"Aquí nuestros colegas hacen teatro porque aman la especialidad e incluso se forman para asumir la enseñanza y así sacar adelante a sus familias...", dice nuestra invitada en la presente entrevista
Fotos: Rosana López Cubas y la A.A.A.
Actriz, titiritera y directora de teatro, Ana Santa Cruz nos sorprendió gratamente con su reciente actuación en “En el jardín de Mónica”, pieza original de la dramaturga Sara Joffré y último estreno teatral de la Asociación de Artistas Aficionados (A.A.A.) que se repone justamente en abril próximo.
Si bien Ana ha destacado como actriz en una serie de montajes dirigidos por José Enrique Mavila, Alfonso Santistevan, Beto Romero, entre otros, lleva más de 15 años laborando en el Teatro de Títeres, oficio con el cual ha tenido la ocasión de pasear por diversos países del mundo mostrando sus espectáculos.
Como se sabe, Ana divide su estancia entre España, país en donde radica y Perú. En estos momentos se encuentra en Lima ofreciendo el Taller de títeres corporales y animación de objetos. Precisamente aprovechamos su reciente visita para charlar sobre su trabajo artístico.
-Anita, observar tu trabajo como actriz al lado de Ximena Arrollo en El jardín de Mónica nos refrescó la memoria. Pensé que estabas dedicada exclusivamente a tu actividad como titiritera...
-A mí también me sorprendió sobremanera la invitación de mi amiga Ximena Arroyo para participar en el Jardín de Mónica, proyecto teatral de la Asociación de Artistas Aficionados.
-¿Por qué te sorprendió?
-Porque usualmente se solicita a los actores que figuran en la cartelera o sencillamente a quienes “están de moda”. Hacía mucho tiempo que no trabajaba personajes dramáticos y aproveché mi larga estadía en el país para aceptar el papel y asumir el reto. Sinceramente agradezco a todo el equipo de la obra por esta valiosa oportunidad.
-¿Desde cuándo no interpretabas un papel dramático?
-No hago un papel dramático desde el 2004. Ese año trabajé en “Las troyanas”, un interesante montaje del colectivo La Resistencia que dirige Beto Romero. En el país este grupo destaca porque sus proyectos teatrales están totalmente alejados de lo comercial lo cual me parece meritorio.
-Eres una actriz que apuesta por proyectos teatrales no convencionales, sin embargo, también te involucras en una obra clásica, ¿por qué?
-Durante toda mi carrera como actriz he trabajado en montajes independientes y convencionales. En las dos modalidades estudio mis papeles con dedicación y disciplina. A propósito de tu pregunta recuerdo que también hice un trabajo de danza en la playa con la bailarina Soledad Piqueras. Es interesante hacer cosas distintas y asumir los retos de proyectos fuera de lo común. ¡El tema es arriesgar!
-¿En qué momento decides involucrarte con el Teatro de Títeres?
-El 2004 tuve la ocasión de viajar a la XXIV Feria Internacional de Sevilla-España. Durante mi participación accedí a todos los espectáculos en donde se fusionaba el Teatro de Títeres con la actuación, la danza, la magia, el clown y el circo. Me quedé fascinada. Descubrí un tipo de arte multidisciplinario en donde se integraban otras artes escénicas al ejercicio del Teatro de Títeres. Es justamente en este Festival que participé en el Curso “Un Director en Acción” impartido por Massimo Schuster, un maestro titiritero italiano. Toda esta experiencia me permitió fusionar mi trabajo de actriz con el de titiritera.
-¿Podríamos afirmar que después de tu viaje a España das el gran salto al Teatro de Títeres?
-El gran saltó lo di cuando viajé al Festival de Sevilla-España. Postulé a una beca que me permitió seguir un taller y apreciar los espectáculos. Regresé al Perú motivada. Antes de mi viaje tuve la suerte de conocer al reconocido mimo y titiritero peruano Hugo Suárez quien a mi retorno empezó un proyecto teatral con un artista italiano. Me invitó y acepté trabajar con él. Ensayamos a tiempo completo durante nueve meses. Hicimos unas funciones previas en Lima y estrenamos en el Festival Titirimundi, un festival importante en la ciudad de Segovia-España. Con este espectáculo y la compañía de Hugo Suárez trabajé alrededor de cinco años y viajamos por diversos países del mundo.
-¿A partir de esta experiencia empiezas a dinamizar tu labor de actriz y titiritera?
-Claro. Fusionar mi labor de actriz y de titiritera ha dado como resultado un excelente trabajo de animación en donde convergen todas estas disciplinas.
-¿Después creas y produces tus propios espectáculos?
-Sí, me puse a trabajar mis espectáculos de títeres. Empecé a crear mis números en mi casa. Hice uno de cinco minutos, otros de diez y así…Como Ana Santa Cruz tengo tres espectáculos: Revoltosas manobritas, Mishi Mushi y los ratones y El Teatro más pequeño del Mundo.
-El oficio del titiritero se ha desarrollado notablemente. Como bien nos cuentas incorpora otras disciplinas haciéndolo más dinámico. Países como Argentina, Brasil, tienen una labor sostenida. ¿Cómo observas este arte actualmente?
-El desarrollo del títere en Brasil es impresionante. No siempre fue así. Según me refiere mi compañero quien también es titiritero, durante los ochentas en España el Teatro de Títere no tenía la formación que tiene ahora. El recuerda que llegaron a Sevilla artistas latinoamericanos los cuales tenían un buen nivel de trabajo en actuación y en títeres. Así se fusionan la Escuela de Títeres y la de Actuación. Estas empezaron en la ciudad de Sevilla y se propagaron por toda España y otros países de Europa. Fue así como se fortalecen y empiezan a desarrollar un excelente trabajo.
-El Teatro de Títere en el Perú es incipiente. ¿A que le atribuyes este fenómeno?
-Nuestro segmento artístico vinculado a las artes escénicas es cerrado y convencional. Los actores no van a ver espectáculos de títeres y viceversa. El teatro local hace un buen trabajo pero todo se reduce a un teatro recurrente y convencional. Igual sucede con los títeres. Nadie arriesga por temor a perder al público. Nadie apuesta por un cambio. Necesitamos contar con propuestas teatrales más atrevidas. Tenemos que apostar por la creatividad e innovación. Mientras no arriesguemos seguiremos en retroceso.
-¿Cómo están trabajando los grupos de títeres locales?
-Los grupos de títeres peruanos que han salido de giras por otros países hacen un buen trabajo de dramaturgia, puesta en escena y estética. Los ayudó mucho intercambiar con sus pares internacionales. Aún no trabajamos teatro y títeres, sin embargo, observo solidez en sus espectáculos.
-Desde el surgimiento de Kusi Kusi hasta el momento, ¿cómo ha cambiado la labor del titiritero?
- Nosotros tenemos pocos grupos y artistas dedicados a los títeres. No hemos crecido. Somos un segmento pequeño. No hay un intento por unificarnos y buscar la consolidación de manera individual o grupal para poder desarrollarnos de manera sostenida.
-¿El Perú cuenta con una tradición titiritera?
-Nuestra tradición es pequeña. Hay versiones que sostienen que en el antiguo Perú sí había una tradición representada a través de imágenes, deidades, personificadas por muñecos. Este tema se debe investigar más a fondo y realizar estudios al respecto.
-¿Alguna vez se te cruzó la idea de ser titiritera?
-Jamás imaginé ser titiritera. Cuando estudiaba teatro en el TUC llevé un curso de títeres con Walter Zambrano. Me gustó la experiencia como parte de la carrera y seguí con la actuación y la dirección.
-Trabajas espectáculos de títeres tanto para niños como para adultos. ¿Cómo percibes cada una de estas disciplinas artísticas?
-El teatro de títere para niños es una actividad mágica. Los chicos se quedan maravillados con estos espectáculos. Algunos me han conmovido porque terminan identificándose con los personajes. Los espectáculos de títeres para adultos es más de reflexión y también tiene su encanto.
-Volvamos al tema del teatro y a tu papel de actriz. ¿Piensas seguir con la actuación?
-Me encantaría. Uno de mis planes es hacer un monólogo.
-Tu personaje“En el jardín de Mónica” fue perfecto y a decir del crítico Lucho Paredes fue el contrapunto preciso para Mónica (Ximena Arroyo)
-Me enamoré del personaje y me dediqué a trabajarlo y enriquecerlo. El resultado final fue lo que el público pudo observar en escenario.
-¿Qué nos puedes decir sobre “En el jardín de Mónica” ahora después de su estreno?
-Trabajar en esta obra me ayudó a conocer a Sara Joffré. Conocí a Sara en el plano amical. Charlaba con ella. Como directora estrené “La doncella, el marinero y el estudiante”, una pieza de García Lorca en la Noche de Barranco y Sarita nos visitó para ver la obra. No me crítico la obra sino la música. Antes trabajamos de manera rudimentaria, la tecnología no estaba tan desarrollada como ahora y la parte de la música estaba llena de imperfecciones técnicas. A ella no le gustó y no tuvo reparos en decírmelo.
-¿Reponer esta obra es visibilizar la figura de Sara Joffré?
-A Sarita no le agradaban los homenajes, sin embargo debo de reconocer que Mónica es Sara. Todo el mundo decía que era una loca pero a ella no le importaba. Sara era juvenil. Recuerdo que una vez la encontré en el Cine Club del Museo de Arte en compañía de sus amigos, unos jovencitos punk. Ella ha sido una mujer moderna y sin prejuicio. Una mujer admirable y vital. Se llevó muy bien con los jóvenes. Una amiga filósofa me comentó que ella llegaba a San Marcos en una bicicleta vieja y los cabellos alborotados. Así era Sarita, irreverente.
-Una última consulta para terminar. ¿Consideras que las condiciones del artista independiente han cambiado?
-En nuestro país ha mejorado un poco. Hace años trabajaba en un colegio y mi labor de actriz o titiritera lo alternaba con la enseñanza. Ahora muchos compañeros se dedican a la labor académica y salen adelante. Aquí en el Perú se hacen las dos tareas para poder vivir. En otros países sí se puede vivir del teatro o las diversas actividades afines a las artes escénicas. Aquí nuestros colegas hacen teatro porque aman la especialidad e incluso se forman para asumir la enseñanza y así sacar adelante a sus familias.