lunes, 4 de julio de 2016

Mario Diament: “Si el autor no ama al personaje no puede escribir sobre él”





 Un informe sobre la banalidad del amor, una de las obras de teatro más destacadas en lo que va del año culmina su temporada este 18 de julio. En las siguientes líneas una charla con el autor del montaje






La puesta en escena Un informe sobre la banalidad del amor, la historia sobre el romance clandestino entre los filósofos Martín Heidegger y Hannah Arendt, culmina su exitosa temporada en el Centro Cultural de la Pontificia Universidad Católica del Perú.

Este hecho se centra en la relación entre el filósofo alemán Martin Heidegger de 35 años y su alumna Hannah Arendt de 18 años, una joven estudiante judía que se convirtió en su amante. La relación entre Arendt y Heidegger se prolongó por cuatro años, con grandes intervalos. Cuando Hitler llegó al poder en 1933, Heidegger fue designado rector de la Universidad de Friburgo y se hizo miembro del Partido Nazi.

 Arendt debió escapar de Alemania y se convirtió en una de las principales figuras del movimiento intelectual de la posguerra. Tras 17 años sin verse, ambos filósofos se reencontraron en Alemania en 1950. Arendt ayudó a Heidegger a recobrar su posición golpeada por su pasado nazi convirtiéndose en su traductora y principal defensora.

El popular montaje dirigido por Carlos Tolentino y protagonizado por Javier Valdés y Camila Zavala, contó con la visita a nuestra capital del dramaturgo, periodista y autor argentino Mario Diament, quien junto a los actores participó en dos conversatorios. Lima en Escena charló al respecto con el autor.


-Mario, ¿cuáles fueron los disparadores que dieron vida a la obra?

-Los personajes. Dos filósofos alemanes. Él era de origen católico y ella de origen judío. Lo enfatizo porque para ella la condición y la lengua alemana fue muy importante. Tampoco eran antagónicos en cuanto a pensamiento puesto que Hannah Arendt fue discípula de Martín Heidegger. Su gran admiración por él venía precisamente por la identificación de su pensamiento filosófico. 

Sin embargo,  frente a los hechos previos a la segunda guerra mundial fueron antagónicos en su posición. Todo esto hace un material particularmente interesante. Es una historia de amor entre dos personas donde el pensamiento político de uno lo convierte abiertamente en enemigo de la otra. Esto no impide que la relación se consuma y persista.

-Más allá del desafío que implicó trabajar esta historia, ¿qué le sedujo?...¿Qué lo motivó a escribir esta pieza teatral?

-Los personajes. Es una fascinante historia. Dramáticamente la situación tenía tantas posibilidades que era difícil resistirse.  La vida de ambos, su relación sentimental tiene un potencial que me invitó a explorarla. Todo empieza como una exploración. ¿Cómo es posible que esto se haya dado?, ¿qué le pasaba a él?, ¿qué le pasaba a ella?, ¿cómo se desarrolla una relación de esta naturaleza?, ¿cómo uno puede amar a su enemigo?... Peguntas que uno se hace como autor.

-¿Cómo explica esta necesidad de amar al “enemigo”…?

-Sería magnífico tener una respuesta. La mía es tan válida como la suya. Como decía Pascal: el corazón tiene razones que la razón no conoce. Esto se aplica perfectamente a esta relación. Qué mecanismos existen en aquella persona que ama a su enemigo, un ser capaz de denunciarla o destruirla. Vengo de un país que vivió una dictadura bárbara donde también hubo casos extraordinarios como este. Uno puede llamarlos el Síndrome de Estocolmo. Las semillas de este conflicto siguen latentes en nuestras sociedades: Venezuela, Perú…

-¿En esta historia de amor usted humaniza a Heidegger?

-Si por humanizar usted se refiere a justificar todo lo que hace el personaje creo que no. Como observador de Martín Heidegger y Hannah Arendt tengo mi propia opinión sobre ambos. La opinión que tengo sobre Heidegger no es nada positiva, sin embargo, como autor no tengo derecho a moralizar sobre los personajes porque se acartonan. Cuando pienso en Heidegger tengo que tratar de entenderlo y no juzgarlo.


 -Justamente a este punto se refiere mi pregunta. Cuando usted entiende al personaje y no lo juzga lo está humanizando… ¿no?

-Si uno no humaniza a sus personajes tiene un teatro de títeres. Humanizar a un personaje no necesariamente es una acción que justifique sus actos. Humanizar a un personaje es una forma de entender al ser humano.  Comprendernos a nosotros mismos. Estoy seguro que en esta relación entre ambos personajes existen elementos que le son familiares tanto a usted como a mí.

-Estamos ante debilidades humanas de corte amoroso, romántico, sensual, difícil de juzgar…

-También me refiero al aspecto político y a la fascinación de los intelectuales por el poder, poderes perversos, elemento importante en esta obra porque también he sido testigo de hechos convulsos que sucedieron en mi país y otros países de la Región.

-¿Cuál es su mirada sobre Hannah Arendt?

- Hannah Arendt fue una de las mentes más brillantes del siglo XX. Una pensadora capaz de interpretar su tiempo de una manera excepcional. Su libro Los orígenes del totalitarismo, texto en donde estudia desde el antisemitismo hasta el imperialismo y donde hace un paralelo entre regímenes aparentemente opuestos como el nazismo o el estalinismo son deslumbrantes.  Llegado el momento de escribir ella se permitía no estar tenida por sus propias emociones. Justamente esta objetividad resalta en el análisis que hace sobre el juicio de Heidegger, estudio que a su vez es el origen de aquella concepción sobre la banalidad del mal. Hannah fue un ser excepcional.

-¿Cómo concibe a Heidegger?

-Mi tratamiento sobre Heidegger es objetivo. No puede ser de otra manera. Cuando uno construye un personaje tiene que entender sus razones. Pese a ser desagradable tiene que enamorarse del personaje. Si el autor no ama al personaje no puede escribir sobre él.

-Vayamos a la puesta en escena. ¿Qué nos puede decir sobre la recreación del director Carlos Tolentino?

-Muy interesante. Diferente a otros montajes que se hicieron de la obra. Indudablemente esta nueva mirada enriquece el texto. Mientras más miradas se tiene sobre el texto más se enriquece el autor. Me gustó muchísimo el trabajo de Carlos Tolentino. La obra funciona. Tiene crecimiento, tiene intensidad, tiene complejidad. Creo que Carlos ha hecho un gran trabajo con los actores y me gusta mucho su concepción sobre la obra.


-¿Cuál es su observación de las interpretaciones?

-De las seis o siete puestas que he visto cada Heidegger ha sido diferente. El primer Heidegger era robusto. Por su parte Hannah, la intérprete argentina tenía 50 años. La de París fue una actriz de 35 años y la de Chile contaba con más de 70 años. Los personajes se modifican de acuerdo al intérprete. Javier Valdés y Camila Zavala, los personajes peruanos tienen un parecido con Hannah y Martín. Ambos son magníficos actores que se complementan fuera y dentro del escenario.

-¿Algún otro punto que destacar?

-La obra original tiene personajes adicionales que se llaman los académicos, personajes que opinan sobre esta relación. Lo que hizo Carlos fue conseguir tres filósofos notables de la PUCP y en lugar de utilizar el texto original, utilizó sus propios pensamientos para interpretar lo que estaba pasando. Eso le da un elemento interesante al montaje.   


“Un informe sobre la banalidad del amor”
Temporada: hasta el 18 de julio
Lugar: Centro Cultural PUCP
Av. Camino Real 1075, San Isidro
Funciones: de jueves a lunes
Horario: a las 8 p.m