Sello editorial planea descentralizar sus ventas con el objetivo de llevar
sus libros a diferentes ciudades del país así como posicionarse en la región
Foto: Rosana López Cubas
Desde hace más de diez años el nicho de negocios referido a las editoriales
independientes locales crece y se fortalece. Si bien su vocación es
fundamentalmente artístico - literaria, apuntan a una rentabilidad sostenida y también cumplen un rol de vital importancia: fomentar, promover y dinamizar
la cultura en nuestro país a partir de la publicación de una serie de obras
literarias de escritores locales e internacionales, noveles y consagrados.
Es precisamente en esta coyuntura y motivados por su pasión por las letras,
las ilustraciones, el diseño, que hace cuatro meses irrumpió en este mercado
la editorial Pesopluma, dirigida por Paloma Reaño, Teo Pinzás, ambos editores,
y Carlos Vela, administrador de empresas. Así, la novel editorial inició sus
actividades con la reedición y publicación de Crónica de San Gabriel, primera
novela de Julio Ramón Ribeyro (Premio Nacional de Novela de 1960), para su
serie Crisálida, destinada a rescatar las primeras obras de autores clásicos.
Asimismo, y cumpliendo con su agenda de publicaciones, hace algunos días
Pesopluma presentó Antimateria - Gran Acelerador de Poemas, tercer poemario de
Tilsa Otta, y primer título de la serie Iceberg, dedicada a autores jóvenes.
Para charlar al respecto, Lima en Escena entrevistó a Paloma Reaño.
Foto: Pesopluma
-Pesopluma es el sello más joven del segmento editorial independiente
peruano. ¿Cuál es el principal desafío de este negocio que viene creciendo de
manera sostenida en el Perú?
-Ahora mismo, prolongar los beneficios tributarios que brinda la Ley del
Libro. Es importantísimo que se prorrogue esta ley, pues no solo permite
dinamizar la producción editorial sino porque es necesario que el Estado asuma
su papel en materia de cultura. Precisamente ahora se hace evidente la
invisibilidad del sector cultural en la política de los gobiernos y el desdén y
desconocimiento con que los funcionarios abordan estos temas. Precisamente la
lectura genera conocimiento y fomenta la libertad de pensamiento, por lo que no
debería ser relegada ni constantemente marginalizada, como viene siendo.
Las limitaciones de nuestras políticas culturales tienen consecuencias
directas en la ciudadanía, en la calidad de vida y el futuro no tan lejano del
país. Esto es fundamental y creo que debería llamar la atención de todos. Por
otro lado, un reto a menor escala, digamos, es dinamizar el sistema de
distribución convencional e involucrarnos más en este procedimiento. Es decir,
hacer uso de canales de venta no convencionales como por ejemplo las redes
sociales y nuestra página web.
-Frente al conglomerado de negocios similares, ¿cuál es la variante, el
plus de Pesopluma?
-Nos gustaría pensar en su presencia a nivel Latinoamericano. Estamos
trabajando en algunas alianzas para ello.
-Nada fácil si se toma en cuenta el posicionamiento de las grandes
editoriales. Las transnacionales digamos…
-Difícil pero no imposible. Una de nuestras metas a mediano plazo es
distribuir nuestros libros desde ciudades estratégicas para agilizar la llegada
internacional. Lo primero es lanzar nuestra página web, que estará lista prontísimo,
y, por supuesto, seguir trabajando de manera conjunta con las librerías,
lugares fundamentales para la visibilidad de la producción editorial.
Y aquí la
función de los libreros es clave. Nos gusta pensar en las librerías como
lugares de encuentro e intercambio, donde los lectores encuentren lo que van a
buscar pero también descubran nuevas curiosidades y se familiaricen con lo nuevo.
Entre ello, nuestro sello. Hoy llegamos a los lectores a través de las redes
sociales (hacemos delivery) y las principales librerías del país, algunas de
las cuales tienen sucursales en provincias.
Foto: Pesopluma
-A propósito de la distribución en provincias, ¿Pesopluma tiene planeado
incursionar en el mercado regional?
-¡Claro! Apostamos por la descentralización no solo como una manera de
potenciar el posicionamiento de la editorial, sino porque lo consideramos
necesario para articular el intercambio cultural en nuestro país. Así también
con las ferias nacionales.
-¿Los canales de comercialización de Pesopluma son viables para penetrar en
provincias?
- Sí. Al ser una editorial nueva, nosotros mismos decidimos involucrarnos
en el trabajo de distribución. La logística y los costos para llegar a algunos
puntos del país pueden tornarse complicados, pero es un reto que asumimos y en
el cual estamos trabajando ya que consideramos fundamental descentralizar el
acceso a nuestras publicaciones.
-¿Cuáles serían los puntos de venta en provincias?
-Hay diversos puntos de reunión de lectores, pueden ser cafés, casas
culturales, bibliotecas, universidades,
librerías locales, además de las distintas ferias del libro, las cuales tienen
asegurada nuestra presencia. Y claro, cada lector es un posible “burrier” que
puede llevar ejemplares a su lugar.
-¿Cómo les ha ido con su política de vender en el exterior?
- Lento pero seguro. Hoy estamos en la librería del Fondo de Cultura
Económica en el centro de Bogotá, también en Metales Pesados en Santiago de
Chile y pronto en Buenos Aires y Madrid. Por otro lado, con el próximo
lanzamiento de nuestra página web que incluye un canal de ventas virtual,
esperamos potenciar nuestra presencia internacional. Eso sin contar que Crónica de San Gabriel ha
tenido la suerte de acompañar a lectores por todo el mundo.
De hecho, la iniciativa Ribeyro Viajero en nuestro
Facebook ha funcionado muy bien. Los lectores y amigos han enviado sus fotos
desde Europa, Estados Unidos, México, Argentina, Chile, Costa Rica, Francia, Inglaterra,
Holanda… ¡hasta Grecia! Es satisfactorio que los lectores se involucren con el
proyecto y lo demuestren. Es un álbum divertido.
-Esta campaña es un nocaut (KO) con guante blanco a las grandes
editoriales…
- Solo hemos aprovechado la empatía que genera vender los libros nosotros
mismos. Pesopluma les cuenta a los lectores la aventura que significa hacer un
libro. Inversión, edición, diseño, publicación. Tienes en tus manos un libro
hecho con mucho cariño, con historias. Y parece que esta emoción es contagiosa.
-¿Qué nos puedes decir sobre el tema de la inversión?
- Somos tres miembros y todos aportamos tiempo y dinero en este proyecto
editorial. Teo Pinzás y yo somos
responsables del catálogo y los servicios editoriales para terceros, mientras
que Carlos Vela, el director comercial, proyecta la sostenibilidad financiera y
el crecimiento continuo de la empresa.
-¿Cómo les ha ido con Crónica de San Gabriel, la primera novela de Julio
Ramón Ribeyro?
-Como experiencia fue muy enriquecedora. Nos esmeramos en la presentación
del libro como objeto, o sea en la definición de su formato, el diseño de
portada, etc. Y la publicación fue bien recibida en el “año Ribeyro”, con lo
que pudimos planear nuestros siguientes lanzamientos a muy corto plazo. Por
ejemplo, la publicación de Antimateria en una edición de lujo. Recién tenemos
dos títulos, pero cada uno marca una serie. Para Crisálida, que propone
reediciones de primeras obras de autores ya consagrados, hemos definido un
material y un formato más bien clásico.
Para Iceberg, en cambio, por tratarse
de autores jóvenes, planteamos un diseño único acorde con el contenido. Cada
obra de esta serie determinará su propia materialidad. En Crisálida la
seducción está en el autor, pues se entiende que su obra guarda un sentido o
cierta coherencia, por lo que sus primeros cuadernos son fundamentales. Pero
por otro lado, con la serie Iceberg celebramos la irrupción del mundo que
provoca todo libro, sobre todo cuando su voz es joven o relativamente nueva.
-¿Qué líneas manejarán?
-Tenemos aterrizadas tres series: Crisálida, que publicará los primeros
cuadernos de escritores clásicos latinoamericanos; Iceberg, dedicado a autores
jóvenes; y Bitácora de Artista, para cómics, novelas gráficas y libros
ilustrados. Esta última serie abre con un libro de Amadeo González, reconocido
artista gráfico y muy amigo de la casa. Además, tenemos en línea dos
reediciones para Crisálida: los tres poemarios de Luis Hernández publicados en
vida, Orilla, Charlie Melnick y Las constelaciones, inhallables hoy en día en
librerías; y Symbol, de Roger Santiváñez, un libro que marcó la producción
poética de los años 90 con su lenguaje marginal y lumpen.
-Trabajar la primera novela de Julio Ramón Ribeyro, el último poemario de
Tilsa Otta y el nuevo libro del artista Amadeo González no está mal para el
catálogo de un joven sello…
-Estamos contentos con lo que hacemos, sí. La libertad para publicar lo que
nos gusta es invaluable.
-Finalmente qué nos puedes decir sobre el poemario Antimateria - Gran
Acelerador de Poemas, de Tilsa Otta
-Cualquier persona, sea lector de
poesía o no, va a disfrutar este viaje. Antimateria es un pequeño universo
apasionante en sí mismo. Es un libro muy atractivo y, como siempre, la poesía
de Tilsa se presenta fresca y lúcida. Es una poesía de lo factible, una poesía
hallada en lo cotidiano. Aquí, la lectura de un mensaje de texto, el número de
un boleto de micro o una tarde echada en el gras bajo el sol de verano sirven
de pretexto poético lo mismo que una serie de ADN decodificada, los quarks de
la materia o las neuronas-espejo.
Foto: Rosana López Cubas