“El impulso que hemos tenido en la literatura infantil en la última década
es algo que tendría que haberse dado hace 20 o incluso 30 años atrás…”, nos
dice en la presente interviú la autora del exitoso libro infantil Romi y el Sol.
Hace algunas semanas llegaron a nuestras manos los libros Romi y el Sol (SM, 2011) y Romi y el mar (SM, 2015), novelas
infantiles que nos cuentan la historia de una niña tierna y curiosa, que dedica
la mayor parte de sus escasos nueve años a encontrar una respuesta a todo aquello
que atraiga su atención, de la periodista y escritora de Literatura infantil,
Rosalí León – Cilliota.
Ad portas de publicar Isa en
CiberLima, su nuevo libro, Lima en Escena charló con la autora.
-Rosalí, antes de
charlar sobre tus dos libros: Romi y el Sol y Romi y el mar,
desearíamos saber más sobre ti. ¿Cómo empieza tu vínculo con la escritura?
-Desde pequeña me gustaba el mundo de la imaginación, de la fantasía, pero
las ganas de contar historias; de escribir toda la vida, me surgió después de
leer la saga de Harry Potter: me pareció tan fascinante que dije “Yo quiero
contar historias así.”
-¿Cuántos años tenías
cuando leíste tu primer libro?
-No recuerdo el primer libro que leí, pero sí recuerdo dos colecciones que
me apasionaban mucho cuando era chica -quizá tendría 8 o 9 años-, y
curiosamente eran libros informativos: la Enciclopedia
Ábrete Sésamo, de Plaza Sésamo y los libros del Cómo, Cuándo, Dónde y Por qué. Ya un poco más grande -10 o 12 años-,
me encantaban los libros de la colección de Los
Hollister, un grupo formado por seis hermanos que resolvían misterios en
cada libro. Un poco como Romi. Se suman a estos los libros de Agatha Christie,
la clásica narradora de misterios. En estos títulos me encantaba ver cómo iban
juntando las piezas y dándote la información para que, “juntos”, resolvieran
los misterios. Creo que estas lecturas han sido plenamente responsables de la
creación del personaje de Romi; los libros giran en torno, justamente, a un
misterio o una misión, y la información que lleva a que Romi cumpla sus
misiones.
-¿Cómo nace esta
necesidad de escribir historias para niños?
-No lo veo como una necesidad, la verdad, pero si como una pasión. Una
necesidad es algo que te genera ansiedad, sin lo cual no puedes vivir, mientras
que una pasión es algo que eliges cada día y que cada día que lo haces eres un
poquito más feliz. Pero más allá del asunto conceptual, prefiero escribir para
niños porque los niños son mucho más receptivos, no tienen tantos prejuicios
encima como los adultos. Y si los tienen, pues los pueden derribar con más
facilidad.
Veo la literatura como una
herramienta de cambio además del valor literario, pasional y de entretenimiento
que opera sobre lo más básico del ser humano, que es su forma de ver y percibir
las cosas; en este caso, a través de lo que leen.
Y qué mejor que trabajarlo
con los más pequeños, los ciudadanos del futuro. Quizá sea ilusa, o incluso
arrogante, pero creo en ello con la máxima inocencia y sinceridad posible. Y bueno, los adultos tampoco me caen tan bien, como siempre les cuento a
mis lectores y lectoras cuando los visito. Los adultos son aburridos... Los
niños no tanto. Acaso es mi manera de resistirme a crecer; quién sabe.
-Eres una lectora
amante de las sagas El Señor de los Anillos o Harry Potter. ¿A que le atribuyes
este gusto por el género fantástico?
-Me pasa lo mismo con las películas. Es lo que siempre le digo a mi esposo
cuando vamos al cine: “¿Para qué ver películas realistas o dramas si ya tienes
bastante realidad en el día a día?”. Por
supuesto que también disfruto de una buena película o un buen libro, sea del
género que sea, pero la paso mejor cuando sé que, por un lado, hay más por lo
cual esperar, y por otro, cuando hay algún elemento fantástico por ahí. Para mí
la literatura es una manera de escapar de la realidad y repensar tus formas de
enfrentarte a la vida. A través de la fantasía se puede lograr ambos, pero con
un elemento extra que no tienes en la realidad. Curiosamente, esos son mis
gustos de lectura, pero hasta ahora no he escrito un libro fantástico, aunque
me encantaría hacerlo. Imagino que el género me gusta tanto que la vara con la
que me mediría sería demasiado alta.
-Son los personajes y
las situaciones que se desarrollan en las historias de Harry Potter lo que más
llaman tu atención…
-Sí, en Harry Potter y muchas otras sagas de fantasía que me fascinan. Es
leer o ver, si se trata de una serie o una película algo que no existe y que
por lo tanto te permite acercarte a los temas importantes de maneras mucho más
abiertas y alternativas. Y claro, alimentar la imaginación en su lado más
salvaje, nunca está demás.
-Sin embargo debemos
destacar que dentro de tus lecturas de títulos emblemáticos Prosas apátridas de
Julio Ramón Ribeyro tiene un lugar especial en tus preferencias como lectora.
-¡Sí que han hecho su tarea conmigo! Sí, Ribeyro tiene un lugar especial en
mi librero y en mis gustos. Las Prosas apátridas me encantan porque yo soy una
persona que observa mucho su entorno, y me encantaría poder poner en palabras
atrapantes y reflexivas todo lo que percibo. Ribeyro en este libro pone en
palabras simples, hermosas y precisas todas las observaciones e intuiciones que
tiene sobre lo que le rodea. Mi enorme gusto por este libro es una cuestión de
aspiración y admiración.
-En el Perú se ha
impulsado notablemente todo lo referido al segmento de la literatura infantil.
Los autores de este género tienen mayor visibilidad, mayor demanda, el programa
del plan lector de las escuelas públicas se fortalecen. ¿Cuál es tu percepción
al respecto?
-Si bien estamos avanzando mucho, creo que todavía hay demasiado por hacer.
Estamos en pañales. El impulso que hemos tenido en la literatura infantil en la
última década es algo que tendría que haberse dado hace 20 o incluso 30 años.
Aunque suene un poco pesimista, me parece que no se toman realmente “en
serio” el poder y la necesidad de la literatura en la formación de los niños.
Lo siento como un check en una lista de cosas que tienen que agregar al
currículum escolar. No hay información sistematizada, no hay crítica real, no
hay acceso o motivación más allá de la lista de útiles del año. Y es algo
triste, pero que creo que vamos a cambiar en los años venideros. La literatura
infantil y juvenil tiene que trascender el ámbito escolar y establecerse como una
forma más de ocio y de desarrollo personal en los niños y jóvenes, que son los
futuros adultos que construirán el país que todos queremos.
-Consideras que el
Perú tiene una tradición en lo concerniente a la literatura infantil.
-Sí, pero no ha sido suficientemente estudiada, valorada o potenciada.
Autores como Óscar Colchado Lucio, Jorge Eslava o Roberto Rosario tienen
décadas escribiendo para los lectores más jóvenes. Y si pensamos más atrás, en
el siglo XX, nos encontramos con las obras de Carlota Carvalho, las fábulas de Adolfo
Vienrich o la poesía de Rosa Cerna. Incluso grandes representantes de la
literatura nacional como Valdelomar, Vallejo
y si estiramos a la literatura juvenil, Arguedas tiene personajes
adolescentes, por ejemplo y los mismos Mario Vargas Llosa y Bryce Echenique han
tanteado el territorio de la literatura infantil en más de una ocasión.
-Siempre se habla de
que el Perú no es precisamente un país lector y le imputan una serie de taras
al respecto. ¿Cuál es tu percepción sobre esta problemática?
-Tristemente, los números no mienten. El Perú lee poco. Solo el 35 % de las
personas afirma que lee y el promedio de lectura es de 0,86 libros al año por
persona en el país. La lectura se sigue
percibiendo como algo aburrido desde la escuela, que solo hacen los “ratones de
biblioteca” o los cultos considerados por muchos como una especie aparte. Los
padres, madres y docentes tampoco hacen demasiado por cambiarlo. Hay más
factores en juego, como bien mencionó el jefe de la Dirección del Libro y la
Lectura del Ministerio de Cultura, Ezio Neyra a principios de este año: “[esto]
se debe a diferentes factores como la falta del fomento de la lectura en el
hogar y en los colegios, un problema de acceso a los libros y la escasez de
bibliotecas públicas en el país”. Sin embargo, considero que dé a pocos los
autores y en cierto grado las editoriales estamos cambiando esto, y creo que
estamos construyendo un hábito lector que se verá en los próximos años y en
nuestros niños a medida que vayan creciendo.
-Charlemos sobre Romi
y el Sol y Romi y el mar, dos libros significativos en el nicho de la
literatura infantil actual. ¿Cómo nace Romi, esta pequeña amante de la
naturaleza a quien persigue y descubre a través de recurrentes a los seres que
la rodean?
-Romi nace como una extensión de mí, creo. Soy una persona muy curiosa, con
preguntas rondándome la cabeza a cada momento. Como les conté al inicio de la
entrevista, también me gusta observar las cosas a mí alrededor, y la esencia de
Romi está en su punto de vista único y diferente: Romi observa lo que está en
su entorno y se cuestiona el statu quo y el motivo por el que suceden las
cosas. Y esto da origen a cada una de sus aventuras.
-Romi es vivaz e
inteligente. Se las ingenia para saber más sobre el papel que cumple el sol y
el mar en la vida. ¿Qué te llevó a incorporar estos dos elementos en la
historia?
-Cada vez que pienso en una nueva aventura de Romi busco que sus lectores
empiecen a agudizar su percepción del mundo y a no aceptar las cosas como les
dicen que son cosa que los adultos hacemos todo el tiempo, y con ello, matamos
de a pocos el sentido común y la capacidad de maravilla que tienen los niños.
Busco algo cercano, que cualquier niño pueda ver y experimentar, y pretendo que
no lo den por sentado; que no asuman que las cosas a su alrededor son así
“porque sí” o que no cambian. Así, el sol y el mar son a la vez experiencias y
sensaciones tangibles para los niños, al mismo tiempo que son mundos completos
por dentro. La rotación y traslación, por ejemplo, o la composición de la arena
y la espuma del mar que pueden explorar y descubrir desde otro punto de vista.
-La música en la vida
de Romi. Le gusta The Beatles. La historia de Romi tiene también su banda
sonora. ¿Qué papel juega la música en tu proceso creativo?
La verdad, yo no puedo escribir creativamente si estoy escuchando música.
Me gusta tanto que si la prendo terminaré cantando horrible, bailando sin ritmo
o experimentando todas las sensaciones que transmite. Para mí, los acordes, los
instrumentos, los ritmos… todo sobre la música se me hace fascinante, y a
través de mis libros quiero comunicar ese amor por el arte. Procuro que todos tengan su propio soundtrack.
Además —y esto ya es una cuestión personal y prejuiciosa—, creo que la música
actual es muy plana y cada vez se desvirtúa más el valor de las letras y de las
combinaciones de ritmos y notas en favor del éxito de los 100 beats por minuto.
Por último, cuando pongo una canción en un
libro (verás que en mis otros libros, De cómo Lana venció a la tormenta
o Isa en CiberLima, también hay canciones), busco que las letras agreguen algo
de significado a lo que se cuenta, ya sea reflejando lo que está pasando,
adelantando algo de lo que pasará o transmitiendo lo que el personaje está
sintiendo.
-Y el deporte…
El deporte fue capital en mi formación infantil y adolescente. A mí me
encantaban los libros, pero también era una niña y adolescente muy inquieta.
Incluso me diagnosticaron TDAH desde muy pequeña, de manera que tenía mucha
energía qué quemar para poder concentrarme y desenvolverme adecuadamente en la
escuela y demás entornos aunque igual nunca fui muy buena alumna; supongo que
mis gustos y sensibilidades no cuadraban con las de mi colegio.
Creo que ambos ámbitos: la lectura y el deporte son capitales para la
formación del estudiante: desde la disciplina que ambos requieren hasta el
cultivo de la persona en cuerpo y mente que cada uno logra por su lado.
-A través de una serie
de experiencias con su familia, con el mar, la historia de Romi y el mar
destaca la belleza de Colán, el balneario ubicado en Piura, en donde la niña y
su familia pasan unas vacaciones. Cuéntanos de tu relación con esta playa.
-Mi relación con Colán ha tenido dos fuentes: una meramente mental o
imaginaria, y otra de cortos encuentros llenos de felicidad y anécdotas. La
experiencia que más nutre el libro de Romi y el mar es la relación que tengo
con Colán a través de lo que siempre me ha contado mi padre, pues él es de
Piura, y con su familia pasaban los veranos de su infancia y adolescencia en
Colán. La otra vertiente que dio vida a la historia del libro es de mi propia
experiencia en la playa. Yo he ido dos o tres veces, pero tengo recuerdos muy
bonitos de cada una de mis visitas. Por último, creo que también he trasladado
muchas de mis propias experiencias y sensaciones con respecto a la playa al
escribir este libro. Pasaba los veranos de mi infancia y adolescencia frente a
la arena y el mar, en compañía de primos y amigos, pero no en Colán, sino en
San Bartolo, que es un balneario tradicionalmente veraniego, a unos 50
kilómetros de la ciudad de Lima.
-Otros elementos que
enriquecen la historia son las relaciones familiares, los juegos infantiles, el
tema de la comida, las leyendas rurales… ¿Estas atmósferas recogen tus
vivencias de niña?
Sí y no. Yo tuve una infancia muy activa, marcada por cercanas relaciones
con mi familia inmediata y el círculo más amplio que formaban los amigos
íntimos de mis padres; sus hijos e hijas siempre fueron como primos y hermanos
para mí, y al construir las relaciones de Romi creo que he sumado y resumido
mis más hermosas experiencias familiares y las he colocado en un mismo entorno.
De repente podríamos llamarlo un mundo ideal, pero supongo que también para eso
escribimos: para transmitir y perpetuar todo lo que amamos de la vida y lo que
quisiéramos para los demás.
Sobre la comida… qué te puedo decir, yo amo comer, pero de chica era muy
fastidiosa; un poco como Romi. Y al igual que ella, a mí me hacían probar los
platillos, me gustara o no, y a partir de ese “forzarme a probar” fue que
aprendí a amar la comida y a arriesgarme en otros tantos ámbitos de la vida,
aunque no estuviera segura del resultado.
En cuanto a los cuentos populares e historias “rurales”, pues supongo que
es mi aporte a preservar y valorar las culturas originarias, porque hoy en día
todo pasa tan rápido que a menudo perdemos de vista de dónde venimos, y esto se
traslada a los más jóvenes, de manera que dejamos de lado enseñanzas milenarias
y formas distintas de enfrentar y transmitir los valores y experiencias
acumuladas de nuestros antepasados.
-Finalmente. Jugar con
elementos como el sol y el mar responde a un tema de reflexión sobre el cuidado
del medio ambiente.
-Sí, para mí el cuidado del medio ambiente es algo muy importante, pues es
el futuro de toda la raza humana lo que nos estamos jugando al no ser
conscientes de todo el daño que hacemos a la Tierra. Con mis libros busco
acercar a los jóvenes lectores la conciencia de todo lo que podemos hacer y lo
que podemos cambiar para dejar un planeta mejor y más cuidado para las
generaciones futuras. Junto con el empoderamiento de las niñas, la naturaleza y
el cuidado del ambiente son dos temas comunes y transversales a todos mis
libros, desde un enfoque u otro.
Isa en CiberLima, mi más reciente libro, que
saldrá de imprenta en las próximas semanas, es quizá mi acercamiento más
“atrevido” o directo a esta problemática: la protagonista se enfrenta a una
Lima paralela en la que todos los problemas ambientales de la ciudad se
convierten en peligros tangibles, inmediatos y de vida o muerte para sus
habitantes, y ella tiene que encontrar la manera de derrotarlos utilizando su
valor, su sentido común y sus conocimientos.