martes, 16 de agosto de 2016

Rocío Limo: “Somos una sociedad que carga un machismo muy arraigado”




 Artista peruana estrena en España "Comer manzanas", unipersonal sobre los roles de la mujer en una sociedad normada




Este fin de semana, en la ciudad de Barcelona-España, la actriz, dramaturga y directora teatral peruana Rocío Limo, estrena el espectáculo “Comer manzanas”, unipersonal de su autoría que surgió a propósito de una residencia que la trasladó a esa ciudad.

“Comer manzanas”, es un ejercicio de ruptura de texto a través del movimiento y la manipulación de objetos. Una mujer atada desde sus propios cabellos reflexiona y cuestiona su rol de mujer. Ella irá transformado la trenza que la ata en una constante búsqueda de sus deseos.

Ella aparece en el escenario atada a su propia trenza reflexionando sobre cómo ha sido educada en un rol femenino basado en el modelo mariano. Para poner en evidencia lo perverso del modelo utilizó la metáfora de la princesa en contraposición con la de la bruja: la bruja es el modelo que invita a esta princesa a ser crítica con ella misma y finalmente liberarse de la trenza que la ata. Esta exploración no pretende dar respuestas, sino plantearnos nuevas preguntas. ¿Los roles de mujer independiente nos siguen sometiendo?

Lima en Escena charló al respecto con la artista peruana afincada en España.

Te encuentras en Barcelona, ciudad en donde acabas de estrenar el unipersonal “Comer Manzanas”.  Cuéntanos sobre tu estadía por España.

-Hace dos años llegué a Barcelona. El primero estudié un Máster en guión de cine y me concentré en trabajar el tratamiento de lo que quizá algún día se vuelva una película. En el segundo, el hambre de volver al teatro me hizo buscar escuelas, residencias, becas y maneras de seguir investigando desde las artes escénicas. Postulé a EOLIA Tricicle + Dagoll Dagom donde la exploración se dio desde la técnica de Chejov. Luego realicé un trimestre intensivo y maravilloso con Jorge Eines en Madrid, tres meses intensos de aprendizaje. Recibí la residencia Pro creació con el trabajo “Comer manzanas”. Con este desarrollé una propuesta escénica que parte de un pequeño texto el cual gracias a la investigación en el espacio fue adquiriendo su propio lenguaje.

El trabajo en la residencia fue solitario con sus partes positivas a nivel de exploración y negativas por la necesidad de un espejo, sin embargo, es muy gratificante ver cuánto se puede lograr con disciplina y pasión. Volveré a presentar “Comer Manzanas” en La Blanca este agosto. En esta nueva parte del proceso he tenido la suerte de trabajar con María Gil y Ernesto Barraza, ambos me han acompañado con mirada precisa y dialogo intenso en la dirección, sin duda han aportado mucho a la puesta.

-Apreciamos “Comer Manzanas” a través de un video y fotos. Observamos que el trabajo performático está ligado al tema de la mujer. ¿Cuál es el origen de este trabajo escénico?

-La semilla del texto lo escribí en el bus de Madrid a Barcelona a propósito de una conversación entre una niña y su madre sobre cómo “deben comportarse las princesas”. Me pareció impactante el uso de estos estereotipos.  La  obra como tal se termino de formar gracias a conversaciones y reflexiones personales.  En el proceso estuve atenta a mi cuerpo, a pensar qué historia quería contar en el escenario más allá del texto. El espejo que me invita a repensar (me) es educar a una niña. Es un aprendizaje enorme ser madre de una niña en esta época. Me enfrento constantemente a mi propia educación y a toda la culpa con la que nos han educado en la escuela, en la iglesia y en la sociedad en general.

 Hay un momento en que tomamos conciencia de la magnitud del daño que genera el patriarcado. Es a partir de ese momento que empieza una búsqueda. Esa es la búsqueda del personaje, un personaje que se pregunta: ¿qué significa ser mujer en la sociedad en la que vivimos?  ¿qué nuevos cánones nos estamos imponiendo para encajar dentro del mismo sistema patriarcal? …La necesidad de “éxito”, la necesidad de demostrar que somos multifunción, que podemos con todo... Indudablemente son exigencias que responden a un mismo sistema.



 -La performance es una fusión del movimiento y los objetos como la trenza a la que estás atada y con la que lidias permanentemente en el escenario. ¿Por qué cuestionas hechos como el patriarcado a partir de un elemento como el cabello?

-La idea nació pensando en “princesas” y “brujas”. Rampunzel es una princesa que me parece muy interesante a nivel estético y simbólico: una mujer encerrada y objetualizada al extremo, es una escalera, está hecha para que otros suban jalando sus cabellos, terrible. El personaje está atado de sus cabellos, cabellos que al ser tan largos e imposibles, la entorpecen, la atan, la hacen girar en círculos. La trenza simboliza lo imposible, no como la utopía que nos ayuda a caminar sino como las expectativas ajenas e impuestas. Las proyecciones que la sociedad tiene sobre “ser mujer”, ese tipo de imposible que busca nuevos estereotipos y no invitan a explorar la individualidad y el universo  personal de cada ser humano.

 -Hay dos seres en constante lucha: la princesa y la bruja. ¿Qué hay detrás de este conflicto entre ambas?

-En la primera parte de la obra aparecen los estereotipos con los que hemos crecido, los referentes de una niña de cómo ser mujer. Sin embargo, en la segunda parte de la obra, esta “princesa” descubre que si se convirtiera en bruja no podría liberarse porque también formaría parte de un sistema. Ése es el momento en que utiliza la trenza para transformarla en nuevos iconos de mujer moderna exitosa: empresaria, presidente, prostituta, entre otras... Es una mujer que busca frenéticamente encajar en las nuevas exigencias del mismo sistema. La obra no da ninguna respuesta, sino planeta preguntas.

 -La obra en su conjunto pone en el tapete las ataduras de la mujer ante roles impuestos por una sociedad “moderna” que replica modelos y formas de vida absolutamente arcaicas… ¿A qué le atribuyes esta recurrencia?

-Pese a los grandes cambios y tomas de conciencia replicamos modelos en todos sentidos. Aún somos una sociedad joven y poco responsable. Replicamos modelos porque para crear nuevos hay que asumir grandes responsabilidades, hay que tener opinión, hay que aprender a decidir. Debemos educar y permitirnos desaprender y dudar. Todos tenemos que aprender y todos podemos educar. Las mujeres nos estamos preguntando y estamos hablando, nos estamos comunicando, nos estamos escuchando y eso es el principio de un cambio, estamos criando mujeres y hombres mejores, estamos denunciando y dejando de normalizar la violencia.

-Se habla de manera recurrente sobre la mujer  moderna, sobre la mujer independiente, sobre las mujeres libres… Frente a estas fábulas, todos los días observamos mujeres asesinadas por sus compañeros, mujeres violadas… ¿Cuál es tu reflexión al respecto?

-La mujer es un punto sensible en la sociedad. Es absolutamente complicado vivir en una ciudad donde al salir de tu casa automáticamente te sientes atacada y vulnerable. Es sumamente importante reeducarnos, educar, conversar con las personas. Los patrones se repiten porque el sistema educativo no enseña a cuestionar nada, mucho menos los derechos de la mujer. Somos una sociedad que carga un machismo absolutamente arraigado. Este hecho no sólo daña a las mujeres, lo pudre todo. Hay que cambiar nuestra manera de entender la tolerancia y el respeto. Nos han educado para respetar al profesor, al policía, al padre, al mayor, es decir: nos educan para respetar al que tiene una posición de poder frente a nosotros. La única manera de enseñar a respetar es respetando. Los niños tienen que ser respetados y tratados con respeto. Si callo a mi hija mientras "los adultos conversan" cómo espero que ella pueda luego defender sus ideas, que tenga la fuerza y la confianza en su propia voz.

 -¿Realmente las mujeres actuamos y nos conducimos en libertad?

No, no creo. Nadie es libre. Los niños, las mujeres y la comunidad LGBT, tenemos las cosas más complicadas. Constantemente estamos en situaciones vulnerables. Ni el sistema educativo, ni el sistema de salud pública nos permiten autoproclamarnos una sociedad libre, somos una sociedad dependiente.  Tenemos que ser responsables y asumir el impacto de nuestras acciones. Son cosas que van de la mano, ser responsable con qué y cuánto consumimos, ser responsables con nuestras opiniones, con nuestras maneras de vivir. La publicidad ha sido y sigue siendo un creador de estereotipos. Las mujeres nos hemos visto afectadas por esos estereotipos por décadas. Ahora la publicidad cambia el enfoque porque el mercado ha cambiado, entonces buscan nuevos estereotipos, nuevas “princesas”.




-Charlando a través del chat me comentaste que deseas estrenar este unipersonal en Lima. ¿Se daría esa posibilidad?

-Sí, estamos trabajando en eso.

- ¿Qué otros proyectos manejas?

-Estoy trabajando en lo que sigue del proceso “Comer manzanas”. De otro lado, preparo “La cacería de sueños”, un libro infantil con Hatice Aksut, una ilustradora turca. Asimismo, estoy moviendo por festivales el cortometraje “La casa del escritor”, filme sobre la vida de Roberto Bolaño en Girona, que realice junto al realizador catalán Rubén Prieto.