Alguna vez traté de
“experimentar” con el lenguaje y solo conseguí poemas ininteligibles que jamás
me dejaron satisfecha. Por eso prefiero que mi lenguaje sea transparente, nos dice la autora del poemario Estrellas en el cielorraso, en la presente interviú
Este año, la poeta y narradora Gloria Portugal publicó el
poemario Estrellas en el cielorraso
(Paracaídas, 2016), libro que la crítica elogió en su momento. Justamente sobre
el citado poemario el poeta Miguel Ildefonso señala: “Estrellas en el
cielorraso, que viene para abordar, sin distracciones, de modo directo, un tema
que nos compete a todos, a todos los que pertenecemos a este país que carece de
una historia bien contada, de una historia verdadera: cómo construimos esa
historia, nuestra historia personal y colectiva. Ese es el asunto bajo todos
estos poemas que aparentan recuerdos o simples anécdotas cotidianas. Es la
memoria sentimental de un sujeto poético que se enfrenta a ese olvido forzado y
a esa impostura social en la que está sumido el mundo hoy en día”.
Ganadora también del II Concurso Nacional de Poesía de Mujeres Scriptura y de la VI Bienal de Cuento Infantil del ICPNA, con el relato "Cuatrojos", Gloria Portugal nos habla sobre su último libro de poesía.
Ganadora también del II Concurso Nacional de Poesía de Mujeres Scriptura y de la VI Bienal de Cuento Infantil del ICPNA, con el relato "Cuatrojos", Gloria Portugal nos habla sobre su último libro de poesía.
-Gloria, desde la
publicación de tu primer poemario Insanías y el reciente Estrellas en el
cielorraso, hay un cambio sustancial en tu poética. ¿Cómo se fue cimentando
este reciente texto poético?
-En mi segundo libro, Estrellas en el cielorraso, he rescatado
algunas anécdotas familiares, bastante antiguas, de las que no me había logrado
desprender a pesar del tiempo. El resto de circunstancias que aparecen en este
poemario reflejan aspectos de mi realidad inmediata, con todos sus personajes y
artilugios. Uno suele escribir de lo que tiene a su alcance y de lo que conoce
un poco.
-El ingrediente
ciudad también se denota a lo largo de la geografía de Estrellas en el
cielorraso…
-Bueno, yo nací en Trujillo y de niña viví muchos años en
Rioja, una hermosa ciudad de la selva, donde, entre otras cosas, son comunes
los arcoíris o los cielos estrellados. Acostumbrarme a Lima a donde llegué
hace unos cuantos años, después de haberme pasado casi toda la vida en provincia,
no ha sido fácil. Creo que al fin he conseguido adaptarme, pero sigo añorando
esas expresiones de la naturaleza. El
poemario, en general, pretende mostrar, no tanto la nostalgia por esas
vivencias, sino los engaños a los que se puede recurrir para consolarse de esas
carencias.
-También nos
envuelve estas imágenes donde la estética kitsch se pone de manifiesto. Háblanos
sobre esta necesidad de apelar a estos elementos coloridos.
-Es un tributo a todos estos objetos que nos hacen
felices aun careciendo de valor económico. Siempre me ha fascinado la idea de
que, en alguna medida, la belleza se puede fingir. Las imitaciones a veces son
más hermosas que el objeto que imitan. Las perlas de plástico, por ejemplo,
pueden verse más perfectas que las de verdad. Lo mismo las estrellas
fosforescentes que se pegan en los techos y brillan en la oscuridad. Creo que
hay mucha poesía en eso.
-Haces gala también
de ironía, una ironía guasona, como lo podemos apreciar en el poema Venus de
Willendorf…
-Este poema aparentemente es sobre mi madre pero en
realidad lo escribí pensando en mi hijo. Es él quien cuenta la historia. Mucho
tiempo estuve obsesionada con el tema del sobrepeso y veía su desconcierto. Yo
soy la Venus de Willendorf. Retomando el tema de la ironía y el humor diría que
son la única forma que encuentro de quitarle el sentimentalismo a las cosas que
cuento cuando escribo. La ironía también me es muy útil en la vida diaria. En
circunstancias difíciles, en vez de llorar es preferible reír.
-El poema Si mi casa
pudiera hablar tiene una magia…
-Siempre que salía de viaje no podía evitar pensar qué
estaría “haciendo” mi casa. Le di muchas vueltas al asunto hasta que llegué a
la conclusión de que seguro disfrutaba esa ausencia porque descansaba de sus
molestos ocupantes. Finalmente, escribí el poema a principios de este año. Es
uno de los que más me gustan porque pude decir bastante en relativamente pocas
líneas.
-Por el tratamiento sobre
el mundo familiar o los personajes típicamente urbanos, asocian el estilo de Estrellas
en el cielorraso al de Dickinson y Whitman. ¿Qué nos puedes decir al respecto?
-Ambos creían que es posible encontrar belleza en las
pequeñas cosas de la vida doméstica. A Emily la he frecuentado más que a Walt,
y lo que me ha impresionado de ella es su talento para producir un gran efecto
en el lector con medios simples, con pocas palabras. Alguna vez traté de
“experimentar” con el lenguaje y solo conseguí poemas ininteligibles que jamás
me dejaron satisfecha. Por eso prefiero que mi lenguaje sea transparente,
aunque tal vez sea demasiado llano.
-A través de tu
poemario has realizado una reconstrucción del pasado. ¿Fue una necesidad o una
forma de catarsis?
En un principio, sí, especialmente los poemas
relacionados con el tema familiar. Las primeras versiones de esos poemas eran
un poco viscerales. Dejé que pasaran por el filtro del tiempo hasta que
consiguieron la forma que hoy tienen. Me parece que, por sí mismas, las
catarsis carecen de valor artístico. Es necesario quitarles el exceso de
dramatismo a los poemas, para evitar que se conviertan en quejas desagradables.
Hay mucho de eso en mi primer libro. La excusa es que los poemas de Insanías los escribí en la adolescencia,
y nunca pensé que ganarían un concurso.
-La poesía como
oficio no estaba entre tus planes… ¿Qué pasó? ¿Qué te movió para escribir?
Publicar un libro fue un sueño que tenía desde niña,
puesto que a los libros siempre los he considerado mis objetos favoritos.
Gracias al Concurso Scriptura, ese
sueño se pudo realizar, aunque, en mi opinión, no se trate de un poemario extraordinario.
Pero el hecho de tener un libro
publicado me planteó el reto de seguir y hacer las cosas mejor que antes. Estoy infinitamente agradecida a la Comisión
de Escritoras del PEN Internacional del Perú, las organizadoras del concurso,
quienes cada año fungen de hadas
madrinas. Sé que las ganadoras de las otras versiones del concurso comparten mi
opinión.
-José Watanabe, es
un poeta con el cual has establecido un vínculo…
-Me gusta la poesía de José Watanabe por su claridad y
por su extraordinaria capacidad de encontrar belleza en escenas comunes y
corrientes. Es un creador de imágenes memorables. También me gustan mucho
Javier Sologuren, Eielson y Blanca Varela. Hace unos años descubrí a Wisława
Szymborska y se convirtió en mi favorita. También tiende a la claridad. Tiene
poemas magníficos que, a pesar de haber sido escritos en lengua polaca, llegan
a nuestro idioma manteniendo su fuerza. Podría
vivir releyéndola.
-Gloria ¿qué nos
cuentas de "Cuatrojos", relato ganador de la VI Bienal de Cuento
Infantil del ICPNA?
-Es un cuento que
escribí sin intención de que fuera infantil. Es la historia de una niña exageradamente
miope. Sus lentes también son grotescos y son motivo de burla para sus hermanos
y sus compañeros de clase. Al ser repudiada por los demás, la niña se refugia
en los libros. Eso me parece lo más bonito de la historia. Cuando terminé de
escribir me quedé muy contenta porque no era un cuento triste, es más, las
peripecias de esta niña eran muy divertidas. Entonces lo presenté a la Bienal de Cuento Infantil del ICPNA,
porque el premio involucraba su publicación ¡Y ganó! La publicación está
tomando tiempo porque será una edición ilustrada y bilingüe. Espero que sea
pronto.