La sensación de desamparo que deja la
obra al final de la misma todavía sigue pintando el cuadro humano que describe
al hombre en todas sus búsquedas.
Escribe: Luis
Paredes
Celebrando prácticamente
sus 80 años de vida institucional, la Asociación de Artistas Aficionados (AAA), ha reiniciado una breve temporada de Esperando
a Godot de Samuel Beckett. Obra emblemática de los albores del teatro moderno; siempre que se toma a Beckett para
dar cuenta de sus “demonios” teatrales es porque se desea arriesgar nuevas
formas teatrales y este montaje de la AAA no es la excepción. Bajo la dirección
del joven director Omar del Águila y un elenco encabezado por Ximena Arroyo y
Manuel Calderón, cuenta también con la participación de Percy Velarde y Juan
José Oviedo, sin olvidar a Omar Rosales.
La obra desde su
inicio no deja de sorprender al respetable por la atmósfera que la propuesta ha
configurado arriesgando la idea de un mundo donde el individuo se pierde en una
serie de especulaciones que en nada ayudan a describirlo como tal. Esperando a Godot ha hecho correr ríos
de tinta intentando categorizarla. Los más importantes investigadores de teatro
la sitúan como la iniciadora junto con La
Cantante Calva de Ionesco del teatro moderno; luego de las aportaciones
filosóficas de Pirandello y Gordón Craig que configuraron una riqueza
impresionante a la construcción del personaje. Indudablemente que todo teatro
moderno no puede deshacerse del recuerdo y la impronta de Seis personajes en busca de Autor de Pirandello, La Cantante Calva de Ionesco y Esperando a Godot.
Los
protagonistas Didí (Manuel Calderón) y Gogo (Ximena Arroyo) dan rienda suelta a
una serie de asedios de su realidad circundante sin ceñirse a un estilo
realista, al contrario, dando pábulo a un sinnúmero de recursos histriónicos van
desde el claun hasta las secuencias grotoskianas, pasando por el music hall
como quería Beckett muy sardónicamente.
Cada vez que
vuelvo a ver Esperando a Godot
pondero las cualidades de magnífico narrador que habitan en su autor; pese a
los artificios a los que tenga que echar mano el actor y el director para
configurar estos extraños personajes en el espacio escénico, el texto los
conduce de forma clara hacia la innegable configuración de la condición humana:
es decir, hacia las preguntas que dan origen al ser y las preguntas que rondan
en todos en cuanto su condición de ser se ve expuesta en toda su rigurosa
desnudez.
Es cierto que
para afrontar semejante compromiso como montar Esperando a Godot, se tendrá que recurrir a una idea base con la
suficiente claridad que la terquedad de Beckett a ser claro requiere. Es decir,
es necesario luchar contras las propias convicciones de Beckett como artista,
casi lo mismo sucede con otro grande que es Bertold Brecht(en las antípodas
ideológicas de aquel) donde traicionarlo va a dar mejores resultados que
seguirlo a pies juntillas.
Lo rico del
montaje de Del Águila es esta valoración previa del clásico lo cual dice mucho
del tiempo que ha pasado desde mediados del siglo pasado (época caracterizada
por el eco de grandes conflictos bélicos) hasta nuestros días en que nos
aprestamos a celebrar 200 años como república independiente.
Las presencias
escénicas de Lucky (Juan José Oviedo) y Pozzo (Percy Velarde) son un acierto en
cuanto aparecen para llenar de sentido escénico la puesta. No son gratuitas
presencias de relleno, sino obedecen a un bien tramado ejercicio de oportunidad
escénica y contrapunto valioso con las presencias de Didí y Gogo cosa que no
siempre fue bien visto por el autor pero que escénicamente llena de mayor
sentido la escena: dentro del sin sentido global en la que reposa la obra.
Muchos genios
del teatro han interpretado a su modo la significación de Godot; unos dicen que
es Dios, otros la Revolución, otros con cierta ironía opinan que es el propio
Beckett; pero lo cierto es que la sensación de desamparo que deja la obra al
final de la misma todavía sigue pintando el cuadro humano que describe al
hombre en todas sus búsquedas.
La celebración
de estos 80 años de la AAA no pudo haber elegido mejor obra que hable del
esfuerzo del hombre por sobrevivir dentro de un mundo absurdo. La propuesta de
hacer arte todavía es una piedra en el zapato para muchas autoridades y
entonces la AAA ya está demostrando que si es posible hacer arte en Lima y en
todo el Perú invirtiendo sobre todo el corazón.
“Esperando a
Godot”
Temporada: hasta
el 10 de diciembre
Funciones: viernes y sábado a las 8 pm.
Domingo a las
7pm.
Teatro de la
Asociación de Artistas Aficionados
Jirón Ica 323 -
Lima.