“Textos tan imprescindibles como bellos
son los de Mariana de Althaus, Celeste Viale, Sara Joffré, Mariana Silva
Yrigoyen, entre otros...", dice
nuestro entrevistado en las siguientes líneas.
Foto: Rosana López Cubas
Destacado director y académico, a lo largo de este año a punto de culminar, Carlos Tolentino dirigió montajes independientes y obras de teatro que forman parte del circuito comercial. Así, estrenó “Japón” de Víctor Falcón, repuso “Cuatro historias de
cama” de Eduardo Adrianzén, cuyo estreno se llevó a cabo en Arequipa con el grupo
Teatrando, y también dirigió “Todos eran mis hijos” (Premio Luces en la
Categoría Mejor Obra de Teatro 2014) de Arthur Miller, en el Teatro Británico.
Asimismo, hace unos días estrenó “Huéspedes”, con sus
alumnos de la Especialidad de Teatro de la Facultad de Artes Escénicas de la
Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). En el 2015, en el Centro
Cultural de la Pontificia Universidad Católica, estrenará “Un informe sobre la
banalidad del amor” de Mario Diament, magnífica obra basada en el encuentro
entre el filósofo nazi Martin Heidegger y la joven estudiante judía Hannah
Arendt. Para charlar al respecto Lima en Escena fue en su busca.
Foto: Rosana López Cubas
-Carlos,
este 2014 ha sido un año productivo de estrenos, una reposición, un Premio
Luces en la Categoría Mejor Obra de Teatro. ¿Qué balance te deja todo este
trabajo?
-Me deja grandes reflexiones. Comencé con
“Japón” de Víctor Falcón, donde hice
una serie de indagaciones formales con el lenguaje teatral empleado, y estoy
terminando con “Huéspedes”, que es
una experiencia de teatro experimental con mis alumnos de la Especialidad de
Teatro de la Facultad de Artes Escénicas de la Pontificia Universidad Católica
del Perú (PUCP), donde intervienen un no-especio,
como es un hotel. Considero que vivimos en una época en donde las
diferentes tendencias escénicas nos obligan a crear cada vez más, nuevas
posibilidades en la escena.
En medio de estos dos montajes, dirigí “Cuatro historias de cama” de Eduardo
Adrianzén estrenado en Arequipa con el grupo Teatrando, y su posterior
presentación en el Teatro de Lucía, en Lima. Sin olvidar “Todos eran mis hijos” de Arthur Miller, que probablemente fue mi
puesta en escena más cercana a lo tradicional, pero donde optuve una inmediata
aceptación de público y de críticas.
Yo, al igual que otros directores, alterno
mi labor profesional dirigiendo producciones independientes y también otras,
insertadas en circuitos comerciales para targets
bien definidos. Sin embargo, en cualquier experiencia artística en la que me
comprometo, siempre prevalece mi decisión de trabajar solo y exclusivamente en
lo que creo y en lo que me enfrente al desafío.
-Un
nutrido número de estrenos se llevaron a cabo este 2014 en las diferentes salas
de teatro. ¿Cómo observas el panorama teatral actual?
-El panorama es alentador pero no debemos
caer en un juego de ilusiones. En Lima existen aproximadamente unas cuarenta
salas de teatro, de las cuales la mayoría solo son empleadas para hacer un solo
tipo de teatro. Ese teatro, es el que generalmente se reconoce y premia como mejor teatro, sin embargo, existe el otro teatro, aquel que no tiene recursos
mediáticos para venderse, ni tampoco cuenta con intérpretes famosos. Sin
embargo posee un elemento primordial en su gestación, y es su rebeldía. ¿Qué es
un rebelde? Según Camus, “un hombre que dice no.” Y para mi el teatro, el otro teatro, mantiene aún esa capacidad
de proponer un cambio. No le interesa solo entretener o buscar reconocimiento.
Se sabe incómodo pero no abandona su tarea. Por eso es necesario su presencia
en el panorama teatral.
-Además de director, eres un asiduo espectador y también escribes al respecto. Desde esa perspectiva, ¿qué nos puedes decir sobre la calidad de
las producciones teatrales llámese musicales, dramas, comedias…?
-El ejercicio de la crítica teatral o el comentar
acerca de lo que veo en teatro, no es sino un compartir mi pensamiento frente
al hecho teatral. Soy además de director, un académico que cree que no basta
con lo que yo pienso sino que quiero arriesgarlo frente al diálogo abierto.
Como decía Facundo Cabral, “Hay ciertas cosas que, para saberlas bien, no basta
haberlas aprendido. ” En nuestro medio, el teatro crece pero aún necesita
aprender a ser visto y a leer más allá de lo aparente.
Me causan intranquilidad
aquellas personas, que en Facebook o en sus blogs
aplauden todo lo que se hace en teatro, y les gusta todo y nunca sustentan
nada, por miedo a ser cuestionados o a no ser llamados a trabajar más en el
medio. Cada vez más nuestro producto teatral, deberá ser mejor no sólo en lo
formal, sino deberá competir en un mercado cultural que no puede ser limitado a
Lima, ni mucho menos solo al Perú. No se nace buen espectador, se merece, se
cultiva, se aprende.
-Nuestra
historia teatral va de la mano del trabajo de agrupaciones y colectivos
independientes. Tú lo experimentaste con el grupo Telba. ¿Qué opinas sobre todo
lo que se viene explorando en el teatro independiente actualmente?
-Es muy esperanzador ver como las nuevas
promociones de alumnos de Artes Escénicas de las diferentes universidades de
nuestro país, surgen con una idea empresarial de lo que implica hacer teatro. Pero
además ellos se enfrentan a la realidad con una visión muy diferente a mi
generación. No esperan que nadie los apoye, y crean sus propios recursos de
producción.
Asimismo, nacen propuestas originales de lo que podríamos llamar
productores independientes, y su manera de concebir el fenómeno teatral y la
manera de difundirlo. Siento que cada generación crea su teatro, y eso es bueno.
No quedarse en repetir más de lo mismo.
Mi visión -iconoclasta- es que en
general, a nuestro teatro, le sería saludable volver a ser político. Entiéndase
el término político tal como lo plantea Héctor Levy-Daniel en su libro Teatro: Sentido y política: “La
conciencia del entre teatro y contexto histórico es la que de alguna manera
permite relativizar la autonomía de la ficción: la obra teatral es un artificio
construido según sus propias reglas, pero no puede dejar de establecer un
diálogo con la realidad histórica de la que forma parte.”
Recreación fotográfica: Lima en Escena
-Sobre el tema dramatúrgico. Además de las obras clásicas y contemporáneas
hay un especial énfasis en trabajar dramaturgia peruana. ¿Hasta qué punto esta
tendencia es favorable para la escena local?
-Yo veo este año que termina, sobretodo
como un año de la dramaturgia peruana al fememino, donde gracias a iniciativas
-en su mayoría privadas- , se impulsa cada vez más a la creación teatral a
partir de la palabra. Textos tan imprescindibles como bellos, son los de
Mariana de Althaus, Celeste Viale, Sara Joffré, o Mariana Silva Yrigoyen, para
citar entre muchos, que siguen siendo el verdadero germen de nuestro teatro.
Esa forma de dramaturgia tradicional es correcta, aunque sabemos que el teatro
no sólo se construye con la palabra, sino que también existe una dramaturgia de
las formas. Las propuestas de Jose Alejandro Ruiz Subauste, de Miguel Rubio, o
de Oscar Naters no se limitan a la danza o al teatro-danza sino que crean un
nuevo lenguaje que no excluye sino que enriquece y renueva la sensorialidad del
espectador.
Por eso mismo, mi llamado de atención a los organizadores de los
premios de dramaturgia, siempre elogiables, pero es necesario que tengan un
visión más amplia de lo que es y puede
ser el teatro, y tengan el suficiente rigor académico y profesional, y que no
se premie sólo por premiar a alguien.
-Como
una manera de abrir canteras ahora contamos con tres concursos de dramaturgia.
¿Qué opinas sobre este tema?
-Estas iniciativas van siempre alentadas
y seguidas con entusiasmo, pero con la reserva que merece todo concurso. La idea
mejor concebida -a mi parecer- entiendo que
es la que propone “Sala de Parto”, donde las obras premiadas siguen una clínica con un dramaturgo que asesora a
los escritores premiados en llevar su obra a una ulterior revisión y acabado. El
otro tema, es el de la elección de los miembros del jurado, donde casi siempre
se barajan los mismos nombres, que dan siempre casi los mismos resultados en
sus elecciones.
No por que elijan a las mismas personas, sino que quienes leen
solo leen aquello que estan
acostumbrados a leer. Mientras que, les aseguro que en los concursos de este
tipo, agrupar un jurado, o comité consultivo multidisciplinario siempre sería
lo mejor. Y por último el calendario de presentación de las obras a estos
concursos no debería ser competencia entre las instituciones que las auspician,
ya que sino es confusión para los participantes y deslealtad hacia el teatro
mismo.
En estos días estoy descubriendo a Paul Auster, quien acierta en la
afirmación de que “Los escritores somos seres heridos. Por eso creamos otra
realidad.”... Creo que "Los directores de teatro también".
-Sobre el
tema de la crítica teatral oficial (El Comercio) e independiente (El Oficio
Crítico) se ha reforzado este año. ¿Por qué es importante el papel de la
crítica?
-Se supone que la crítica orienta a una
lectura más en profundidad, que permite al espectador contextualizar la obra
con su época y con los conflictos que plantea. En mi opinión ninguno de los
ejemplos citados cumple una verdadera labor de crítica. Puede que sean
comentaristas o periodistas de espectáculo bien intensionados. Pero no críticos
y nos hacen falta.
Recuerdo nombres como los de Alfonso La Torre, o Hugo
Salazar, quienes me enseñaron al igual que a otros tantos que una crítica inteligente
nunca ofende. Al terminar este año nos
deja huerfanos “La Lupe”, una revista de investigación sobre la artes
escénicas, que no pudo ni crecer ni menos sobrevivir por la falta de apoyo
económico.
-¿Qué
proyectos vienen para este 2015?
-Estoy ensayando “Jardín de colores” de Maricarmen Sirvas, que debuta en la Alianza
Francesa de Miraflores. Asimismo, para mediados del proximo año, estrenaré en
el Centro Cultural de la Pontificia Universidad Católica, la obra “Un informe sobre la banalidad del amor”
de Mario Diament. Esta magnífica obra está basada en el encuentro entre el
filósofo nazi Martin Heidegger y la joven estudiante judía Hannah Arendt. Pero
además de lo citado anteriormente, preparo un viaje de unos días a Buenos Aires
y a Montevideo, para trabajar con el dramaturgo con el que venimos preparando
una obra musical para el 2016 producida por Tondero.