Escribe:
Raúl Lizarzaburu
Luego de
un comienzo prometedor, con algunos trabajos interesantes en los años ochenta y
noventa (Subway, El perfecto asesino, en especial Nikita), el francés Luc
Besson lamentablemente continuó una carrera irregular, paseándose por diversos
géneros como la ciencia ficción (El quinto elemento), la aventura (la inflada
Azul profundo), y el histórico (Juana de Arco). Una familia peligrosa (The
Family, 2013), coproducción francoamericana, híbrido de humor y acción, es su
último título estrenado como director (su carrera abarca infinidad de trabajos
como guionista y productor).
Besson
además coescribe el largo que comentamos junto a Michael Caleo, basado en la
novela Malavita (nombre del perro de la casa, con el que esta película se ha
estrenado en algunos países), cuyo autor, Tonino Benacquista, está muy ligado
al cine. El protagonista es Giovanni Manzoni, un capo mafioso que bajo el
nombre de Fred Blake (Robert de Niro), se acoge al sistema de protección de testigos
por el cual debe mudarse, sin muchas comodidades, a un pequeño pueblo en
Normandía junto a su esposa Maggie (Michelle Pfeiffer) y sus hijos adolescentes
Bell y Warren (Dianna Agron-Jon D’Leo).
Antes de
instalarse en su nuevo domicilio, una casona que no tiene ni dirección, Fred
debe deshacerse de un cadáver, lo que nos da una idea de sus malas
costumbres. Los forasteros estarán
siempre vigilados por dos agentes del FBI dirigidos por un viejo conocido de
Fred (Tommy Lee Jones) que deberá mantenerlo a raya para que no sea descubierto
y convertido con ello en un blanco móvil. Pero la conducta disfuncional del
clan en pleno y sus no muy buenas relaciones con su entorno harán despertar
sospechas sobre ellos en el lugar en poco tiempo.
El
problema de este filme, por más que se trate de un ejercicio de humor y no se
le deba tomar muy en serio, son sus excesos: un ama de casa ofendida que
incendia un supermercado; una chica angelical que de pronto reduce a cinco
jovenzuelos mañosos a raquetazo limpio; un estudiante sinvergüenza que le roba
a los maestros, que chantajea, que trafica con exámenes a cambio de defenderse
de matones; un hombre indignado que es capaz de torturar a un alcalde y volar
un tanque porque el agua de su caño sale turbia (y no solo andan en cosas raras
los miembros de la familia, por ejemplo tienen a una vecina cleptómana).
Mal que
bien, Besson demuestra tener muñeca en las escenas de peleas y en las balaceras
–total, sus mejores películas son las que tienen elementos de acción– como en la
matanza del principio o en el climático enfrentamiento de la parte final.
Martin Scorsese es productor aquí, por lo que no es gratuito el homenaje a
Buenos muchachos, teniendo en cuenta la presencia de Robert de Niro (que de
paso hace una parodia de varios de sus personajes) y la historia de un testigo
protegido por federales. El toque romántico de Belle con su profesor aporta
poco, más bien.
Una
familia peligrosa puede pasar como un divertimento, pero no más. Al mismo
tiempo es otra muestra de lo dispareja que es la obra de Luc Besson.