lunes, 13 de agosto de 2012

Tres filmes argentinos en la cartelera del CCPUCP


Escribe Raúl Lizarzaburu

Ya desde hace varias ediciones del Festival de Cine de Lima decir que Argentina trae la representación más sólida en conjunto en la competencia de ficción suena un poco a cliché. Y esta decimosexta edición no fue la excepción (los premios que ganaron o no es ya otro tema) con tres buenos títulos que afortunadamente se pueden ver esta semana en el Centro Cultural de la Universidad Católica. En esta nota hacemos una breve reseña crítica de cada uno de ellos.

El Estudiante


De los filmes que comentamos, el único que se llevó algo a casa –el premio de la crítica– fue El estudiante, segundo largo de Santiago Mitre, que trabajó como guionista en dos filmes de Pablo Trapero (Leonera y Carancho). El protagonista es Roque (Esteban Lamothe), un joven que llega de provincia a estudiar a una universidad bonaerense, donde va superando su timidez inicial para involucrarse primero con una guapa maestra (Romina Paula) y ganarse la simpatía de un veterano profesor y dirigente muy ligado a ella (Ricardo Félix), lo que le permite encaramarse en las esferas del poder a nivel estudiantil, y a través del ascenso dirigencial del personaje, y de la relación por momentos tensa entre docentes y alumnos, Mitre, director y guionista, intenta un acercamiento a la vida política en la universidad y, de la mano con ella, un reflejo de la sociedad, en este caso la argentina.


Abrir puertas y ventanas

Interesante ópera prima de Milagros Mumenthaler, directora y guionista, fue una agradable sorpresa que, injustamente a mi parecer, no se llevó ningún premio. Es una película de mujeres, en la que a decir de la propia realizadora predominan dos temas que según sus palabras le interesan: las relaciones familiares y la ausencia. Narra la historia de tres hermanas jóvenes (interpretadas por María Canale, Martina Juncadella y Ailín Salas), cada cual con su propia personalidad y crisis existenciales, que se quedan en la casa de su abuela recién fallecida, y deben adaptarse no solo a la convivencia entre sí sino al lugar mismo, una casona llena de cosas viejas. La influencia de otra directora argentina como Lucrecia Martel es evidente en el retrato de los personajes femeninos, su velado erotismo, el tono taciturno del filme, las imágenes de los ambientes de la casa, captadas casi siempre de día.


Elefante blanco



Es de un caserito del festival como Pablo Trapero, uno de los mejores cineastas del Plata. Trapero dirige, escribe y produce, y se reúne, luego de Carancho, con Ricardo Darín en un papel completamente distinto a aquel: es el padre Julián, un sacerdote que rescata a su colega el padre Nicolás (el belga Jéremie Renier, que trabajara con los Dardenne) de la selva loretana para llevarlo a Buenos Aires, concretamente a Villa Miseria, y lidiar con problemas propios del lugar: delincuencia juvenil, drogas, carencias. El título alude a un inmenso hospital cuya construcción quedó inconclusa y terminó convertida en complejo multifamiliar que entre sus habitantes alberga muchos inmigrantes modestos (por ahí flamea una bandera peruana), universo que Trapero retrata entre el drama con tinte social y el thriller. Tanto Darín como Renier están excelentes; Martina Gusman, señora Trapero fuera de cámaras, es la asistenta social que los ayuda. El filme está dedicado a Carlos Mugica, sacerdote asesinado por la Triple A en oscuras circunstancias.



A no perderse esta oportunidad para verlas. Elefante blanco estará hoy lunes a las 9:30, Abrir puertas y ventanas mañana martes a las 7:15 y El estudiante el miércoles a las 5 p.m. Todas en la Sala Roja del CCPUCP.