La dramaturga y directora
de Ruido, obra que va en su tercera semana en el teatro del Centro Cultural de
la PUCP, nos ofrece algunos detalles de la misma y nos habla también sobre la actual coyuntura política
Foto: Rosana López Cubas
En una coyuntura peruana electorera plagada
de conflictos y sucias estrategias, hace tres semanas se reestrenó Ruido, una
historia que transcurre a fines de los ochentas, durante el primer gobierno de
Alan García, en medio de la violencia y la hiperinflación, en un barrio de clase
media limeña.
Una comedia en donde confluyen lo real
y lo absurdo, escrita y dirigida por Mariana De Althaus, y la participación de los
actores Denise Arregui, Montserrat Brugué, Alexa Centurión y Gabriel González. Al
respecto Lima en Escena charló con la directora, quien nos ofreció algunos
detalles de esta magnífica obra que se repone después de diez años.
Foto:CCPUCP
-Mariana, Ruido es una puesta en escena que parte de los conflictos
familiares para finalmente cuestionar nuestras grandes problemáticas sociales
vigentes y sin resolver...
-Hace once años empecé a escribir Ruido.
La intención no era hablar de lo qué le pasó al país en los ochentas sino de lo
que nos pasó a nosotros como limeños en esa época. El propósito de la obra no
es ilustrar la crisis, el terrorismo, la inflación… La idea es preguntarse qué
nos pasó a nosotros. Qué hicimos para sobrevivir a esta crisis, para continuar
con nuestras vidas a pesar de tanta incertidumbre y violencia. Cómo hicieron
nuestros padres para criar niños en medio de todo este terror y cómo hicimos
nosotros para no escuchar lo que realmente estaba pasando. A partir de estas
preguntas me introduje en el mundo de esta familia. Me interesa saber cómo son
los universos domésticos y partir de ellos. Observar lo que pasa alrededor.
Finalmente, los problemas domésticos son siempre un reflejo a escala pequeña de
los problemas de nuestro país.
-Muchos vivimos todos estos episodios en zozobra, sin embargo, la familia
que recreas está sumergida y enajenada en el mundo que te ofrece la “coja boba”,
esta especie de mundo raro…
-Todos estos episodios pasan en el año
1998. Era apenas una adolescente. Una joven bastante ingenua y desconectada del
mundo. En esa época en mi casa no se hablaba de lo qué pasaba en el país. Viví
exactamente como esta familia, creyendo que lo que pasaba no era raro, sino que
el mundo era así.
-A propósito de lo que comentas, justamente Alexa Centurión, una de tus protagonistas interpreta a esta jovencita extraña, esta
especie de “extraterrestre” como bien lo dice en una de las escenas…
-Justamente estos chicos vivían en esta
especie de burbuja generada por la madre. Ellos entraban también en el código del
RUIDO que está afuera y no en sus hogares, lo cual no impide que vivan
sumamente angustiados porque precisamente ese RUIDO se cuela por debajo de la
puerta. El personaje de Agustina asume una estrategia escapista para soportar
la realidad: se crea un personaje para distanciarse de la raza humana y de sus
miedos, y así sentirse superior. Pero en el fondo está profundamente
angustiada. Todos los personajes se sienten desamparados, huérfanos de padre,
abandonados. Exactamente como nos sentimos ahora.
Foto:CCPUCP
-Ruido se repone en una coyuntura social agitada, un periodo electoral
indescifrable. ¿Cómo observas toda esta
coyuntura, estas movilizaciones en contra de Keiko?
-Estamos viviendo en una época mucho más
compleja. Nosotros decidimos hacer una nueva versión de RUIDO con la idea de que
en esta época íbamos a tener que elegir entre Alan García y Keiko, sin embargo,
todo este proceso electoral está mucho más complicado y desconcertante. Si bien
es cierto no es tan angustiante como el de los ochentas, seguimos sintiendo el
mismo desamparo, la misma desesperación e impotencia. Esta imposibilidad de no
poder votar por un presidente con el cual simpaticemos sino por aquel que evite
el ingreso del “monstruo”. Particularmente no votaré por Keiko y creo que
muchos harán lo mismo. Seguimos con esta sensación de angustia de no poder
contar con un presidente que te de protección. Nunca hemos tenido un padre que
nos pueda dar la tranquilidad y garantizar que las cosas pueden ir bien. Aceptamos
al padre corrupto pasivamente. Aceptamos que nos mientan, nos abandonen, nos
roben. Evadimos nuestras responsabilidades por seguir viviendo en “paz”.
-Todas estas protestas, estás marchas en contra de Keiko, responden de
alguna manera a esta insistencia de
advertir que el gobierno de su padre no cometió crímenes de lesa humanidad…
¿Qué opinas al respecto?
-Gran parte de la población prefiere no
acordarse de que el Fujimorismo es una agrupación profundamente corrupta y
antidemocrática, que opera bajo un total desprecio hacia la vida y los derechos
humanos. Esas personas prefieren perdonar al esposo maltratador, le abren la
puerta de su casa, lo invitan a que siga haciéndoles daño a ellos y a sus
hijos. Hubiera deseado que RUIDO no sea vigente, sin embargo, me temo que cada
vez se acerca más a todo lo que se vive en la actualidad. El personaje de la Vecina,
en la obra, sufre una transformación que le permite darse cuenta de que no
puede perdonar a su esposo, que le ha mentido y la ha abandonado, se da cuenta
de que debe exigirle explicaciones y eso pone en riesgo su tranquilidad, pero
le abre las puertas de la libertad y la buena conciencia. Pero nosotros no
hemos sufrido esa transformación, la mitad de la población quiere que vuelva
Fujimori. Felizmente a Alan ya lo sacamos de la casa a patadas. Ahora falta
sacar a Fujimori y a su hija.
-A través de la historia, el teatro ha cumplido con un rol abiertamente
cuestionador a las injusticas… ¿Por qué crees que el teatro debe asumir esta función
en nuestra sociedad?
-Porque el teatro es conflicto. Los
dramaturgos y los directores somos los detectores de crisis, de problemas, de desesperanzas,
sin estos elementos no existiría el teatro. Todo teatro es político. Desde el
momento en que el dramaturgo y el director deciden contar una historia con su
particular punto de vista, estamos inmersos en una posición política. Sin
embargo, una obra que se hace con el objetivo de cuestionar un sistema político
puede ser maniquea, ilustrativa, chata. No hice Ruido para ilustrar al público
joven cómo vivimos en los ochentas ni para criticar a nadie. Nunca escribo para
criticar, escribo para preguntarme cosas que me duelen y me atormentan.
-Seguimos tus búsquedas dramatúrgicas las cuales están centradas en los
conflictos de familia, la maternidad, las relaciones de padres e hijos…Ruido en
particular se focaliza en el primer y nefasto gobierno de Alan a quien aún lo
vemos peleando por gobernarnos nuevamente…
-Alan está en todo. El mueve los hilos
de casi todo, eso ya lo sabemos. Si bien la obra toma un contexto sociopolítico
tan concreto, no es una obra que hice para criticar a Alan García. Cuando salió
el informe de la Comisión de la Verdad me sentí profundamente conmocionada por
todo su contenido. Después de esta lectura me pregunté dónde estábamos en esos
años, qué hacíamos, por eso escribí RUIDO. Deseaba ver el funcionamiento de una
familia. Qué nos pasaba a la gente normal dentro de las casas, si conversábamos
sobre el tema, cómo se abordaba, qué cosas hacíamos… y a partir de ahí
preguntarme por los mecanismos internos de la sobrevivencia. Yo escribí Ruido
para preguntarme qué me había pasado en los ochentas y en qué medida sigo
siendo esa niña abandonada y encerrada en un cuarto oscuro iluminado por una
vela.
Foto:CCPUCP
-Permíteme cambiar de tema. A propósito de toda esta productividad
dramatúrgica tan diversa, sigues considerando que la dramaturgia local es la pariente
pobre de la literatura peruana.
-¡No!… A nivel dramatúrgico
definitivamente hemos progresado muchísimo. Los concursos han ayudado
notablemente. El FAEL ayudó a potenciar varias propuestas teatrales de
dramaturgia peruana. Ahora los dramaturgos están haciendo cosas interesantes,
con temas y estilos muy diversos.
-¿Cómo observas el desarrollo de nuestro teatro actualmente?
-Nuestro teatro está demasiado
centralizado. En Lima la cosa ha mejorado mucho, tenemos más público, nos
estamos profesionalizando más, hay más gente joven proponiendo un teatro más
arriesgado y actual; pero en provincias no hay nada. Los pocos locos que hacen
teatro fuera de Lima son héroes.
-Para nadie es novedad que no vivimos en un “boom” teatral. Muchas veces
las principales salas de teatro no tienen la concurrencia debida del público y
se tienen que apelar a promociones… en fin. ¿Qué está sucediendo? ¿A que le
atribuyes que algunas obras de teatro no cuenten con espectadores?
-Todo parte de la educación. En un país
en el que los niños no aprenden a leer bien, no se puede esperar que el público
teatral sea masivo. Además hay un desprecio hacia la importancia de la cultura
en el desarrollo del país. La gente considera que la cultura es una frivolidad,
cuando en realidad la cultura desarrolla identidad, autoestima, reflexión,
pensamiento, solidaridad. Mientras no cambiemos las mentalidades, el público
teatral (y por lo tanto el desarrollo del teatro) no va a crecer demasiado.
-En breve se celebrará el día mundial del teatro. ¿Qué reflexión nos puedes
dar al respecto?
-Estoy feliz de que ese día me
encuentre haciendo teatro. El teatro es una de las formas más divertidas de
acercarse a una comprensión mayor de uno mismo y del mundo que nos rodea. Hay
que llevar a los niños al teatro, a los
adolescentes. Hay que apagar nuestro celular antes de empezar la función, y entregarnos
al placer de mirarnos en ese espejo maravilloso que es un actor sobre un
escenario.
-Mariana, El Sistema Solar es una de tus obras más importantes y más
conocidas internacionalmente. El montaje continúa haciendo giras… Tendrán una
presentación en el Cusco y también tienen una invitación a Florida.
-Gracias al FAEL, la obra El Sistema
Solar ha sido invitado a una serie de festivales de teatro internacionales.
Estuvimos en Chile, España y ahora nos vamos a Miami. Criadero también viajó a
Cuzco, Brasil y Colombia. El problema en nuestro país es que no existen ayudas
para las giras de los grupos. Nos han invitado a otros Festivales y no hemos
podido ir por falta de presupuesto. En otros países latinoamericanos hay fondos
estatales para giras, acá no. Eventualmente Promperú paga algunos pasajes a
alguna obra, pero es algo excepcional. Pero creo que vamos mejorando, ya se
irán creando mejores condiciones para la formación y el intercambio cultural.
Si no sale Keiko, la cultura irá desarrollándose más.
Foto:CCPUCP
“Ruido”
Centro Cultural de la PUCP
Camino Real 1075, San Isidro
Funciones: de jueves a lunes a las 8:00
p.m.
Temporada: hasta el 2 de mayo.
Precio general S/.35.00
General: S/. 50.00
Estudiantes y jubilados: S/. 25.00
Comunidad PUCP: S/. 30.00
Estudiantes PUCP: S/. 15.00
Lunes populares, precio general: S/.
35.00