jueves, 11 de agosto de 2016

Ethel Barja: “La poesía más que una realización escrita es un estado de ánimo”



Autora de Insomnio Vocal nos ofrece algunos alcances sobre este interesante texto de poesía  



Foto: Rosana López Cubas 



Hace unos días, la poeta e investigadora literaria Ethel Barja, presentó Insomnio Vocal, su tercer libro de poesía del cual la escritora argentina Mercedes Roffé señala: “La cuidada elección del léxico, el devenir de una frase que parecería reproducir, en sí misma, los secretos pasadizos del mundo que recorre, el sutil pero firme anclaje en una mitología que ilumina al tiempo que devela la inextricable complejidad del destino humano, hacen de este libro un camino único, luminoso, por el que internarse, llevados por el ritmo del verso profundo y singular de la poeta…”

Ethel Barja ha publicado los poemarios Trofeo imaginado entre dientes (Antología del Premio Nacional Juvenil de Poesía –SENAJU, 2011) y Gravitaciones (Paracaídas Editores, 2013). Asimismo, recibió una Maestría en Estudios Hispánicos de la Universidad de Illinois en Chicago. Actualmente realiza estudios de doctorado en Brown University y dirige Gociterra, portal de crítica y creación literaria. Recientemente ha participado en lecturas poéticas en Alemania, Estados Unidos y Perú. Para charlar al respecto Lima en Escena entrevistó a la joven poeta.



- Ethel...¿Cómo surge Insomnio Vocal, una propuesta literaria más sólida en el manejo del lenguaje con respecto a tus anteriores títulos…?

-Este nuevo título surge a partir de la necesidad de confeccionar un lenguaje diferente a los dos primeros intentos de escritura: “Trofeo imaginado entre dientes” (2011) y “Gravitaciones” (2013). De alguna forma, este libro dialoga con “Gravitaciones”. Ambos comparten la exploración de los alcances de elementos conceptuales. Desde el inicio he buscado un lenguaje concentrado, metafórico, que a su vez, explore la realidad, la materia y que tome entradas analíticas como puntos de apoyo.

En Insomnio vocal experimento con más registros poéticos. Traté de confeccionar un paisaje que remite a la relación del ser humano con el mundo y la mediación de las imágenes para construir identidad. Es un libro que piensa las repeticiones. Concibo el poemario como una negación de la tautología. Tomo la figura del espejo para pensar en los medios con los que interactuamos con el mundo y que nos devuelven imágenes con las que nos vemos y definimos. Curiosamente, a veces los espejos nos pueden entregar otra cosa y hay que pensar en esas variantes. Ahora, esto puede parecer abstracto pero tiene que ver con nuestra experiencia diaria que está sobrepoblada de imágenes, muchas veces, coercitivas. Sin embargo, es posible remitirnos a ellas y ver que no están en un lugar “natural”, no las tenemos que dar por sentado, y son susceptibles a cambios. Así como el personaje de Narciso va a ver en las aguas a un “otro”. A través del lenguaje y de la imaginación es posible ampliar nuestra visión y acceder a un atisbo de libertad.

-La  poética de Insomnio Vocal nos conduce por imágenes hilvanadas a través de signos, figuras… ¿Cómo urdes todos estos elementos?

-El lugar de la poesía es la palabra en movimiento. Es un trabajo de asociación y de resonancia para poder encontrar una imagen poética que no sea autoritaria, y autoritaria en el sentido de dar una experiencia en lo literal y entonces se asimile pasivamente esa información.  En este caso, ofrezco una imagen, opaca tal vez, para que se establezca una suerte de puente entre mis experiencias transmutadas en los poemas y las experiencias del lector.  


-Otro punto importante en tu nuevo poemario es que no cae en la retórica, menos en la simplicidad del lenguaje…

-Sería interesante pensar en la imagen del insomnio. El insomnio es una inminencia en el sentido del deseo del poema, de entender el poema como un devenir, como algo que va a realizarse luego y que se espera. Esto también trae angustia y esa inquietud se trasmite al lector. Sobre este punto, por ejemplo, me gustaría remitirme a Gaston Bachelard, él dice que la casa, en el sentido de hogar, es el lugar de protección del que sueña y para mí este libro es una suerte de estar fuera de casa, de estar desprotegida, es decir, nadie está velando este sueño. Los personajes hablan de este desamparo y en esta intemperie también está el lector. Es el desamparo de no darle un sentido unilateral a las palabras y aparezcan prefabricadas para el que lee como si fuera “fast food”…

-Qué interesante esta asociación con el “fast food”…

- En palabras sencillas, me refiero a entender el lenguaje como una bestia de carga. El lenguaje y las palabras no son una bestia de carga. El lenguaje puede ser un elemento peligroso porque define, fija los significados y también fija las identidades. Cuando hablamos y escuchamos las palabras no sólo se transportan, hay algo más. Por eso la figura de Narciso en el libro. Si para nosotros el mundo es un conjunto de imágenes con las cuales nos definimos, no dudar de ellas, no pensar el posible desmontaje de sus costuras para coser otros trajes es vivir esclavos de lo exterior.

-A propósito que mencionas a Narciso, en todo este tejido poético también figura Eco. ¿Por qué esta necesidad de apelar a dos personajes de la mitología griega?

-Tiene que ver con el registro de mi vida como académica. Eco y Narciso vienen de la Metamorfosis de Ovidio y también de la filosofía. Son figuras potentes que de alguna manera nos transportan a una sabiduría antigua que trato de hilvanar y actualizar desde otros puntos de vista. Es decir, trato de reescribir el mito y colocarlo en un campo alegórico que hable del aquí y ahora.





-¿Hasta qué punto tu transitar como académica y estudiante en Estados Unidos está inmerso en este libro?

-El desplazamiento migrante hace que una sienta que no puede volver a una misma como una entidad fija. Ese es un motivo que trabajé mucho en el poemario. He tenido la suerte de poder transitar por muchos espacios. Nací en un pueblo pequeño de la sierra central, Huanchar, viví en Huancayo, en Lima, Chicago; estuve también en Alemania y Francia. Estos viajes me trajeron nuevos lazos afectivos, lecturas y experiencia entre lenguas que me han enriquecido, pero también, me han transmitido la sensación de no poder volver. Me es difícil establecer lazos fuertes y perdurables con los espacios. Una vez que los establezco tengo que deshacerlos por el viaje y más aún reconstruirlos permanentemente. Esto me ha servido para tener una visión más crítica del lugar desde donde escribo. Esa sensación de no tener una vida continúa, fija, me ha impulsado a querer zurcir tal fragmentación. La escritura me ha servido para poner en diálogo todas estas experiencias aisladas.

-El manejo de la metáfora entre otros elementos también me permiten observar cierta familiaridad,  una especie de dialogo con la poética de Blanca Varela… ¿Estoy en lo correcto?

-Si… Dentro de mis le lecturas, la de Blanca Varela fue muy importante. Escribí mi tesis sobre su poesía, sobre la corporalidad y lo sagrado. Hay una cuestión particular con Insomnio vocal. Uno de los motivos recurrentes en Blanca es la visión. Ella escribe: arte negra/ mirar sin ser visto/ a quien nos mira mirar… Estos versos evocan un juego de miradas que piensa los imperativos que pueden estar implícitos en la visión, el descubrirse como sujeto de mirada y sobre todo como agente de mirada. Eso me fascinó.  Narciso interviene en esa sintonía en mi texto. Trato de encontrar resonancias para hacerlas ingresar en mi paisaje.

-Durante una charla con Blanca Varela me comentó lo complicado que es el proceso creativo. ¿Cómo lidias con la creación, con el periodo de creatividad?

-Mi vida se divide entre la poesía y la vida académica. Ahora sigo un doctorado y enseño. Ese contrapunto entre los estudios, la enseñanza y la lectura continua hacen que no sienta ansiedad si hay un vacío de escritura. Voy a ver exposiciones de arte, escucho música… La poesía más que una realización escrita es un estado de ánimo.  Mientras existan estímulos artísticos puedo estar sin escribir, pero al mismo tiempo soy consciente que la escritura es un ejercicio y que quiérase o no uno tiene que sentarse y pulir. Trato de estar en permanente ejercicio escrito o no.

-El último poema rompe con todos los que componen tu texto. ¿Por qué?

-En vez de ser una poética de la nada, del vacío, trato de hacer una poética de lo lleno porque estamos superpoblados de palabras y de imágenes que nos ofrecen una visión uniforme y muy plana de lo que es el mundo. Lo que hago en el último poema es una suerte de campo magnético de palabras, oraciones y versos. Una invitación a una lectura múltiple y vital respecto al paisaje ya recorrido a lo largo del libro.    

-¿Deseas acotar sobre algún punto más?

-Me gustaría hablar de la comprensión un poco dualista que hay sobre la poesía peruana, en el sentido de entender la poesía o pura o conversacional, social, comprometida. Se trata de una visión reduccionista e imprecisa que aún hace eco. Estoy tratando de construir una poética que se desligue de ese dualismo. Creo en el dialogo de la poesía con la realidad. La poesía no es una abstracción de las cosas, sino más bien, es un ingreso a las cosas desde ángulos diferentes, no esperados.

-Permíteme pasar a otros temas. Tenemos entendido que investigas a los poetas del 50…

-Sí, sobre Varela ya te hable un poco. Mi interés por los poetas del 50 tiene que ver más con la exploración de su lenguaje y de sus preocupaciones filosóficas. Por un lado, empecé viendo aspectos referidos a cuestiones de existencialismo, fenomenología, por otro, me interesó figuras como Jorge Eduardo Eielson.

-¿Por qué Eielson?

-Porque me enseñó un trabajo que explota la plasticidad de las imágenes poéticas. También me interesa la generación de  los 50 y su relación con la historia. Su forma de anclar su arte en un mundo precolombino y entender el arte peruano dentro de una tradición propia. Me inquieta este tema porque hay una suerte de trabajo de identidad. Como lo que hace Eielson con los nudos. Por otro lado, en este grupo, a través de Sebastián Salazar Bondy, existe también un sentido de comunidad, un tema de cohesión, de dialogo, de crecimiento conjunto dentro y fuera del país. Me interesa la creatividad artística y literaria desde el diálogo. Desde otras coordenadas, es un poco lo que hago en Gociterra, un espacio digital en donde persigo la interacción con el trabajo literario de mis contemporáneos. Escribo crítica y elaboro un archivo audiovisual de poesía contemporánea peruana. Este portal es mi gesto concreto respecto a entender la escritura como una cuestión colectiva.

-A propósito de Gociterra, el portal que diriges, para algunos entendidos los blogs ya murieron o están en desuso. ¿Qué opinas al respecto?

-El trabajo de los blogs son necesarios. Si pensamos con la rapidez con la que uno puede difundir la información, el medio digital es efectivo porque la información se transforma minuto a minuto. El tema de la web no caduca.