jueves, 31 de marzo de 2011

Pancho Lombardi: “Trabajar a Chéjov, es un enorme desafío”


En materia teatral hacer un clásico es un reto para todo director. Con la puesta en escena Las Tres Hermanas de Antón Chéjov, el cineasta y director de teatro Francisco J. Lombardi decidió asumir el reto. Como es sabido, Lombardi ha llevado a escena cuatro obras hasta la fecha: Rancho de Julio Chávez, Se busca un payaso de Matei Visniec, Cita a ciegas de Mario Diament y La Prueba de de David Auburn. En las siguientes líneas su reflexión en torno a la obra.

Las tres hermanas es una de las obras más importantes del gran autor ruso Antón Chéjov, y llevarla a escena es, para mí, un desafío enorme, no sólo por la riqueza y complejidad de matices de la obra, sino, básicamente, porque Chéjov es el autor al que, desde que empecé mi aventura teatral, soñé con dirigir. Chéjov decía que el motor de su dramaturgia era la búsqueda de “la verdad de la vida” y, para encontrarla, construía escenas de extrema cotidianeidad, en las que los personajes dialogan sobre cosas aparentemente superfluas, pero, mientras ello ocurre, algo profundo y revelador va apareciendo ante nuestros ojos: detrás de la intrascendencia de los momentos ordinarios de cada día, un subtexto nos va revelando los grandes temas de la condición humana. En Las tres hermanas, desfila ante nosotros una galería de personajes minuciosamente construidos, cada uno capaz de revelar algún espacio precioso de la experiencia humana y, aunque Olga, Masha e Irina, las tres hermanas que conducen el hilo de la historia, son las iniciales protagonistas, es el conjunto de caracteres lo que hace que la obra adquiera la dimensión excepcional que tiene y que la ha llevado a ser considerada un clásico del teatro mundial. El teatro de Chéjov requiere de espectadores sensibles, atentos a descubrir la dimensión oculta que se esconde detrás de la aparente intrascendencia de diálogos y situaciones: una vez levantado ese velo misterioso, nos encontraremos con un universo de altísima dimensión estética, que, no sólo nos descubre “la verdad de la vida”, sino que es capaz de emocionarnos y conmovernos como sólo el gran arte puede lograrlo”.