manera el espacio escénico constituye un mundo
ficcional al cotidiano que se presenta como sugestivo ideal para el marco del
absurdo.
-Amor, sumisión, culpa,
son algunos elementos que se tocan en la obra. ¿Cómo los traduces en escena?
Para mi, uno de los
atractivos más grandes que tiene la dramaturgia de Falcón, es que es un
magnífico ejemplo de teatro posdramatico.
Es decir, en este nuevo concepto teatral, el texto deja de ser el elemento
principal sobre el cual se estructura la obra, construyendo una relación no
representativa entre la palabra y el resto de los materiales que construyen la
escena, lo que da como resultado un espacio abierto a una constelación de
lenguajes sobre los que se construye un sistema de tensiones que funciona por
relaciones de contraste, oposición o complementariedad, resultando en un efecto
de fragmentación que cuestiona las ideas de unidad, totalidad, jerarquización o
coherencia. En Japón los actores se mueven constantemente en una realidad
heterogénea en la que el movimiento adquiere un enorme poder trasgresor. Nunca
salen de escena como una posible metáfora a su encierro existencial.
-Hay toda una abstracción
sobre el futuro visualizado desde un ángulo incierto, es decir, desde la
desilusión y la muerte… ¿Podrías hablarnos al respecto?
Puedo intentar dar una
respuesta con la letra de una canción que se escucha en escena “Je suis malade, parfaitement malade. Tu
m'as privée de tous mes chants. Tu m'as vidée de tous mes mots. Pourtant moi
j'avais du talent avant ta peau” (Estoy enferma, perfectamente enferma. Me
privaste de todas mis canciones. Me vaciaste de todas mis palabras. Sin embargo
yo tenía talento delante de tu piel.) Serge Lama -el autor de la letra-, en
1965 tuvo un grave accidente de coche, sobrevivió, y después de un sin fin de
operaciones y muchas horas de rehabilitación, tuvo que aprender a caminar de
nuevo a los 24 años. El dolor físico lo acompañará durante toda su vida,
grababa sus álbumes en una camilla o silla de ruedas, era y es muy difícil para
él estar de pie dos horas en el escenario, pero es un artista y cantar para él
es como respirar, es estar vivo. Para Serge Lama había un futuro que él creía
posible. Sin embargo el futuro tiene muchos nombres –decía Victor Hugo-. Para
los débiles es lo inalcanzable. Para los temerosos, lo desconocido. Para los
valientes es la oportunidad. En Japón
los personajes no tendrán futuro.
-Cuentas con un elenco
de primera línea. Personalidades como Humberto Cavero, Attilia, Montserrat, hasta los
jóvenes Trilce, Cheli,
Francisco. ¿Cuál es la importancia de contrastar
la experiencia con la juventud?
Si quieres ser grande te
toca jugar en las ligas mayores. En mi elenco son todos grandes, nacieron
grandes.(Risas). Con los actores con
los que me interesa trabajar no me importa tanto su experiencia, cuanto su
capacidad de arriesgarse, que consiste en seguir inventando el oficio del
actor.
-Japón te ha motivado a
poner en la banda sonora temas clásicos de Chopin y Schubert y no sólo, sino
además del compositor minimalista británico Max Richter, y de otro lado, Je t'aime, y Je suis malade de la belga, nacionalizada canadiense Lara Fabian.
Cuéntanos sobre este exquisito soundtrack escénico…
Dentro de la música
contemporánea conviven desde la música modernista (música académica creada
entre 1910 y 1975, aproximadamente), y también la música popular del llamado renaissance francés. Yo arquitecto las
emociones de mis espectáculos a partir de la música y de mis imágenes. Tal como
lo expresa Adolph Appia: “La música y la puesta en escena, así como el drama y
su representación no son separables”.