Directora de la película
“Viaje a Tombuctú”, cinta cuya versión original en DVD la podemos encontrar en Polvos
Azules, Polvos Rosados y El Hueco, nos ofrece sus particulares puntos de vista
sobre el favorable momento del cine peruano
Fotos: Rosana López Cubas
Cada año aumenta la diversidad de la producción de
películas en el Perú. Comerciales, de autor, experimentales y regionales. ¿Géneros?...Diversos.
Comedias, históricas, suspenso, terror, dramas, en suma, para todos los públicos.
Este fenómeno se registra de manera
sostenida desde el último quinquenio. Así, durante el año 2015, el segmento
cinematográfico local estrenó más de 60 películas de las cuales cerca de 29 se
exhibieron en salas comerciales y alrededor de 36 en festivales, muestras en
Lima 0 provincias.
En paralelo a esta favorable productividad y como consecuencia
de los beneficios que nos ofrece el servicio de internet, han proliferado un sin
número de espacios online sobre cine, unos serios y otros mediocres, faltos de
profesionalismo y ética. Para charlar al respecto, Lima en Escena entrevistó a
la escritora, académica, directora y crítica de cine, Rossana Díaz Costa, quien
sostiene que “si no formamos cineastas especializados y rigurosos, siempre vamos
a tener una pata coja y la tan ansiada industria de cine peruano va a tardar más
años en convertirse en realidad”.
-Rossana, además de
escritora, directora de cine, también comentas películas en un portal
especializado. Apelando a esta última labor lo cual implica también tu quehacer
cinéfilo. ¿Cómo observas el desenvolvimiento del cine nacional, particularmente
del 2015?
-Creo que el 2015 ha sido un buen año en el cine peruano
en lo que se refiere a cantidad de producciones. Algunas películas han sido muy
buenas y otras más flojas, pero lo que importa es que se están haciendo
películas para todo tipo de gustos. Las propuestas son muy polarizadas, hay
películas muy sentidas y comprometidas con nuestros problemas sociales, y otras
son de simple entretenimiento y evasión. Creo que debe haber de todo, con tal
de que la propuesta sea siempre cinematográfica. Me temo que no todas las
propuestas que se han dado han sido cinematográficas. Seguimos viendo películas
con propuestas muy televisivas, con poco trabajo a nivel de lenguaje
cinematográfico, de guión, y esto debe mejorar.
El que haya más películas también ha significado que cada
vez haya más cineastas y más gente con trabajo en el cine. En este momento hay gente
que vive del cine en el Perú. Pero también hay que recordar que a pesar de este
crecimiento, tenemos aún muchos asuntos por resolver en la cinematografía
nacional, sobre todo, en mi opinión, una educación para hacer cine. Este es el
gran tema pendiente hasta ahora: no tenemos una escuela de cine pública y las
propuestas privadas son eso, privadas, a las cuales no pueden acceder muchas
personas que pueden tener el talento pero no el dinero, además de estar
ofreciendo una formación general pero no especializada. Creo que a este vacío
se debe el problema de tener varias películas con poco trabajo a nivel de guión
y lenguaje cinematográfico, es una consecuencia de nuestras carencias
educativas, pienso yo.
-El Perú no cuenta
con una ley de cine menos aún con una industria, sin embargo, este último 2015
se estrenaron más de 60 películas de las cuales 29 se exhibieron en salas
comerciales y 36 en espacios alternativos como festivales, muestras en Lima 0
en algunos puntos del país. ¿Qué lectura le das a esta creciente coyuntura
cinematográfica local?
-Yo creo que desde que la tecnología digital para hacer
películas llegó al Perú, ha habido un crecimiento de producciones
cinematográficas. Este crecimiento es sin duda consecuencia de que de pronto
los costos se abarataron y se podían hacer más películas. También, esto ha ido
de la mano de un interés de más personas por dedicarse al cine, probablemente a
consecuencia también del avance tecnológico. Ahora cualquier persona puede “ser
cineasta” haciendo películas incluso con su teléfono. Esto ha ido de la mano de
la aparición del Ministerio de Cultura (DAFO) que institucionalizó mejor las
ayudas de cine y también el descubrimiento de algunas productoras de que podían
hacer películas taquilleras. Son muchos factores que se han dado cita al mismo
tiempo y que han permitido esta coyuntura de crecimiento, de popularidad del
oficio del cine.
-Este incremento de
las producciones peruanas también contempla los documentales cuya producción se
ha duplicado. ¿Cuál es tu apreciación del trabajo documental producido en estos
últimos años?, ¿Qué ha cambiado?, ¿Cuáles son las temáticas de interés en el
cine documental ahora?
-Documentales se han hecho siempre, pero creo que desde
hace pocos años se está tratando de
hacer documentales que tengan más elementos de ficción, algo que hace que el
público se acerque más a ellos. Mucha gente piensa que “un documental no es una
película” y la sola mención de su género hace que no quiera verla. Por eso es
importante simplemente hablar de “películas”, no haciendo distinciones de si
son documentales o no. Muchos de los documentales de los últimos años han
abordado problemas sociales de nuestro país o también han abordado temáticas de
identidad importantes, que cualquier peruano realmente debería ver, pero ha
sido importante la difusión y la publicidad de ellos para que el público le
pierda el miedo a ver este tipo de películas, es un tema de percepción lo que
ha cambiado, principalmente.
-De otro lado, se
debe tomar en cuenta todo lo producido en provincias, lo que comúnmente
llamamos cine regional. Si bien sus estrenos estaban reducidos a salas
alternativas, únicamente en sus lugares de origen, ahora algunas producciones
regionales tienen estreno comercial en el circuito de Lima. ¿Qué opinas al
respecto?
-Lo que está pasando en provincias es algo muy particular
porque así como aquí muchos cineastas se quejan de que la gente no se
identifica con sus películas, en el caso de estas películas pasa todo lo
contrario, son películas muy populares entre el público local, llenan las salas
de cine y, además, generan taquilla y los cineastas ganan dinero. Esto es
bueno, pero muchas de la producciones de este tipo (con excepciones, por
supuesto) tienen también las taras a nivel de desarrollo creativo de las que
hablé al comienzo, no tienen buenos guiones y las propuestas no son
cinematográficas realmente. Llegamos nuevamente al problema de fondo: la
educación. Si en Lima tenemos problemas con la formación de cine, ya en
provincias todo es más complicado aún. Si no formamos cineastas especializados
y rigurosos, siempre vamos a tener una pata coja y la tan ansiada industria de
cine peruano va a tardar más años en convertirse en realidad.
-Igualmente figuran
las producciones de cine experimental o alternativo. Películas de bajo
presupuesto cuyo segmento ha registrado un crecimiento continúo. Incluso
algunos filmes como "Videofilia" de Juan Daniel F. Molero, por
ejemplo, ganó el Festival de Rotterdam 2015. ¿Qué implica todo este trabajo que
está más allá de las producciones de Tondero, por ejemplo?
Bueno, este tipo de películas responde a esta diversidad
de propuestas que hay en este momento, muy polarizadas. “Videofilia” es una
película experimental muy interesante, y me parece genial que haya gente joven
que quiera explorar este género, eso nos enriquece a todos. Esta película
tendrá su propio público, que no será el mismo público de Tondero, y eso es
bueno, porque cada vez hay más propuestas para cada tipo de gustos como
espectadores. El que haya, además, cineastas que opten por estos caminos más
alternativos, crea un nuevo público, que empezará a consumir distintos
productos en el cine.
-¿Observas con
optimismo todo este desarrollo o encuentras algunos puntos que objetar?
-Mi mirada es optimista porque creo que este desarrollo
traerá en el futuro producciones importantes. Como te dije, lo único que objeto
es que no todas las películas sean propuestas realmente cinematográficas. La
educación es el gran tema pendiente, a mi criterio. Creo que estamos en un
momento de transición hacia algo mejor, que los cineastas del presente somos
una bisagra para un desarrollo verdadero en el futuro.
-Algunos críticos
son tajantes y descartan las películas comerciales que te ofrece la cartelera local. ¿Es importante tomar en cuenta la cartelera comercial pese al gran
despliegue de los blockbuster americanos?
-Sí, es importante verlo todo. No todos los blockbusters
son malos, siempre hay este prejuicio contra el cine americano. “Star Wars” es
un blockbuster y es una gran película. Las películas de Pixar también lo son y
son todas grandes películas. El problema está en que solo se estrenan este tipo
de películas, la distribución del cine mundial es pobrísima, la gente solo
conoce las películas americanas y una que otra vez tiene la oportunidad de ver
películas de otros países. Esto empobrece el espíritu, vemos el mundo solo a
través de un prisma, que es aquel del capitalismo, finalmente, que es el que
produce estos blockbusters.
Finalmente. De los
largometrajes que has tenido la ocasión de ver a lo largo del 2015, ¿cuál
te pareció el mejor?
-No puedo mencionar solo una película, me es imposible.
De las películas peruanas, debo resaltar a “Magallanes”, que ha sido la que me
ha parecido la más interesante a nivel de propuesta cinematográfica y también
por su contenido, ya que aborda temas necesarios de ser repensados en nuestra
sociedad sin memoria. De las películas del resto del mundo que pude ver en
cartelera, me gustaron mucho “Birdman”, “While we’re young”, “El principito”,
“Inside Out”, “El clan”. De películas que he visto fuera de la cartelera
comercial y que son realmente del 2014 a pesar de que aquí las hemos visto en
el 2015, me gustaron mucho “Mommy” y “La sal de la tierra”. Por supuesto, no
puedo dejar de mencionar al blockbuster que cerró el año 2015: “Star Wars”. Yo
soy fan de “Star Wars” desde 1977, y con esta nueva entrega pude ser niña otra
vez.
Sobre la crítica local
-Cambiando de
tema. El Perú cuenta con una tradición en el tema de la crítica de cine local.
Por un lado podemos observar la crítica de cine de los periódicos y revistas, y
por otro, las publicaciones especializadas. José Carlos Mariátegui, Luis
Alberto Sánchez, Sebastián Salazar Bondy, Ángela Ramos, Blanca Varela,
escribieron lúcidos y agudos comentarios en El Comercio, La Crónica, La Prensa,
El Tiempo y revistas como Amauta, Colónida, Variedades, Mundial, Oiga… ¿Cómo
observas el papel de la crítica actualmente?
Es curioso porque tenemos que volver al tema de la
revolución digital para hablar también de la crítica. Como bien dices, desde
inicios del siglo XX, hubo crítica de cine en medios especializados y a cargo
de escritores reconocidos, grandes pensadores y políticos, incluso. En estos
tiempos, todo ha cambiado. Así como hay gente que piensa que “es cineasta”
porque puede hacer un corto con un I-phone, también hay gente que piensa que
puede hacer crítica de cine sin haber visto la suficiente cantidad de películas
para ello, sin tener lecturas, sin tener criterios suficientes para la
apreciación de cine. Pero claro, en internet, cualquier persona puede abrir un
blog y convertirse en “crítico de cine”. Los hay buenos y los hay muy malos,
también. Esto es lo que pasa en general con el avance tecnológico, hay más de
todo, y al haber más, siempre habrá quien lo haga bien y siempre habrá muchos
que lo hagan mal.
-Efectivamente, ahora
medio mundo va a ver una película de cine, abre un blog la comenta y ya se
asume crítico. Incluso sucede en algunos medios tradicionales. Periodistas que
no tienen reparos en asumirse críticos cuando apenas voltean la nota de prensa
con toda la información de tal o cual película. La crítica es una labor de
análisis que va más allá del mero datito informativo. ¿No te parece?
-Por supuesto, la crítica no es “criticar” en el sentido
de hablar mal acerca de algo, que es lo que creo que piensa mucha gente
desinformada. La crítica de cine debe ser un análisis serio de películas,
análisis que debe partir de un conocimiento profundo de la historia del cine,
de los referentes cinematográficos de las películas del presente, que debe
estar ligado al conocimiento y a la sensibilidad también hacia las otras artes
que están tan ligadas al cine, como la música, la pintura, la fotografía, la
literatura, la filosofía. En fin, analizar una película, sobre todo si es muy
buena, es encontrarse con toda la historia del cine y si esta se desconoce, el
análisis será muy pobre y solo estará basado en los gustos personales de
alguien que no ha visto muchas películas. Lo peor es que en algunos casos, hay
críticos que puede que tengan la cultura y los conocimientos, pero no los han
asumido en ellos a través de la sensibilidad y las emociones, las miradas son
frías, snobs, el arte es un conocimiento frío que entonces no sirve para la
vida, para hacernos mejores seres humanos, sino muchas veces solo sirve para
alardear en un bar o una cafetería e impresionar a jovencitas.
Yo entiendo el
cine y el arte desde un lugar muy distinto, desde un lugar en el cual siento
felicidad al ver una buena película, y si esta no es muy buena pero hay
elementos interesantes a resaltar, es de ahí desde donde hay que hacer partir
el análisis. La crítica no es destrucción de la obra, la crítica debe ser una
apreciación de la obra, con sus puntos más fuertes y más débiles, hay que
analizar la película desde un punto de vista cinematográfico, en el cual se
sitúe la película en su contexto histórico, dentro de su corriente, si es que
la tiene, dentro de su época, y ver las relaciones y diálogos que puede
entablar con otras películas. También es situar la película en el mundo
creativo de su autor. Hay que darse cuenta también de que cada película tiene
puntos de fuerza, algunas películas pueden ser más apreciadas por su guión,
otras por su dirección de arte o por su dirección de fotografía, a pesar de que
lo cierto es que una buena película funciona porque todos sus aspectos han sido
correctamente desarrollados.
En las películas, como en todas las artes, hay fondo y
forma, y para analizar una película hay que tener en cuenta siempre estos dos
aspectos. Una película funciona porque la historia nos ha interesado, pero
además, debe haber una propuesta de lenguaje cinematográfico que distinga a
esta película de otras con el mismo tema. Hay que preguntarse también por la
intención de esta película, por qué está contada de esta manera. Yo creo que lo
principal es ver las películas sin prejuicios, hay muchos “críticos” que están
llenos de prejuicios, hay que estar siempre abiertos a diferentes mundos y
morales, ya que si se ven las películas con barreras antes de empezar, no se
podrán apreciar sus cualidades, porque la historia ha probado que muchas
películas que no fueron apreciadas o fueron subestimadas en un primer momento
han sido consideradas importantes luego. Cuando me ha tocado hacer una crítica
o bien un análisis de alguna película, lo he hecho tomando en cuenta todos
estos puntos y, sobre todo, he escrito partiendo de mis emociones, aquellas que
me permitieron identificarme con los personajes y la historia, que es desde
donde el público real ve las películas.
-Poquísimos son los
críticos que realizan un trabajo de análisis concienzudo como el de Federico de
Cárdenas, del diario La República, por ejemplo. Él trabaja en base a lo que nos
ofrece la cartelera comercial, eventualmente algunos festivales o ciclos de
cine de manera seria. ¿Por qué se debe poner más énfasis en las películas de
autor?
-Creo que es bueno poner énfasis en las películas de
autor porque son las películas que nos permiten hacer este análisis que parte
de toda la historia del cine, análisis del que he hablado antes. Una película
de autor nos permite analizar otras películas que dialogan con la que tenemos
que analizar y esto es maravilloso al momento de escribir. Además, las
películas de autor nos permiten analizar las épocas, los pensamientos de una
generación, cuando se ven en conjunto. Son fuentes inagotables de conocimiento
acerca del cambio de los tiempos. Pero para que este análisis funcione, pienso
que es importantísimo comparar este cine de autor con el cine más comercial de
la misma época, porque este también nos está hablando de los mismos tiempos,
pero desde otros puntos de vista, desde la evasión, desde el simple entretenimiento,
pero hay que preguntarnos también por qué es que se están contando este tipo de
historias en dicho momento histórico.
-Te lo consulto
porque hace unos días se registró un ácido debate a propósito del cine
comercial que nos ofrece la cartelera y la escasez de cine de autor
precisamente en estos circuitos. Desde tu perspectiva, ¿a qué le atribuyes la
ausencia de filmes de autor en la cartelera?
-Esta ausencia responde simplemente a una ausencia de
exhibidores que tengan interés por este tipo de películas. En el Perú hay
muchos empresarios con dinero que podrían poner cines más alternativos, donde
se puedan estrenar todas esas películas que la gente va a buscar al pasillo 18
de Polvos Azules. Pero parece que no hay muchos empresarios que tengan esta
visión de negocio, básicamente porque no hay empresarios que sean muy
cinéfilos. Se están perdiendo de hacer un negocio rentable: solo hay que ver la
cantidad de gente que compra entradas para el Festival de Cine de Lima en
agosto. Toda esa agente iría a esta sala de cine alternativa si es que
existiera. Lo que no se puede hacer es pedirle a los exhibidores que hay ahora
que exhiban este tipo de películas, porque lamentablemente ellos son cadenas
grandes que dependen de intereses mayormente americanos. Por eso es que son
necesarias estas salas de cine alternativas, más allá de la sala de cine-arte
del Larcomar. Yo en España iba siempre a este tipo de salas y estaban siempre
llenas. Si los empresarios piensan que aquí no hay gente que quiera ver otro tipo
de películas es porque ellos nunca las ven y la mayoría de repente no sabe
acerca de su existencia.
-A propósito de la
experiencia del cine club en España. ¿Por qué el Perú no puede tener salas en
donde se promueva una cartelera amplia de películas de autor como sí te lo
ofrecen en Argentina, México o España por ejemplo?
-Bueno, la respuesta a esta pregunta creo que ya la dije
antes: básicamente no hay empresarios cinéfilos que vean un negocio rentable en
este tipo de salas alternativas. Pienso que esto responde a un problema grave de
educación en nuestro país. Los empresarios son en su mayoría tecnócratas que no
tienen interés por la cultura muchas veces, y la población en su mayoría no
sabe que existe este tipo de películas. Esta combinación de factores da
finalmente el país que tenemos, un país en el que la gente no lee, no consume
cultura.
En los países que citas la educación y la cultura están
cuidadas desde siempre. Por ponerte un ejemplo de cuando vivía en Madrid: había
muchos cines comerciales, así como los que tenemos aquí, donde podías ver todos
los blockbusters que quisieras, pero también había muchísimas salas de cine
alternativo, como las de Plaza de España, donde hay tres complejos de
multicines con solo este tipo de películas, con las mismas características
físicas que los otros cines, modernos, limpios, con canchita, coca-cola, etc.
Además de Plaza de España, había el cine Ideal, donde se combinaba Harry Potter
con una película que ha ganado en Cannes, y también los cines Verdi, de las
mismas características que Plaza de España, pero en otra área de la ciudad.
Además, está la Filmoteca de Madrid, con una programación
maravillosa todos los días y a un precio risible, y varias otras salas
alternativas, como las de la Casa Encendida, las del Círculo de Bellas Artes
(ambas también del Estado, con precios al alcance de todos). Encima, había cine
clubes más pequeños, como La Enana Marrón, etc. En fin, cada viernes yo me
volvía loca porque había como 25 películas nuevas que quería ver y no me
alcanzaba la vida para verlas todas. Aquí, la gente solo puede ver un tipo de
películas y no tenemos la libertad de elegir, ni tampoco la posibilidad, en el
caso de la gente que no sabe mucho de cine, de ver otros mundos, otros
lenguajes, otras caras y otras sensibilidades. No es que al público peruano no
le guste ver otro tipo de películas, como muchos afirman, el público ve lo que
hay y punto. El gusto se va formando poco a poco. Tengo un cine club en la
Universidad Católica y esto lo he visto a lo largo de los últimos 8 años: la
gente llega sin saber nada de cine, incluso con algunas barreras, pero poco a
poco, le van agarrando el gusto a ver películas distintas, más de autor, más
alternativas, y poco a poco también, van formando un criterio y aprendiendo
acerca de historia del cine.
-Para culminar. Se
observa también un tipo de crítica que más de análisis se focaliza en destruir
una película y blasfemar del director como si se tratase de un enfrentamiento
personal. Percepciones absolutamente limitadas y falto de ética,
¿crees que esto refleja un poco ese deterioro de nuestra sociedad reducida al
pandillaje, la pillería que parte incluso desde nuestros “políticos”?
-Sí, además de lo que dije antes, que se trata muchas
veces de “críticos” que no son “críticos”, que básicamente no saben mucho de
cine, a veces no saben escribir y tampoco aprecian el cine realmente, este tipo
de “destrucción” responde también al tipo de país que tenemos en este momento,
en el cual nuestra sociedad efectivamente se ha convertido en un campo de
batalla deteriorado a nivel moral, ético, donde lo que prima es la patada, el
pandillaje, la corrupción, el maltrato, la prepotencia.
Esta prepotencia
se siente a todo nivel y está unida a nuestros problemas más profundos como
país: la desigualdad, el racismo, el machismo. Es una sociedad injusta y por lo
tanto violenta. Todo es consecuencia de décadas de heridas no sanadas, de
gobiernos fallidos a los cuales jamás les ha importado la justicia ni la
educación del pueblo. Y así nos encontramos en este momento, odiándonos unos a
otros, y siempre hay una buena razón para que un peruano se ponga a destruir a
otro peruano. Aquí parece que nadie quiere escuchar al otro y todos quieren
tener la razón. Somos un país profundamente autoritario y anti-democrático, y
esto se puede ver en estos enfrentamientos de los que hablas.
Cuando tuve mi estreno, tuve que comerme todo esto de lo
que estamos hablando, los prejuicios por ser mujer donde pude confirmar la
misoginia que reina en nuestro país. También las críticas de un par de
personajes del “mundo oficial” de la “crítica” que me hicieron “el favor” de
destruir la película en la primera semana de estreno, sabiendo que era una película chica y sin
distribuidor (y que son los mismos críticos que luego critican a los
exhibidores por quitar las películas peruanas muy pronto…siempre tan
contradictorios los peruanos).
Cada cual puede tener su opinión acerca de una película,
pero esto sí es algo que yo, como crítica que también he sido y sigo siendo,
jamás haría, por un tema principalmente ético: hay que dejar que el público vea
la película, se forme su propia opinión y luego ya lanzar tu comentario acerca
de ella. Tal vez algunos de estos críticos deberían intentar hacer aunque sea
un corto algún día, para entender mejor todo el proceso y poder tener más
criterio y sensibilidad al escribir. También tuve que aguantarme comentarios
muy bajos en los cuales mi problema era “ser blanca”, o “ser de colegio
pituco”, sin saber que sí, soy blanca, pero crecí en un barrio de clase media
con grandes problemas económicos y que estuve en un colegio pituco, sí, pero
becada.
Los prejuicios de nuestro país son terribles y, como lo
dije antes, estos prejuicios nos pueden llevar a ver películas con barreras
antes de tiempo o incluso no querer ni verlas, debido a las mismas barreras. En
fin, pero a pesar de ello, tuve siempre el apoyo incondicional de muchos otros
críticos, que se sintieron muy identificados con la película y la vieron desde
sus emociones. Federico de Cárdenas, por ejemplo, escribió un análisis muy
bueno en La República, en el cual señalaba los puntos débiles y los puntos
fuertes de la película, como debe ser escrito un análisis de cine. Pero lo
escribió sin rabia, sin prejuicios, sin altivez, sin ningún ánimo de burla ni
destrucción, sino desde la seriedad desde donde debe ser escrita la crítica de
cine. He de decir que otras buenas “críticas” que leí, a nivel de escritura,
sobre todo, fueron de personas que no son críticos oficiales, sino gente culta
y sensible, que vieron la película desde lo que ellos también vivieron en los
años 80 y que saben escribir muy bien. Uno de ellos, un médico profesor en San
Marcos, que además fue quien mejor vio la intención del tipo de estructura que
usé en la película, apelando a la naturaleza de nuestra memoria.
También hubo críticas muy conmovedoras de poetas y otros
escritores y artistas, y de algunas/os periodistas peruanos y extranjeros y
hasta dibujantes de cómics y estudiantes varios. Fue todo como muy democrático,
el pueblo en general tuvo voz, finalmente. Y la voz final, esa que me emocionó
más, fue la del público, que mantuvo la película en cartelera durante un mes a
pesar de no tener un distribuidor oficial que defendiera la película. Un
público que aplaudió y lloró en varias de las funciones al final de la
película. Eso te hace olvidar el esnobismo, la destrucción y todo lo demás. No
todo es el campo de batalla, finalmente: he descubierto también mucho cariño
gracias a esta película, mucha humanidad, mucha buena energía de parte de
personas que yo no conocía de antes, gente que te agradece por la película, que
te escribe y que te da los ánimos para seguir haciendo otras. Y es que el cine,
finalmente, se hace para el público, no para los críticos.