Escribe: Raúl Lizarzaburu
Poco
después de El Club de los Desahuciados,
aún en cartelera, se estrena otro filme de un director canadiense que prueba
fortuna en Hollywood, en este caso el francófono Denis Villeneuve, hasta
entonces inédito en nuestro país. Se trata de La sospecha (Prisoners, 2013), y el guión, que se mueve entre el
thriller y el drama, es firmado por Aaron Guzikowski, con un solo trabajo
previo en su haber: Contrabando (2012),
dirigida por Baltasar Kormákur con Mark Wahlberg, que es uno de los productores
aquí. Aunque, en la práctica, La sospecha
fue escrita antes y debió ser protagonizada por el propio Wahlberg y Christian
Bale, con Bryan Singer como director.
Al igual que el título en castellano, que nos remite a infinidad de películas,
la historia también podría parecer convencional a simple vista: en una ciudad
no especificada, Keller Dover y su esposa (Hugh Jackman-Maria Bello) van a visitar a un matrimonio amigo (Terrence Howard-Viola Davis) para cenar en el Día de Acción de Gracias un venado que es
cazado en la secuencia introductoria.
Todo va bien hasta que las
hijas pequeñas de ambas familias son plagiadas mientras jugaban en la puerta. Pero
eso no es lo peor. Ante las pocas conclusiones a las que puede llegar el detective
Loki (Jake Gyllenhaal), que investiga el caso, el padre de una de las niñas,
Keller, decide encargarse del asunto por cuenta propia y empezando prácticamente
de cero, sin muchas señales al respecto, salvo por una casa rodante estacionada
cerca del lugar donde desaparecieron.
Para empezar, no es fácil
mantener un clima de suspenso durante dos horas y media, que es lo que dura
este filme. Y con ese argumento, uno podría pensar que el desesperado padre va
a declarar una guerra él solito. Nada que ver. Sobre todo en su segunda parte
va tomando giros, a medida que aparecen pistas: el laberinto que se ve una y
otra vez, las serpientes que salen de las maletas (en una secuencia excelente),
el sacerdote de malos hábitos (el veterano Len Cariou); por ahí un aire a Zodiaco de David Fincher. Y los
distintos personajes sacan además, cada cual, su as bajo la manga.
Es
acertadísimo el manejo de las elipsis, con el añadido del momento final: el montaje
es de Joel Cox, colaborador de tantos filmes de Clint Eastwood. La única
nominación al Oscar fue para la fotografía de Roger Deakins, a quien
conociéramos por su labor habitual con los Coen, y saca provecho tanto a
exteriores (el bosque, la carrera del auto en la noche) como en interiores, en
especial la casa ruinosa donde Dover tiene secuestrado al único sospechoso, un
joven raro (Paul Dano), aniñado y de oscuro pasado.
El reparto incluye a la
notable Melissa Leo como la misteriosa vieja que es crucial en la trama.
Jackman hace un buen contrapunto con Gyllenhaal, por ejemplo en la secuencia en
el auto de este, una de las de mayor carga dramática. Toda una sorpresa. Sin
exagerar, La sospecha es de lo mejor
que se ha visto en lo que va el año.
*Película en cartelera