Escribe: Luis Paredes (Crítico de Teatro)
Esta obra monumental versa sobre el encuentro de las artes escénicas contemporáneas
con la Historia del Perú. La solemnidad de un acontecimiento espectacular donde
se funden varias disciplinas artísticas ha tenido para Rebeca Ráez (directora
del proyecto) el inmenso mérito de explorar con profundidad plástica y profundo
sentido del espectáculo un problema que todos debemos recibir como emblemático:
poner en primer plano el sentido histórico de cómo se va generando identidad en
nuestro país a partir de modelos originarios.
La señora de Cao nunca estuvo más unida a la proyección histórica de un
personaje con su modelo de mujer andina, encarnado por Magaly Solier. Lo que
transcurre durante el tiempo que dura la representación son los espacios y los
sentimientos andinos postergados por quién sabe qué maquinaria soñadora de la
intervención occidental.
Lo paradójico es que para plasmar esta fantasía de imágenes monumentales y
electrónicas, la modernidad occidental está al servicio del sentido andino
redivivo en estos actores y no al revés (ya nunca jamás al revés). Y lo que se
ve sobre el escenario sobrecoge por el reclamo vivo de nuestras imágenes que en
3D se nos introducen en la conciencia profunda, para enriquecer un imaginario
que así recupera lo propio -encontrando también belleza en lo
propio-descubriendo y auto descubriendo las conexiones con lo milenario que
nunca debimos perder.
Imágenes y escena se juntan para elaborar un canto vivo al futuro, sin por
ello tener que borrar de nuestra memoria lados dolorosos; al contrario,
asimilándolos, reelaborándolos para buscar desenganchar el odio del pasado y
lograr a, fuerza de arte, trasvasarlo en ternura del presente.
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