lunes, 11 de mayo de 2015

Lucrecia: una heroína sensible



                                    
El politólogo y médico Ernesto Velit Granda nos sorprende gratamente con Lucrecia (2015) una novela que se inserta en la temática de la guerra interna



    
                                        

Escribe: Carmen Ollé

En los últimos tiempos los autores peruanos han incursionado con respecto a la composición de novelas en el tema de la guerra interna, también llamada época del terrorismo que asoló el territorio peruano durante doce años, hasta la caída de su líder Abimael Guzmán. Si bien, todavía existen algunos reductos donde Sendero Luminoso está activo, fueron esos años, desde 1980 hasta el año 2000, los más sangrientos y tortuosos, con miles de muertos, desaparecidos y mujeres torturadas.

Diversas tramas se escribieron en nuestra narrativa, que van desde el romance entre militares y mujeres activistas, hasta incursiones de periodistas limeños en zonas de sierra desconocidas para los capitalinos y thrillers policial, en los que hallamos personajes psicópatas, militares con problemas de culpa, familias separadas, hermanos acusados de senderistas,  muertos en enfrentamientos con la Policía, entre otros. 

Sobresale en este rubro  algunos escritores como Roncagliolo, Thays, Cueto, Pérez Huaranca, Luis Colchado, además de cuentistas que también abordaron el tema de manera magistral, como “El Cazador”, relato de Pilar Dughi o “Las chicas de la yogurtería”, de la misma autora; incluso una novela  mereció el Premio de las Américas en Puerto Rico: La sangre de la aurora de Claudia Salazar, escritora peruana afincada en EEUU. Daniel Alarcón, quien también radica en USA, es autor de Radio ciudad perdida, que toca el tema desde otro ángulo, los desplazados por la guerra que perdieron contacto con sus familiares y son buscados a través de un programa radial.

En este contexto, el politólogo y médico Ernesto Velit Granda nos sorprende gratamente con Lucrecia   (2015).  Lucrecia es una novela que se inserta en la temática antes mencionada pero desde una óptica particular e interesante:
Lucrecia es una heroína en un poblado rural, hija ilegítima de un hacendado mafioso de origen italiano y de una trabajadora de ascendencia africana a quien criará su abuela ya que la madre huirá con otro hombre para escapar del sufrimiento y de la pobreza.

Lucrecia  desde muy joven se inclina por la filantropía, es decir, dedica toda su juventud a  mejorar la situación de los campesinos, explotados  por el patrón: “Le gustaba pasear de noche por el pueblo, lo hacía casi siempre sola, buscando si había algún abandonado, algún pleito entre vecinos, cualquier cosa que alterara la paz del lugar. (…) pensaba que esa tierra ajena que recogía el sudor de los campesinos, algún día sería propiedad de los que la trabajaban diariamente”.

Heroínas de esta hondura en la novelística nacional hay pocas, incluso María Elena Moyano solo ha sido recreada en algún pequeño relato. Curiosamente,  Lucrecia evoca la fuerza de María Elena aunque si bien parece introyectar algunos ideales de esta mujer que asesinó Sendero, el personaje de Velit Granda es fuerte y dulce a la vez, romántica y luchadora, sin resentimientos hacia sus padres, aunque realista para ubicarse en su medio social; y es que ambas, tanto la Moyano como Lucrecia sabían que la pobreza, el machismo afectan la vida de las mujeres peruanas al extremo de postrarlas, de hacerlas naufragar en el analfabetismo, en la violencia familiar.

 Lucrecia es un personaje complejo, no solo  entregado a conseguir víveres y mejoras para los hijos y sus madres en la hacienda de su padre, sino que aprovecha esta relación con el italiano. Entre los dos existe una extraña atracción pero también rechazo, porque los protagonistas de esta novela no son maniqueos ni estereotipados. Lucrecia es soñadora y el italiano mafioso guarda por la hija un sentimiento que nunca se atrevió a reconocer como amor paternal.

El clímax irrumpe en este texto muy bien narrado cuando las primeras acciones de la guerra interna empiezan a señalar a todos aquellos que luchan por la igualdad social como presuntos terroristas, en ese sentido Lucrecia, mujer bella e inteligente es amenazada por autoridades y hacendados de la región, que la acosan sexualmente, instándola a abandonar sus obras de ayuda a los pobres. A la muerte del padre mafioso, Lucrecia no podrá contar con más colaboración de parte de este, pero se enterará de los sentimientos encontrados de su progenitor, ella también tratará de elucidar su muerte violenta, y trata de limpiar su memoria, pues se dijo que fue un crimen pasional.

Por ello, las cuitas de Lucrecia también están vinculadas a su ser mujer, a su naturaleza sentimental, a la que no ha renunciado, pese a reconocer que su verdadero destino es el de ser guía y líder de su pueblo. El encuentro azaroso con una madre degradada que consideraba perdida no se resuelve del todo, pero se deja entrever y en ese punto la novela alcanza un nivel dramático que debe destacarse, ya que Ernesto Velit Granda no ha querido solamente relatar una época trágica de nuestra historia, sino crear personajes vívidos, intensos, y sobre todo una Lucrecía, que pese a su extracción social humilde, es un alma sensible que se enfrenta a una época  donde impera el mal, la desconfianza. No obstante, Lucrecia conocerá el amor,  pero será un amor sin suerte, pesaroso, porque los terroristas y los militares la tenían en la mira.

Lucrecia es otra manera de abordar el asunto de la guerra interna, a través de un personaje femenino que sobresale en el concierto de la narrativa contemporánea por su belleza espiritual y física, pero sobre todo por su valentía y  espíritu de lucha. Narrada con solvencia, agilidad, la novela de Ernesto Velit Granda conmueve y atrapa al lector desde  el comienzo.


Lucrecia
Autor Ernesto Velit Granda
Universidad Nacional Mayor de San Marcos
Fondo de carátula: Sin título. Natalia Velit. Óleo sobre tela. Técnica mixta.
 Fondo Editorial, Lima, enero 2015
181pp.