Autora de Camping en el país de las maravillas nos habla sobre los cambios
que ha experimentado su escritura a propósito de su experiencia como madre
Fotos: Rosana López Cubas
Han pasado dos años desde que la joven
poeta Rebeca Urbina Balbuena publicara su primer libro Camping en el país de las maravillas (Carpe Diem Editora), poemario que destaca por su
frescura y originalidad. Además de ganar el IV Concurso de Poesía de Mujeres
SCRIPTURA, la citada ópera prima se alzó con el Premio Luces de Poesía 2014.
Actualmente Becky, como cariñosamente
se la conoce en el contexto literario, está abocada a la crianza de su pequeño
Vicente y a sus labores literarias. Justamente para conmemorar estos dos años
de la publicación de Camping en el país
de las maravillas, Lima en Escena sostuvo una refrescante entrevista con la
autora.
-Después de la publicación de tu primer poemario Camping en el país de las
maravillas, llegó Vicente, tu pequeño hijo. Recogiendo esta nueva experiencia
como mujer, madre y poeta. ¿Cómo ha cambiado tu escritura?
-Mi vida y poética dieron un vuelco a
propósito de la llegada de Vicente, mi hijo. Ser madre es una experiencia
fuerte. Todo se transformó. Cambió mi forma de concebir y entregarme a la
poesía… Cuando me doy un tiempo para leer poesía, inconscientemente mi lectura
se orienta muchas veces desde la perspectiva de la maternidad, la infancia.
Ahora, mi escritura se relaciona también con esos temas y cuando escribo de
otros temas, por ahí aparece alguna palabra ligada a la maternidad como un
guiño involuntario.
-¿Existe un hilo conductor entre el nacimiento de un libro y el de un hijo?
-En mi caso llegaron casi juntos, el
libro en marzo y mi hijo en julio del 2014, por lo que fueron meses de muchas
emociones, ansias, expectativas. Suelo decir que mi hijo es mi mejor poema, es
la forma en la que siento que la vida también es poesía y viceversa. Un libro
surge a propósito de una lírica concebida desde la imaginación. En el caso de
mi primer libro, éste reúne algunos poemas de larga data y otros que surgieron
a partir de mi experiencia con algunos talleres de Miguel Ildefonso o Victoria
Guerrero Peirano. La llegada de un hijo es la suma de otras experiencias, igual
de mágicas y placenteras como la poesía.
-Descubrimos tu poética a partir de la publicación de Camping en el país de
las maravillas, sin embargo, ignoramos desde cuándo escribes…
-Empecé a escribir desde la época del
colegio, tenía 9 años aproximadamente. Esta experiencia partió de la iniciativa
de mi padre quien me brindaba una variedad de libros de literatura para leer.
Precisamente como consecuencia de esta experiencia me gusta la narrativa
también. De niña leí los clásicos de la literatura para niños, cuentos,
relatos, entre otras historias. Con respecto a poesía, uno de los primeros libros
que llegó a mis manos fue Veinte poemas de amor y una canción desesperada de
Pablo Neruda. Tenía 13 años y altas dosis de romanticismo adolescente.
-Observo que eres una seguidora de la poesía peruana, especialmente de los
noventas. ¿Cómo se da este vínculo?
-Al terminar la secundaria y empezar la
Universidad empecé a leer más poesía, sobre todo peruana. Emilio Adolfo
Westphalen, Jorge Eduardo Eielson, Blanca Varela, José Watanabe, Carmen Ollé.
Luego vinieron los poetas de los noventas, como Victoria Guerrero, Miguel
Ildefonso y años después pude leer también a Roxana Crisólogo, Xavier Echarri,
Lorenzo Helguero, Lizardo Cruzado, Martín Rodríguez Gaona, sintiendo mucha
afinidad con todos estos poetas surgidos en los noventas, a pesar de la
diversidad entre sus estilos. Simultáneamente descubrí algunos títulos más de
autores como Charles Simic, Tomás Transtromer, Mary Jo Bang, Ruth Fainlight.
-Justamente en tu primer libro parafraseas a autores como Victoria
Guerrero, Blanca Varela, José Watanabe, Charles Simic, Tomás Transtromer. ¿Es
el reflejo de las influencias?
-Uno es siempre deudora de sus
lecturas. De hecho todos los poetas que he leído y me interesan han
influenciado consciente o inconscientemente en mi escritura. En este libro
algunos poemas deben recoger algo de esta influencia de mis autores preferidos.
-Centrémonos en tu libro. Las relaciones familiares y el tema de la memoria
son los ingredientes principales de tu poética…
-La memoria en mi poética es un tema
importante. El libro es una extensión de diversas etapas de mi vida. Infancia,
adolescencia, juventud, adultez. La
infancia influyó en lo que soy ahora y creo que en mi poética hay algo de su
candor, su ternura y lo lúdico. La imagen materna también es intensa. Mis
padres se separaron siendo chica y la imagen de mi madre sin duda es
influyente. Observarla salir adelante con la crianza de su hija y su hogar me
marcó.
-Becky tu libro nos ofrece cuatro secciones con temas diferentes en cada
capítulo, en donde tu escritura sobre temas diversos nos hace gala de la
ironía, la metáfora…
-Sí, siento que mi poesía se basa mucho en lo
cotidiano para intentar abarcar los grandes temas, es irónica y lúdica, no soy
ni pretendo ser una poeta maldita.
-En todo caso tiene una particular mirada de las cosas simples que te
rodean... desde los individuos hasta los animales como el poema Parque Kennedy
-Este poema es una metáfora sobre el
amor, los apegos… Solía leer y escribir sentada en una banca en el Parque
Kennedy. Durante todo este tiempo se me acercaban gatos que me acompañaban y
luego se iban cuando alguien le ofrecía algo de comer. El gato que te seduce y
luego se va.
-Boceto de teología es abiertamente un canto a la libertad
-Más allá de hablar sobre Dios, la biblia,
de lo prohibido, intento mostrar a un ser supremo que nos motiva a amar, a
conocer y a ser libres.
-Producto de tu experiencia de laborar en un Banco surgieron poemas
referidos a esta rutina laboral…
-Sí, las farsas cotidianas. La
experiencia de oficinista, el trabajo burocrático. He trabajado once años en un
banco y llegó un momento en que no pude más con toda esta rutina y deseaba por
sobre todas las cosas apagar las luces de la rutina.
-Hasta que así fue ¿no?
-Sí. Ya no trabajo ahí y realmente me
siento más tranquila…
-Archipiélago es una entrega cuestionadora, abiertamente rebelde, irónica
como el poema De repente, se desbordó la paz como una coca cola…
-Es una crítica al papel de la
televisión y sus programas basura, los cuales pretenden distraerte para no
mirar todo lo que verdaderamente pasa en el país. Vivimos en un Archipiélago y
no nos preocupa nada, solo lo que tenemos frente más no en nuestro alrededor.
De otro lado, De repente, se desbordó la paz como una coca cola, nos trasmite
lo efímero de la paz. La idea de la Coca cola en un mundo plástico… “Toma lo
bueno, destapa la felicidad”, como si la felicidad viniera embotellada…
-Para ir terminando. ¿Los 4 haikus, es un tributo al poeta José Watanabe?
-Más que un tributo es mi particular
ejercicio sobre los haikus. Tuve el grato honor de conocer a José Watanabe. Un
hombre entrañable. Fue de invitado a un taller de poesía en la PUCP, en el que
yo participaba, y luego lo visité en algunas oportunidades. En esa época me
sugirió la lectura de los haikus. Lo admiro y recuerdo mucho, su poética me
hace pensar en los haikus porque desde la naturaleza y la sencillez deja
vislumbrar lo grande, lo extraordinario.
-Becky nos comentaste que tienes algunos poemas inéditos. ¿Nos podrías
hablar sobre ellos?
-Sigo con lo cotidiano, lo lúdico, la
ironía. Mis temáticas han cambiado un poco. Estoy escribiendo sobre la
maternidad. Me gustaría escribir un poemario dedicado a mi hijo Vicente, que
gire en torno a él como ahora gira mi vida. Desde que fui madre toda mi visión
de las cosas cambió. Hace poco leí “Guía para padres”, de Lorenzo Helguero, y
me sentí totalmente identificada con la mayoría de los cuentos, ya que tocan la
experiencia de la maternidad / paternidad y nos invitan a reflexionar sobre el
rol de ser padres. Es un libro que disfruté mucho.