El gran director canadiense David Cronenberg, máxima figura del cine de horror desde este jueves en las salas limeñas
Escribe: Raúl Lizarzaburu
A cuatro décadas de sus inicios y del horror fantástico crudo y visceral que lo caracterizó en la primera etapa de su obra, el cine de David Cronenberg ha experimentado una constante evolución, tanto en lo temático como en lo estilístico, hasta convertirse en el gran realizador que es hoy, uno de los más importantes en el mundo. Luego de sus anteriores trabajos, los excelentes Una historia violenta y Promesas peligrosas, rompe esquemas en su filmografía con Un método peligroso (A dangerous method, 2011). Antes ya se había inspirado en sendos episodios reales, ambos protagonizados por Jeremy Irons: en Pacto de amor (Dead ringers) hace doble papel como gemelos ginecólogos y disolutos, y en M. Butterfly es el diplomático enamorado de una diva de la ópera que resulta ser hombre.
Pero por primera vez en la carrera de Cronenberg la historia no solo se traslada un siglo atrás, sino que además tiene tinte biográfico. El guión de Christopher Hampton, basado en el libro de John Kerr A Most Dangerous Method: The Story of Jung, Freud and Sabina Spielrein (llevado al teatro por el propio Hampton), se inicia en la Suiza de 1904, cuando Sabina (Keira Knightley), una trastornada joven judía rusa que sueña ser doctora, es llevada a la fuerza a un sanatorio para ser tratada y se pone en manos del doctor Carl Jung (Michael Fassbender, muy ubicuo últimamente), quien le presta especial atención cuando escucha pasajes de su infancia, de su despertar sexual y de su tendencia al sadomasoquismo, desarrollándose entre ambos un vínculo que va más allá de lo profesional. Entonces entra en escena Sigmund Freud (Viggo Mortensen, convertido en actor fetiche de Cronenberg), que intercambia opiniones con su discípulo Jung sobre el caso a través de cartas para luego encontrarse personalmente. Y así van pasando los años, a lo largo de más de una década.
Uno de los mayores méritos de Cronenberg en este filme es que pone las teorías de Freud y Jung, que sentaron las bases del psicoanálisis y la psiquiatría moderna, al servicio del eje narrativo y de sus diversos elementos a saber: dramáticos, eróticos, tanáticos. Además, claro, de la construcción de personajes. De este modo cada diálogo, casi sin excepción, cuenta, teniendo en cuenta el grado de complejidad de la trama. Y los resultados son admirables. La labor del trío de actores es estupenda, y a ellos se suma Vincent Cassel, que hace un breve e interesante papel como Otto Gross, un psiquiatra convertido en paciente, con un incontrolable impulso sexual. Otros viejos colaboradores de Cronenberg son Howard Shore en la música y Peter Suschitzky en la fotografía; llaman la atención sus varias tomas a ras del agua, sea en una laguna o en el Océano Atlántico. El final da cuenta del destino de los protagonistas verdaderos. La relación entre Jung y Sabina fue recreada previamente en 2002 en el filme Prendimi l’anima, coproducción internacional del italiano Roberto Faenza, para variar no estrenado aquí. Por lo pronto a no perderse Un método peligroso, que debe ingresar a cartelera este jueves.