Escribe: Raúl Lizarzaburu
Luego de algunos años de esfuerzo de directores de provincia, en especial
de Ayacucho, por mostrar sus aproximaciones al horror y el suspenso, con
algunas ideas interesantes –aunque también con evidentes limitaciones tanto
técnicas como narrativas–, podría decirse que hay una incipiente apuesta por el
género en el cine nacional, esta vez en la capital y en la cartelera comercial,
luego de la fallida –aunque tremendamente exitosa– Cementerio General y la
aceptable El vientre.
Esta vez Frank Pérez Garland, que debutó en el largo con la comedia
dramática Un día sin sexo y participó luego en el largo de episodios Cuatro
(dirigiendo el mejor de todos, con su esposa Vanessa Saba como único
personaje), ahora incursiona en el cine de terror. El guión de La cara del diablo
(íd., 2014) es escrito también por Saba, quien además tiene un papel secundario
que es, al menos en teoría, importante en la trama. Los protagonistas son un
grupo de siete jóvenes de ambos sexos que se van de paseo a una exótica y
remota zona de la selva peruana donde, a decir del misterioso celador del hotel
en que se alojan (Ismael Contreras), no hay señal de teléfono ni de Internet.
Entonces tratan de pasarla lo mejor posible disfrutando del grato paisaje
amazónico, tomando sol en la piscina o con algún juego calentón (las guapas
actrices ponen su cuota), mientras especulan sobre el Tunche, ese ser maléfico
que, cuenta la leyenda, supuestamente habita en el lugar (y que ha sido motivo
de un filme homónimo de Nilo Inga). Pero de pronto, se ven acosados por una
extraña presencia, que se va manifestando primero a través de ruidos, de pasos,
de gritos (y en especial un silbido), y luego adquiere más fuerza para empezar
a cobrar víctimas, sin dejar su naturaleza fantasmal.
La primera parte quizá no está mal, pero luego va cayendo en tópicos:
picotea desde slasher movies dirigidos a público juvenil tipo Viernes 13
(bosque incluido) o Sé lo que hicieron el verano pasado, hasta el horror
japonés al estilo El Aro. Se puede rescatar algunas secuencias a lo largo del
río y en especial la del bote girando. Pero ese no es el principal problema,
sino su inadecuada y, por momentos previsible, resolución; creemos que el filme
pudo haber sido un poco más osado tanto en lo sexual como en su dosis de
violencia, teniendo en cuenta la historia que narra. Otra falla radica en la
esquemática construcción de personajes, mientras del reparto destacan, en medio
de todo, Sergio Gjurinovic y la debutante Vania Accinelli, que cargan con el
peso del filme. Los flashbacks o pesadillas en los que aparece la madre de una
de las chicas, lejos de aportar, no solo resultan inconsistentes sino además
confusos por momentos. Este personaje es interpretado por Saba, quien luego de
El vientre pareciera particularmente entusiasmada por el género. Aparte de
Contreras, el único actor adulto que aparece es Javier Valdez como el papá.
Estrenado curiosamente en Jueves Santo, eso es La cara del Diablo. Solo un
intento de hacer terror en el Perú.