Autora de Insomnio Vocal nos ofrece algunos alcances sobre este interesante
texto de poesía
Foto:
Rosana López Cubas
Hace
unos días, la poeta e investigadora literaria Ethel Barja, presentó Insomnio Vocal, su tercer libro de poesía del cual la escritora argentina Mercedes Roffé señala:
“La cuidada elección del léxico, el devenir de una frase que parecería
reproducir, en sí misma, los secretos pasadizos del mundo que recorre, el sutil
pero firme anclaje en una mitología que ilumina al tiempo que devela la
inextricable complejidad del destino humano, hacen de este libro un camino
único, luminoso, por el que internarse, llevados por el ritmo del verso
profundo y singular de la poeta…”
Ethel Barja ha publicado los
poemarios Trofeo imaginado entre dientes (Antología del Premio Nacional
Juvenil de Poesía –SENAJU, 2011) y Gravitaciones (Paracaídas Editores,
2013). Asimismo, recibió una Maestría en Estudios Hispánicos de la Universidad
de Illinois en Chicago. Actualmente realiza estudios de doctorado en Brown
University y dirige Gociterra, portal de crítica y creación literaria. Recientemente ha
participado en lecturas poéticas en Alemania, Estados Unidos y Perú. Para
charlar al respecto Lima en Escena entrevistó a la joven poeta.
- Ethel...¿Cómo surge Insomnio Vocal, una propuesta literaria
más sólida en el manejo del lenguaje con respecto a tus anteriores títulos…?
-Este nuevo título surge a partir de la
necesidad de confeccionar un lenguaje diferente a los dos primeros intentos de
escritura: “Trofeo imaginado entre
dientes” (2011) y “Gravitaciones”
(2013). De alguna forma, este libro dialoga con “Gravitaciones”. Ambos
comparten la exploración de los alcances de elementos conceptuales. Desde el
inicio he buscado un lenguaje concentrado, metafórico, que a su vez, explore la
realidad, la materia y que tome entradas analíticas como puntos de apoyo.
En Insomnio
vocal experimento con más registros poéticos. Traté de confeccionar un
paisaje que remite a la relación del ser humano con el mundo y la mediación de
las imágenes para construir identidad. Es un libro que piensa las repeticiones.
Concibo el poemario como una negación de la tautología. Tomo la figura del
espejo para pensar en los medios con los que interactuamos con el mundo y que
nos devuelven imágenes con las que nos vemos y definimos. Curiosamente, a veces
los espejos nos pueden entregar otra cosa y hay que pensar en esas variantes.
Ahora, esto puede parecer abstracto pero tiene que ver con nuestra experiencia
diaria que está sobrepoblada de imágenes, muchas veces, coercitivas. Sin
embargo, es posible remitirnos a ellas y ver que no están en un lugar “natural”,
no las tenemos que dar por sentado, y son susceptibles a cambios. Así como el
personaje de Narciso va a ver en las aguas a un “otro”. A través del lenguaje y
de la imaginación es posible ampliar nuestra visión y acceder a un atisbo de
libertad.
-La poética de Insomnio Vocal nos
conduce por imágenes hilvanadas a través de signos, figuras… ¿Cómo urdes todos
estos elementos?
-El lugar de la poesía es la palabra en
movimiento. Es un trabajo de asociación y de resonancia para poder encontrar una
imagen poética que no sea autoritaria, y autoritaria en el sentido de dar una
experiencia en lo literal y entonces se asimile pasivamente esa
información. En este caso, ofrezco una
imagen, opaca tal vez, para que se establezca una suerte de puente entre mis
experiencias transmutadas en los poemas y las experiencias del lector.
-Otro punto importante en tu nuevo poemario es que no cae en la retórica,
menos en la simplicidad del lenguaje…
-Sería interesante pensar en la imagen
del insomnio. El insomnio es una inminencia en el sentido del deseo del poema,
de entender el poema como un devenir, como algo que va a realizarse luego y que
se espera. Esto también trae angustia y esa inquietud se trasmite al lector.
Sobre este punto, por ejemplo, me gustaría remitirme a Gaston Bachelard, él
dice que la casa, en el sentido de hogar, es el lugar de protección del que
sueña y para mí este libro es una suerte de estar fuera de casa, de estar
desprotegida, es decir, nadie está velando este sueño. Los personajes hablan de
este desamparo y en esta intemperie también está el lector. Es el desamparo de
no darle un sentido unilateral a las palabras y aparezcan prefabricadas para el
que lee como si fuera “fast food”…
-Qué interesante esta asociación con el “fast food”…
- En palabras sencillas, me refiero a
entender el lenguaje como una bestia de carga. El lenguaje y las palabras no
son una bestia de carga. El lenguaje puede ser un elemento peligroso porque define,
fija los significados y también fija las identidades. Cuando hablamos y
escuchamos las palabras no sólo se transportan, hay algo más. Por eso la figura
de Narciso en el libro. Si para nosotros el mundo es un conjunto de imágenes
con las cuales nos definimos, no dudar de ellas, no pensar el posible
desmontaje de sus costuras para coser otros trajes es vivir esclavos de lo
exterior.
-A propósito que mencionas a Narciso, en todo este tejido poético también
figura Eco. ¿Por qué esta necesidad de apelar a dos personajes de la mitología
griega?
-Tiene que ver con el registro de mi
vida como académica. Eco y Narciso vienen de la Metamorfosis de Ovidio y
también de la filosofía. Son figuras potentes que de alguna manera nos
transportan a una sabiduría antigua que trato de hilvanar y actualizar desde
otros puntos de vista. Es decir, trato de reescribir el mito y colocarlo en un
campo alegórico que hable del aquí y ahora.
-¿Hasta qué punto tu transitar como académica y estudiante en Estados Unidos está inmerso en este libro?
-El desplazamiento migrante hace que
una sienta que no puede volver a una misma como una entidad fija. Ese es un
motivo que trabajé mucho en el poemario. He tenido la suerte de poder transitar
por muchos espacios. Nací en un pueblo pequeño de la sierra central, Huanchar,
viví en Huancayo, en Lima, Chicago; estuve también en Alemania y Francia. Estos
viajes me trajeron nuevos lazos afectivos, lecturas y experiencia entre lenguas
que me han enriquecido, pero también, me han transmitido la sensación de no
poder volver. Me es difícil establecer lazos fuertes y perdurables con los
espacios. Una vez que los establezco tengo que deshacerlos por el viaje y más
aún reconstruirlos permanentemente. Esto me ha servido para tener una visión
más crítica del lugar desde donde escribo. Esa sensación de no tener una vida
continúa, fija, me ha impulsado a querer zurcir tal fragmentación. La escritura
me ha servido para poner en diálogo todas estas experiencias aisladas.
-El manejo de la metáfora entre otros elementos también me permiten
observar cierta familiaridad, una
especie de dialogo con la poética de Blanca Varela… ¿Estoy en lo correcto?
-Si… Dentro de mis le lecturas, la de
Blanca Varela fue muy importante. Escribí mi tesis sobre su poesía, sobre la
corporalidad y lo sagrado. Hay una cuestión particular con Insomnio vocal. Uno de los motivos recurrentes en Blanca es la
visión. Ella escribe: arte negra/ mirar sin ser visto/ a quien nos mira mirar…
Estos versos evocan un juego de miradas que piensa los imperativos que pueden
estar implícitos en la visión, el descubrirse como sujeto de mirada y sobre
todo como agente de mirada. Eso me fascinó.
Narciso interviene en esa sintonía en mi texto. Trato de encontrar
resonancias para hacerlas ingresar en mi paisaje.
-Durante una charla con Blanca Varela me comentó lo complicado que es el
proceso creativo. ¿Cómo lidias con la creación, con el periodo de creatividad?
-Mi vida se divide entre la poesía y la
vida académica. Ahora sigo un doctorado y enseño. Ese contrapunto entre los
estudios, la enseñanza y la lectura continua hacen que no sienta ansiedad si
hay un vacío de escritura. Voy a ver exposiciones de arte, escucho música… La poesía
más que una realización escrita es un estado de ánimo. Mientras existan estímulos artísticos puedo
estar sin escribir, pero al mismo tiempo soy consciente que la escritura es un
ejercicio y que quiérase o no uno tiene que sentarse y pulir. Trato de estar en
permanente ejercicio escrito o no.
-El último poema rompe con todos los que componen tu texto. ¿Por qué?
-En vez de ser una poética de la nada,
del vacío, trato de hacer una poética de lo lleno porque estamos superpoblados
de palabras y de imágenes que nos ofrecen una visión uniforme y muy plana de lo
que es el mundo. Lo que hago en el último poema es una suerte de campo
magnético de palabras, oraciones y versos. Una invitación a una lectura
múltiple y vital respecto al paisaje ya recorrido a lo largo del libro.
-¿Deseas acotar sobre algún punto más?
-Me gustaría hablar de la comprensión
un poco dualista que hay sobre la poesía peruana, en el sentido de entender la
poesía o pura o conversacional, social, comprometida. Se trata de una visión
reduccionista e imprecisa que aún hace eco. Estoy tratando de construir una
poética que se desligue de ese dualismo. Creo en el dialogo de la poesía con la
realidad. La poesía no es una abstracción de las cosas, sino más bien, es un
ingreso a las cosas desde ángulos diferentes, no esperados.
-Permíteme pasar a otros temas. Tenemos entendido que investigas a los
poetas del 50…
-Sí, sobre Varela ya te hable un poco.
Mi interés por los poetas del 50 tiene que ver más con la exploración de su
lenguaje y de sus preocupaciones filosóficas. Por un lado, empecé viendo
aspectos referidos a cuestiones de existencialismo, fenomenología, por otro, me
interesó figuras como Jorge Eduardo Eielson.
-¿Por qué Eielson?
-Porque me enseñó un trabajo que
explota la plasticidad de las imágenes poéticas. También me interesa la
generación de los 50 y su relación con
la historia. Su forma de anclar su arte en un mundo precolombino y entender el
arte peruano dentro de una tradición propia. Me inquieta este tema porque hay
una suerte de trabajo de identidad. Como lo que hace Eielson con los nudos. Por
otro lado, en este grupo, a través de Sebastián Salazar Bondy, existe también
un sentido de comunidad, un tema de cohesión, de dialogo, de crecimiento
conjunto dentro y fuera del país. Me interesa la creatividad artística y
literaria desde el diálogo. Desde otras coordenadas, es un poco lo que hago en
Gociterra, un espacio digital en donde persigo la interacción con el trabajo
literario de mis contemporáneos. Escribo crítica y elaboro un archivo
audiovisual de poesía contemporánea peruana. Este portal es mi gesto concreto
respecto a entender la escritura como una cuestión colectiva.
-A propósito de Gociterra, el portal que diriges, para algunos entendidos
los blogs ya murieron o están en desuso. ¿Qué opinas al respecto?
-El trabajo de los blogs son necesarios.
Si pensamos con la rapidez con la que uno puede difundir la información, el
medio digital es efectivo porque la información se transforma minuto a minuto.
El tema de la web no caduca.