La metáfora del vampirismo nos desnuda y
nos hace ver nuestros límites, dice en el presente comentario el crítico de
teatro Luis Paredes
Escribe: Luis Paredes
Bárbara Colio es una joven dramaturga mexicana que nos
pone en su obra de teatro Casi Transilvania al borde de una película de vampiros. Lo hace con
toda la intencionalidad del mundo y con la certeza de manejar al dedillo
el género de terror en la pantalla y en la hoja de papel u ordenador o donde lo
plasme.
Alberto Isola, conocido además de teatrista como cinéfilo ha acogido
con gran placidez el texto de la Colio y le ha dado un vuelo aún mayor. Claro
con la complicidad de cuatro excelentes actores: Urpi Gibbons, Carolina
Barrantes, Tati Alcántara y Sergio Llusera.
La obra transcurre exactamente como transcurriría una
película. Al comienzo se apagan las luces, y como en las salas de cines
antiguos, el telón se abre sobre el écran para dar inicio a la magia. Ese dato
me imagino que también ha sido prefijado por la dirección de Alberto. Es muy
interesante ver cómo estos elementos cinematográficos se fusionan con el
lenguaje teatral.
En pocos instantes estamos sumergidos en el mundo del
cine y es éste precisamente el que les presta los argumentos para desde este
paradigma esgrimir todos los sentidos atribuidos al montaje y fruto de esta
estrecha relación con el mundo del cine aparecen las siguientes ideas que
traspasan la inmediatez de la anécdota.
Julia (Urpi Gibbons) habla frente a una cámara sobre
ciertas cosas relacionadas con su actividad de escritora y lo hace con esa
seguridad que le da la experiencia, pero además urgida por una especie de afán
de quedar bien, de no transgredir las distancias que la separan de sus
eventuales lectores o espectadores. Es hija de una actriz famosa, llena de
excentricidades, como la de ir de vacaciones a Transilvania.
La obra deja sutilmente aparecer la impronta del
vampirismo. Los síntomas de los vampiros van apareciendo primero
jocosamente y luego se van internalizando en los principales personajes. Hugo
(Sergio Llusera), es un cineasta muy preocupado por su película, también por su
nombre y últimamente por una dolencia que lo conduciría inevitablemente a la
tumba. El tiempo se le escapa de las manos. Otra vez el sentido de lo
cinematográfico inunda la obra y nos hace presa de todos esos miedos que rodean
a quienes se dejan seducir por ese medio hasta despersonalizarse….
Casi Transilvania es algo más que esto…Es la revelación
de una lucha permanente con nosotros mismos por sobrellevar los miedos, las
angustias y todo aquello que nos convierte en presa fácil del destino y de
cuanta teoría de la existencia se nos presente por allí.
El otro personaje es una actriz sin nombre…Una joven que
se cree con las cualidades de una gran actriz y lucha por ser reconocida.
Lograr un nombre que la catapulte al
“éxito” y para ello ha recurrido a armas lícitas y de las otras. Tati Alcántara,
representa este personaje con mucho acierto por los muchos momentos en que hace
lucir su temperamento que parte de su frustración y se estrella con las decisiones de los otros.
Ella es una chica que se psicoanaliza para dominar sus pulsiones agresivas.
Francisca (Carolina Barrantes) es la que está más
instalada en la realidad. Ella es lo que es: una camarera que Hugo quiere
involucrar en su película. Una camarera que vive su vida zaherida por las
historias del destino que cree a pie juntillas. Digo que es la realidad, pues
se contrapone a la actriz y a la autora. Tres dimensiones significativas dentro
de la obra que expresan un mundo dividido también en esa perspectiva. Tenemos:
el vampirismo, el cine y las dimensiones de estos personajes que cada uno se revela
como más particularmente inquietante que el otro.
El retrato de la realidad que pinta Casi Transilvania es
una imagen precisa por lo visceral, de pesadilla, con puntuaciones bastantes
desencantadas, con aseveraciones sobre el género humano bastante duras pero que
se ajustan a la sensación que debe producir una sociedad en que pulula tantos
seres que se mienten a sí mismos, tantos seres engañados por otros y tantos
otros que aparentemente llevan la rienda del engaño. La metáfora del vampirismo
nos desnuda y nos hace ver nuestros límites. Horrorizarnos frente a nosotros
mismos y tomar sentido cada cual de su thriller portátil y perenne dentro de sí
mismo.
Temporada: del 02 de mayo al 7 de junio
Días de función: de jueves a lunes a
las 8 p.m.
Lugar: ICPNA de Miraflores
Av. Angamos Oeste 160, Miraflores
Venta de entradas: Teleticket de Wong y
Metro
Los días de función en la boletería del teatro