Una magnífica fusión de comedia y drama
Escribe: Luis Paredes
La obra que acaba de estrenar Osvaldo
Cattone en el Teatro Marsano deja impregnada una huella de ternura y reflexión
en el público. Pone el dedo en la llaga a todas esas familias que obvian la
demostración de los afectos mutuos y enfoca lo que pasaría cuando
repentinamente uno deja este mundo.
En una magnífica fusión de comedia y
drama sus actores nos convencen de la muerte de un hombre que va a tardar en
darse cuenta que está fenecido. Es que Cattone se rodea siempre de magníficos intérpretes
que lo acompañan a emprender cualquier montaje de interés. Y éste no es la excepción. Tenemos a Attilia Boschetti que es su mujer
italiana; Sandra Bernasconi que representa a su hija; a Paco Varela que es su
hermano menor. Pero también está Nicolás Fantinato que es su amigo músico que
viene del más allá a llevárselo.
La lección moral de esta comedia
argentina escrita por Alicia Muñoz está bien expresada en el montaje y deja una
huella de ternura al ver como este hombre se arrepiente de no haber sido
demasiado amoroso con sus seres queridos. La forma divertida en que se enfocan
determinados tópicos nos hacen ver que estamos frente a una dramaturga que sopesa
muy bien sus personajes y los envuelve de ese encanto milonguero que hacen de
la pieza una verdadera depositaria de lo argentino como estilo y riqueza
cultural.
La obra termina cuando Osvaldo Cattone
en el rol principal parte al encuentro de otros músicos que lo reciben
apoteósicamente cuando ya ha comprendido en el fondo la dulzura y la amargura
del vivir.