miércoles, 17 de diciembre de 2014

Carlos Tolentino: “Siento que cada generación crea su teatro y eso es bueno”





“Textos tan imprescindibles como bellos son los de Mariana de Althaus, Celeste Viale, Sara Joffré, Mariana Silva Yrigoyen, entre otros...", dice nuestro entrevistado en las siguientes líneas.



Foto: Rosana López Cubas


Destacado director y académico, a lo largo de este año a punto de culminar, Carlos Tolentino dirigió montajes independientes y obras de teatro que forman parte del circuito comercial. Así, estrenó “Japón” de Víctor Falcón, repuso “Cuatro historias de cama” de Eduardo Adrianzén, cuyo estreno se llevó a cabo en Arequipa con el grupo Teatrando, y también dirigió “Todos eran mis hijos” (Premio Luces en la Categoría Mejor Obra de Teatro 2014) de Arthur Miller, en el Teatro Británico.

Asimismo, hace unos días estrenó “Huéspedes”, con sus alumnos de la Especialidad de Teatro de la Facultad de Artes Escénicas de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). En el 2015, en el Centro Cultural de la Pontificia Universidad Católica, estrenará “Un informe sobre la banalidad del amor” de Mario Diament, magnífica obra basada en el encuentro entre el filósofo nazi Martin Heidegger y la joven estudiante judía Hannah Arendt. Para charlar al respecto Lima en Escena fue en su busca.



Foto: Rosana López Cubas



-Carlos, este 2014 ha sido un año productivo de estrenos, una reposición, un Premio Luces en la Categoría Mejor Obra de Teatro. ¿Qué balance te deja todo este trabajo?

-Me deja grandes reflexiones. Comencé con “Japón” de Víctor Falcón, donde hice una serie de indagaciones formales con el lenguaje teatral empleado, y estoy terminando con “Huéspedes”, que es una experiencia de teatro experimental con mis alumnos de la Especialidad de Teatro de la Facultad de Artes Escénicas de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), donde intervienen un no-especio, como es un hotel. Considero que vivimos en una época en donde las diferentes tendencias escénicas nos obligan a crear cada vez más, nuevas posibilidades en la escena. 

En medio de estos dos montajes, dirigí “Cuatro historias de cama” de Eduardo Adrianzén estrenado en Arequipa con el grupo Teatrando, y su posterior presentación en el Teatro de Lucía, en Lima. Sin olvidar “Todos eran mis hijos” de Arthur Miller, que probablemente fue mi puesta en escena más cercana a lo tradicional, pero donde optuve una inmediata aceptación de público y de críticas. 

Yo, al igual que otros directores, alterno mi labor profesional dirigiendo producciones independientes y también otras, insertadas en circuitos comerciales para targets bien definidos. Sin embargo, en cualquier experiencia artística en la que me comprometo, siempre prevalece mi decisión de trabajar solo y exclusivamente en lo que creo y en lo que me enfrente al desafío.






-Un nutrido número de estrenos se llevaron a cabo este 2014 en las diferentes salas de teatro. ¿Cómo observas el panorama teatral actual?

-El panorama es alentador pero no debemos caer en un juego de ilusiones. En Lima existen aproximadamente unas cuarenta salas de teatro, de las cuales la mayoría solo son empleadas para hacer un solo tipo de teatro. Ese teatro, es el que generalmente se reconoce y premia como mejor teatro, sin embargo, existe el otro teatro, aquel que no tiene recursos mediáticos para venderse, ni tampoco cuenta con intérpretes famosos. Sin embargo posee un elemento primordial en su gestación, y es su rebeldía. ¿Qué es un rebelde? Según Camus, “un hombre que dice no.” Y para mi el teatro, el otro teatro, mantiene aún esa capacidad de proponer un cambio. No le interesa solo entretener o buscar reconocimiento. Se sabe incómodo pero no abandona su tarea. Por eso es necesario su presencia en el panorama teatral.

-Además de director, eres un asiduo espectador y también escribes al respecto. Desde esa perspectiva, ¿qué nos puedes decir sobre la calidad de las producciones teatrales llámese musicales, dramas, comedias…?

-El ejercicio de la crítica teatral o el comentar acerca de lo que veo en teatro, no es sino un compartir mi pensamiento frente al hecho teatral. Soy además de director, un académico que cree que no basta con lo que yo pienso sino que quiero arriesgarlo frente al diálogo abierto. Como decía Facundo Cabral, “Hay ciertas cosas que, para saberlas bien, no basta haberlas aprendido. ” En nuestro medio, el teatro crece pero aún necesita aprender a ser visto y a leer más allá de lo aparente.

 Me causan intranquilidad aquellas personas, que en Facebook o en sus blogs aplauden todo lo que se hace en teatro, y les gusta todo y nunca sustentan nada, por miedo a ser cuestionados o a no ser llamados a trabajar más en el medio. Cada vez más nuestro producto teatral, deberá ser mejor no sólo en lo formal, sino deberá competir en un mercado cultural que no puede ser limitado a Lima, ni mucho menos solo al Perú. No se nace buen espectador, se merece, se cultiva, se aprende.

-Nuestra historia teatral va de la mano del trabajo de agrupaciones y colectivos independientes. Tú lo experimentaste con el grupo Telba. ¿Qué opinas sobre todo lo que se viene explorando en el teatro independiente actualmente?

-Es muy esperanzador ver como las nuevas promociones de alumnos de Artes Escénicas de las diferentes universidades de nuestro país, surgen con una idea empresarial de lo que implica hacer teatro. Pero además ellos se enfrentan a la realidad con una visión muy diferente a mi generación. No esperan que nadie los apoye, y crean sus propios recursos de producción. 

Asimismo, nacen propuestas originales de lo que podríamos llamar productores independientes, y su manera de concebir el fenómeno teatral y la manera de difundirlo. Siento que cada generación crea su teatro, y eso es bueno. No quedarse en repetir más de lo mismo. 

Mi visión -iconoclasta- es que en general, a nuestro teatro, le sería saludable volver a ser político. Entiéndase el término político tal como lo plantea Héctor Levy-Daniel en su libro Teatro: Sentido y política: “La conciencia del entre teatro y contexto histórico es la que de alguna manera permite relativizar la autonomía de la ficción: la obra teatral es un artificio construido según sus propias reglas, pero no puede dejar de establecer un diálogo con la realidad histórica de la que forma parte.”



Recreación fotográfica: Lima en Escena 



-Sobre el tema dramatúrgico. Además de las obras clásicas y contemporáneas hay un especial énfasis en trabajar dramaturgia peruana. ¿Hasta qué punto esta tendencia es favorable para la escena local?

-Yo veo este año que termina, sobretodo como un año de la dramaturgia peruana al fememino, donde gracias a iniciativas -en su mayoría privadas- , se impulsa cada vez más a la creación teatral a partir de la palabra. Textos tan imprescindibles como bellos, son los de Mariana de Althaus, Celeste Viale, Sara Joffré, o Mariana Silva Yrigoyen, para citar entre muchos, que siguen siendo el verdadero germen de nuestro teatro. 

Esa forma de dramaturgia tradicional es correcta, aunque sabemos que el teatro no sólo se construye con la palabra, sino que también existe una dramaturgia de las formas. Las propuestas de Jose Alejandro Ruiz Subauste, de Miguel Rubio, o de Oscar Naters no se limitan a la danza o al teatro-danza sino que crean un nuevo lenguaje que no excluye sino que enriquece y renueva la sensorialidad del espectador. 

Por eso mismo, mi llamado de atención a los organizadores de los premios de dramaturgia, siempre elogiables, pero es necesario que tengan un visión más amplia de lo que es y puede ser el teatro, y tengan el suficiente rigor académico y profesional, y que no se premie sólo por premiar a alguien.


-Como una manera de abrir canteras ahora contamos con tres concursos de dramaturgia. ¿Qué opinas sobre este tema?

-Estas iniciativas van siempre alentadas y seguidas con entusiasmo, pero con la reserva que merece todo concurso. La idea mejor concebida -a mi parecer-  entiendo que es la que propone “Sala de Parto”, donde las obras premiadas siguen una clínica con un dramaturgo que asesora a los escritores premiados en llevar su obra a una ulterior revisión y acabado. El otro tema, es el de la elección de los miembros del jurado, donde casi siempre se barajan los mismos nombres, que dan siempre casi los mismos resultados en sus elecciones. 

No por que elijan a las mismas personas, sino que quienes leen solo leen aquello que estan acostumbrados a leer. Mientras que, les aseguro que en los concursos de este tipo, agrupar un jurado, o comité consultivo multidisciplinario siempre sería lo mejor. Y por último el calendario de presentación de las obras a estos concursos no debería ser competencia entre las instituciones que las auspician, ya que sino es confusión para los participantes y deslealtad hacia el teatro mismo. 

En estos días estoy descubriendo a Paul Auster, quien acierta en la afirmación de que “Los escritores somos seres heridos. Por eso creamos otra realidad.”... Creo que "Los directores de teatro también".

-Sobre el tema de la crítica teatral oficial (El Comercio) e independiente (El Oficio Crítico) se ha reforzado este año. ¿Por qué es importante el papel de la crítica?

-Se supone que la crítica orienta a una lectura más en profundidad, que permite al espectador contextualizar la obra con su época y con los conflictos que plantea. En mi opinión ninguno de los ejemplos citados cumple una verdadera labor de crítica. Puede que sean comentaristas o periodistas de espectáculo bien intensionados. Pero no críticos y nos hacen falta. 

Recuerdo nombres como los de Alfonso La Torre, o Hugo Salazar, quienes me enseñaron al igual que a otros tantos que una crítica inteligente nunca ofende.  Al terminar este año nos deja huerfanos “La Lupe”, una revista de investigación sobre la artes escénicas, que no pudo ni crecer ni menos sobrevivir por la falta de apoyo económico.

-¿Qué proyectos vienen para este 2015?

-Estoy ensayando “Jardín de colores” de Maricarmen Sirvas, que debuta en la Alianza Francesa de Miraflores. Asimismo, para mediados del proximo año, estrenaré en el Centro Cultural de la Pontificia Universidad Católica, la obra “Un informe sobre la banalidad del amor” de Mario Diament. Esta magnífica obra está basada en el encuentro entre el filósofo nazi Martin Heidegger y la joven estudiante judía Hannah Arendt. Pero además de lo citado anteriormente, preparo un viaje de unos días a Buenos Aires y a Montevideo, para trabajar con el dramaturgo con el que venimos preparando una obra musical para el 2016 producida por Tondero.