Escribe: Raúl Lizarzaburu
El director
canadiense Jean-Marc Vallée, de quien se había visto en nuestro medio La reina Victoria, biografía de la
soberana británica del título interpretada por Emily Blunt, obtiene su gran
éxito con El club de los desahuciados
(Dallas Buyers Club, 2013), producción norteamericana que le diera sendos Oscar
a mejor actor y mejor de reparto a Matthew McConaughey y Jared Leto, y otro a
mejor maquillaje.
El guión de
Craig Borten y Melisa Wallack se ubica en el Texas de mediados de los ochenta,
y se basa en la historia real de su protagonista, Ron Woodroof (McConaughey),
un electricista mujeriego, cocainómano, fumador, aficionado al rodeo, que pasa
el tiempo junto a sus amigos, tan machistas y relajados como él, hasta que es
diagnosticado con VIH, en tiempos que la víctima más famosa de ese mal
–entonces asociado a los homosexuales, que no eran precisamente de su agrado–
era el actor Rock Hudson y no había mucho conocimiento en la materia. Los
médicos le dan 30 días de vida, algo que él se resiste a aceptar.
Tenemos así,
en la práctica, un filme dividido en dos partes: en la primera, la lucha del
personaje, que se queda prácticamente sin amigos, por sobrevivir y por
encontrar las vías para hacerlo. En la otra, con un somero tinte político, a
medida que investiga sobre la enfermedad y los fármacos para contrarrestarla
(de paso, mostrarse escéptico ante el peligroso AZT que le es suministrado en
el hospital), comienza su propia guerra contra los médicos, los laboratorios,
la FDA (entidad que controla los medicamentos y alimentos en EE UU) y de paso
ayuda a otros pacientes proporcionándoles la cura adecuada (de ahí lo de Dallas
Buyers), que él se encarga de adquirir cruzando la frontera con México (irreconocible
Griffin Dunne como un médico exiliado allí) sacándole la vuelta al gobierno,
que lo convierte en un enemigo público.
Dos
personajes clave en la vida de Ron son el travesti Rayon (Leto) y la doctora
Eve (Jennifer Garner), a quienes conoce en el hospital. El objetivo del filme
es claro, poniendo énfasis en cómo se trataba el tema entonces, sobre todo en
un estado conservador como Texas (cuya bandera, parecida a la de Chile, se ve
por todos lados) aunque en la última media hora se podría objetar que la quijotesca
lucha de Ron se hace algo repetitiva. También se nota cierto maniqueísmo, una
línea divisoria entre buenos y malos. Eso sí, un mimético McConaughey, que en
los últimos años ha intentado dejar atrás sus papeles románticos o de
sinvergüenza en comedias de medio pelo, hace un verdadero tour de force y su
actuación es impecable. Leto igual, aunque su filmografía es más heterogénea.
El club de los desahuciados es uno de
los tres filmes ganadores de Oscar (sin contar Gravedad, que ha sido reestrenado) que coinciden actualmente en
cartelera, como parte de la proverbial costumbre de las distribuidoras de
lanzarlos juntos una vez que se conocen las nominadas. Uno es 12 años de esclavitud de Steve McQueen,
que ya está de salida. Otro es Ella,
de Spike Jonze. Todos tienen algo en común: son trabajos interesantes, pero no
alcanzan un gran nivel.