Puesta en escena reflexiona sobre la violencia de género sin
caer en discursos morales y melodramas llenos de buenas intenciones
Con motivo de la celebración de sus 80 años, el Británico
estrenó
Luz de gas, thriller inquietante y lleno de suspenso del novelista y dramaturgo
británico Patrick Hamilton, dirigida por Darío Facal y protagonizada por Javier
Valdés y Lucía Caravedo, quienes son acompañados en escena por Delfina Paredes,
Alfonso Santistevan, Stephanie Orúe y Eduardo Camino.
Luz de gas, es un thriller psicológico y de misterio
que narra la historia de una pareja que se muda a una antigua casa en donde, al
poco tiempo de haberse instalado, la mujer comienza a escuchar ruidos extraños,
continuamente desaparecen objetos sin explicación aparente, escucha pasos en su
buhardilla. Todas estas situaciones la aterrorizan, y la presión de su esposo,
que le exige que se comporte de forma racional, termina por trastornarla y
hacerle creer que se está volviendo loca.
Sobre la obra escribe Darío Facal
Hay muchos motivos por los que dirigir Luz de gas
significa mucho para mí: primero porque de nuevo tengo ocasión de estar en Perú
compartiendo un proceso creativo y enriqueciéndome con el talento y las
perspectivas de los artistas que me han querido acompañar en el camino de
llevar a escena esta obra injustamente postergada al olvido.
Estoy hablando del equipo artístico y de producción que
ha creado la escenografía, video, luces, música del espectáculo y, ante todo,
de los maravillosos actores con los que he tenido la enorme suerte de trabajar
estas semanas y que cada noche abrirán su corazón ante ustedes para intentar
hacer justicia y rendir respeto al dolor que sufren, no sólo muchas mujeres,
sino muchas personas que son víctimas diarias de maltratos.
El texto de Hamilton consigue denunciar el maltrato
mientras desarrolla una trama apasionante que avanza apoyada en todos los
artificios del género negro. No siempre resulta sencillo reconciliar el placer
y el entretenimiento con la magnitud, el respeto y la seriedad que merece el
tema de una obra como esta. Y ese ha sido el gran reto de esta puesta en
escena, que el montaje fuese emocionante sin insultar el dolor ajeno con
estereotipos y recursos fáciles que buscan falsificar la emoción del público.
Conseguir que funcione el mecanismo de la trama y ser al
mismo tiempo denuncia de la violencia de género, hacerlo seduciendo con una
historia de suspense sin renunciar a mostrar la sordidez de la violencia, sin
caer en discursos morales y melodramas llenos de buenas intenciones, es el
desafío artístico que hemos intentado asumir y que los actores darán vida cada
noche sobre el escenario del Teatro Británico.
Lo hemos intentado hacer con la máxima sensibilidad, dando magnitud a un
tema tan crucial, pertinente e importante.
Desde que vi la película de Cukor, han pasado muchos años
y desde entonces llevo esperando el momento de montar Luz de Gas. La primera
vez que vi la película me sorprendió la enorme belleza con que se describe una
forma tan inaprensible y sofisticada de violencia como es el maltrato
psicológico. Comencé a investigar sobre Hamilton y encontré una película
anterior, una versión inglesa dirigida por Thorold Dickinson, así como el texto
teatral de Hamilton sobre el que hemos trabajado para esta versión.
Escribir sobre aquello que es fácil señalar con el dedo
resulta mucho más sencillo que estructurar un relato que pueda dar cuenta de
las violencias invisibles que perpetuamos y aceptamos porque resultan difíciles
de objetivar. Por eso creo que la sensibilidad y el talento de Hamilton para
escribir sobre un tema tan inaprensible hace muy injusto el olvido al que se ha
relegado este texto y, en definitiva a su autor, novelista importante en su
época y autor de otro enorme clásico como es La Soga llevada al cine por
Hitchcock.
Con esta puesta en escena hemos pretendido crear un
diálogo en múltiples direcciones: por un lado permitir que la trama se pueda
desarrollar tal y como fue concebida en el salón de la casa, al mismo tiempo
queríamos escapar de las puestas en escena más convencionales que renuncian a
la belleza plástica para limitarse a ser un ejercicio de decoración de
interiores arqueológica, en este caso victoriana, por ello optamos por una
espacio más esquemático y metafórico que
concretase la subjetividad del personaje central y nos permitiera
mostrar el piso superior en el que se acumulan los miedos y fantasmas de la
protagonista. Al mismo tiempo me resultaba imposible eludir la intertextualidad
que un texto como este establece con la tradición cinematográfica de la que es
deudora y añadir así otro nivel de lectura y complejidad al montaje.
Ahora bien, independientemente de cualquier cuestión
conceptual, son los maravillosos actores que han creado estos personajes, los
que con su sensibilidad llenan de vida cada noche este escenario y hacen que
esta obra consiga la verdad y la poesía que, tal vez, nos ayude poco a poco a
construir un mundo más justo y nos haga más capaces de comprender el dolor de
los demás.
Luz de gas
Temporada: de jueves a lunes a las 8:00 p.m.
Lugar: Teatro Británico
Jr. Bellavista 527, Miraflores
Entradas: S/60 - Jubilados: S/40 - Estudiantes: S/30
Lunes popular: General: S/45 - Jubilados: S/25 -
Estudiantes: S/20