La publicación
de Cuadernos de Quimioterapia (contra la poesía), su nuevo libro nos permitió charlar
con una de nuestras poetas más destacadas
Hace unos días,
la escritora Victoria Guerrero Peirano presentó Cuadernos de Quimioterapia
(contra la poesía), Paracaídas Editores, su nuevo libro: “una biografía
personal que me llevó a reflexionar sobre temas recurrentes ya en mi poesía
como la enfermedad, por ejemplo, pero ahora añado a ello el diálogo con la
tradición, y los límites/frustraciones en mi propia escritura”, nos explica al respecto la poeta en la presente entrevista.
Cabe
destacar que Guerrero Peirano ha publicado la
trilogía: El mar ese oscuro porvenir (2002), Ya nadie incendia el mundo (2005)
y recientemente Berlín (2011). Doctora en Literatura por la Universidad de
Boston, es además investigadora en temas de violencia política, poesía, artes
plásticas y género, y docente universitaria. Sus poemas han aparecido en
diferentes antologías como Mujeres mirando al sur (Madrid: Torremozas, 2004),
Antología de poetas peruanas (Buenos Aires: Eloísa Cartonera, 2004), Los
relojes se han roto (Ediciones Arlequín, Guadalajara, 2005), LOM de Chile: Antología de la poesía peruana Fuego
abierto (Carmen Ollé, comp.2008), entre otras.
-¿Qué
le llevó a escribir Cuadernos de Quimioterapia?
Bueno,
muchas cosas, primero mi impulso a escribir que ha sido bastante febril en los
últimos tiempos y, por otro lado, también una biografía personal que me llevó a
reflexionar sobre temas recurrentes ya en mi poesía como la enfermedad, por
ejemplo, pero ahora añado a ello el diálogo con la tradición, y los
límites/frustraciones en mi propia escritura.
-La naturaleza
de Cuadernos de Quimioterapia en tanto temática, ¿explica el fragmento del
título: “contra la poesía”?
“Contra la
poesía” sería un poco llegar a un punto límite donde la escritura poética ya no
tiene cabida, aunque al mismo tiempo paradójicamente la esté escribiendo: “la
poesía/la vida/¿Qué es lo que importa realmente?”, sería el verso que refleja
mejor ese momento crítico. Al mismo tiempo, es explorar un lenguaje y una
estética que ciertamente me son dudosas, me sirven, me placen en algunas cosas,
pero también contienen el engaño. Es reconstruir una genealogía de la escritura
de una autora a partir de la experiencia de la mutilación y la crisis. ¿Cuál
sería –si lo hubiere- el lugar de esa escritura? ¿Cómo decir la mutilación
desde un sujeto femenino al que el lenguaje no le pertenece sino como préstamo?
De allí que esté presente la idea de traficar con la palabra como la única forma en que se puede “decir” o
balbucear algo.
-Esta
nueva entrega, es un poco la vía crucis por la que atraviesa un paciente con
cáncer, ¿es un canto visceral a la muerte?
No creo
que sea un canto visceral a la muerte, más bien, he evitado lo visceral, por
allí hay algo en plan irónico-reflexivo, nada más, pero más que contra la
muerte, es contra los poderes.
¡De la
vida, no! Es asistir a la experiencia de un sujeto que ya no puede ser definido
a través de la lectura estereotipada de su cuerpo. Haber nacido sin falo, es “haber
nacido con algo de menos”, según la teoría psicoanalítica clásica. Perder un
seno en es algo bastante traumático.
Entonces qué se es, por allí va un poco mi indagación. Para completar los
versos, lo que sigue es “Me han ungido como una niña/ ya qué más”. Es decir, el
hecho de haber sido nominada “mujer” o cuando el doctor dice al momento del
nacimiento “es una niña”, la vida de este sujeto ya ha sido signada para seguir,
más o menos, un camino generalmente de segundo orden, aunque suene duro
decirlo, aun es así. Somos inclasificables, o “ininteligibles” (¿quién entiende
a las mujeres?) Siempre seremos un excedente o un demérito. O se es demasiado
inteligente o demasiado tonta, torpe, histérica.
-Percibo
un bello canto lírico a lo que es la relación: madre, hija hermana…
Son
relaciones intercambiables y, a la vez,
profundamente pasionales. A veces se es la hija, luego la madre, otras, la
hermana. A veces, la hermana toma el lugar de la madre y la madre el lugar de
la hija, entonces, vuelve a ser una niña otra vez. La fragilidad es un elemento
a tomar en cuenta en la lectura, ya que los cuerpos están en crisis. Así, ¿en qué momento dejas una relación para
pasar a otra? Esa es más o menos la idea del libro, poetizar esta triada.
-Me
resulta sorprendente su alusión a la droga Taxotere Carboplatino Herceptin, la
fórmula que se aplica a los pacientes que están tratamiento de quimioterapia, ¿por
qué?
Si voy al
plano autobiográfico, mi madre y mi hermana tienen esta enfermedad. En un futuro, puede que yo también la
desarrolle. Sé más o menos cuáles son los medicamentos que se usan, el
tratamiento, las consecuencias, y todo lo que rodea a la enfermedad. Ahora,
estos medicamentos los conozco más por mi propia investigación, ya que los
médicos casi no dicen qué medicamentos usan, simplemente los inyectan en el
cuerpo de los pacientes. (Esta es también otra rebeldía mía, a veces entregamos
demasiado fácilmente nuestros cuerpos a la ciencia, pero comprendo que es por
la fragilidad del momento).
- Comparto con usted esa
bella frase de Cuadernos de Quimioterapia (contra la poesía) “escribir trae
dolor”, ¿cree que también leer trae dolor?
No sé si
leer trae dolor, pero un libro, un verso, un canto pueden conllevar la
transmisión de algo roto, crítico, melancólico que logren una empatía en el
sujeto, y entonces sí, leer puede conllevar una comunidad de risa o de llanto
en el lector.
-De otro
lado también alude “a algunos hermanos expresionistas Trakl
Lasker-Schüler Benn”; en medio de lo trágico también están las evocaciones a
grandes poetas: las malditas, las suicidas, sus amantes: Vallejo, JRR, Rodrigo,
Eleonora, ¿es una evocación indisoluble?
Son poetas
que me han acompañado a lo largo de mi escritura. No solo de este libro sino
más allá de él, en la vida misma, para sostenerme en mi propia locura. Es un
catálogo de los poetas que me son más cercanos y con los cuales tengo o he
tenido una mayor empatía. Vallejo es un amante antiguo. Más recientes son Juan
Ramírez Ruiz, Rodrigo Lira y Eleonora Carrington. Estos últimos vivieron la experiencia
límite de la locura, y escribieron textos maravillosos. Somos hermanos en la
literatura y en la vida. Ahora se impone el trabajo y el silencio (o quizá la
vida).