Hace unos días
charlamos con la escritora y realizadora peruana Rossana Díaz Costa, quien nos
comentó que su ópera prima: Viaje a Tombuctú se proyectará en el 17° Festival de Cine de
Lima, en función de pre-estreno dado que el estreno oficial a nivel nacional está
previsto para octubre-noviembre del presente año.
Como es
sabido, Viaje a Tombuctú, cuenta la historia de Ana y Lucho, adolescentes que desde
niños mantuvieron una amistad que con el paso de los años desencadenó en una relación
de amor. Una relación de pareja difícil, ya que se desarrolla durante el período
de guerra interna que vivió el Perú durante la década de los ochentas. La
película muestra la realidad de esa época, con algunos referentes de la cultura
popular como la música y canciones de la época. Al respecto nos habla Rossana Díaz
Costa.
-¿En qué
etapa se encuentra su película “Viaje a Tombuctú”?
-Estamos
en este momento justo terminando la post producción. Mañana me dan mi copia en
35mm en el laboratorio en Buenos Aires y solo quedaría hacer el DCP, el DVD y
Blu ray de la película.
-Habrá un pre-estreno antes del estreno oficial…
-Sí, la
idea es pre-estrenar en el Festival de Cine de Lima en agosto.
-¿Tiene
una fecha tentativa de estreno oficial?
-Dependo
de las ayudas de distribución y exhibición y los auspicios o patrocinios que
podamos conseguir. Pero la idea es estrenar en octubre-noviembre de este año.
-En una
ocasión manifestó que la semilla de su película “Viaje a Tombuctú” es su libro
de cuentos Los olvidados (no los de Buñuel, los míos), ¿por qué?
-Bueno,
algunas de las semillas de mi película están en mi libro de cuentos. Está la
familia de clase media tratando de sobrevivir en el Perú de los ochenta, está
la crisis económica, el conflicto interno desde los ojos de una niña y una
adolescente, está la casa que se hace vieja y se deteriora, está el padre que
trabaja hasta altas horas, está el abuelo centenario, está el rock de esa
época, está La Punta como lugar familiar e idílico, está el viaje a la sierra
(esto, en la primera edición del libro, más no en la segunda) y está el viaje
de huída del país de toda una generación. De alguna manera, también está la
idea del paraíso perdido. Lo que no está en el libro es la historia de amor
entre los dos jóvenes protagonistas.
-También
ha comentado sobre las diversas versiones del guión, ¿finalmente cuántas veces
ha tenido que rehacer el guión?
-La verdad
es que he perdido la cuenta, la historia realmente se terminó de escribir en la
tercera versión de guión, pero luego hubo pequeños cambios a lo largo de varias
versiones, he quitado escenas, he añadido otras, he alargado secuencias, he
acortado otras, he cambiado diálogos, es imposible saber en este momento cuál
versión fue la que llegó al rodaje, pero creo que han sido como 10, porque el
guión fue cambiando también durante la pre-producción, durante los ensayos
previos al rodaje, pero ya en esta etapa, el cambio fue solo a nivel de
diálogos.
-La
película cuenta la historia de Ana y Lucho, una amistad de la infancia que en
su etapa juvenil deviene en romance, ¿es un pretexto para contar sobre la
guerra interna que vivimos en los ochenta?
-La
amistad y posterior romance de Ana y Lucho en el fondo cuenta la historia de
ilusión y frustración de toda una generación, la mía, los que fuimos
adolescentes en los años ochenta. Fue una época muy dura, en la cual a muchos
no se nos permitió soñar. La guerra interna es el trasfondo de esta historia de
amor, es como que la guerra se va acercando
poco a poco a ellos hasta que al fin los toca y los afecta realmente.
-Una
historia de amor inmersa en una coyuntura social complicada, ¿a ello se debe
que el amor de ambos jóvenes no logre un final feliz?
-Sí, la
coyuntura social de esa época no los deja ser felices, a pesar de que tratan de
vivir su edad a toda costa. En la película hay una cita que habla de Billy the
Kid, que va herido por la espalda. Esta cita está en mi libro y es de Luis
Hernández. Para mí, este personaje que camina herido por la espalda, pero que
sigue adelante, representa a toda esta generación.
-Pese a
los temas tan álgidos que toca su filme, estamos ante una película juvenil…
-Sí,
estamos ante una película juvenil, con espíritu juvenil, y que espero que la
vean todos los que fueron jóvenes en esa época y también los jóvenes peruanos
de ahora, que es a quienes les dedico esta película. Soy profesora en la
Universidad Católica y estoy en permanente contacto con la nueva generación. Sé
que nadie les ha contado lo que pasó en esa época en un lenguaje con el cual ellos
se identifiquen, espero que esta película los ayude a recuperar memoria
histórica, a reflexionar acerca de su país, y de paso, también divertirlos a
través de la música y la historia de amistad y amor. Creo que en la película
hay personajes con los cuales se pueden identificar.
-Viendo el
tráiler de prueba me llamó la atención la banda sonora armada por canciones
ochenteras, ¿cuénteme como hizo la selección del soundtrack?
-Las
canciones están elegidas desde el guión. Escribí la historia pensando en las
canciones que quería escuchar. Mi memoria funciona así, con música, yo recuerdo
eventos de mi vida asociados a canciones, momentos del país asociados a
conciertos. Tengo una gran colección de música, he guardado todos mis cassettes
de los ochenta (que salen en la película) y no dejo de comprar discos hasta
ahora. No sé si a todos les pase lo mismo, pero en mi caso es así, me gusta
mucho la música y por eso me he esforzado mucho por conseguir las canciones que
quería para el soundtrack. No están todas las que quería, pero sí la mayoría.
-La música
de Indochine, Charly García, Soda Stereo, ¿forman parte de la banda sonora…?
-Sí, de
Indochine hay dos canciones: “Al asalto” y “Canary Bay”, de Charly García está “Pasajera
en trance” y de Soda Stereo está “Nada personal”. También está la canción “La
estatua del jardín botánico” del grupo español Radio Futura, además de
canciones de grupos peruanos, como Leusemia, Voz Propia y Jas. Y en la parte de
la infancia está “Fuego” de Menudo. Daniel F ha compuesto una canción para la
película también y la banda sonora original es del músico Abraham Padilla. Es
la primera vez que en una película peruana hay una banda sonora de este tipo,
donde se combina música clásica, con música punk, con una ópera, un huayno, en
fin, es un soundtrack muy posmoderno.
-Cuando se
entrevista a los directores muy poco se explora el tema de la banda sonora, ¿qué importancia tiene el soundtrack en una cinta?
-Es
importantísimo. Imagínate la “Guerra de las Galaxias” o “E.T” sin la música de
John Williams, o las películas de Fellini sin la música de Nino Rota, en fin,
la música es orgánica a la historia y debe ser pensada desde la etapa del
guión. Yo me imaginé las canciones sonando porque es una película que se
desarrolla en una etapa de la vida en la cual la gente descubre a sus grupos
favoritos, en la cual la música es una parte importante de la vida y que
además, en este caso, ayuda a sobrevivir en medio de la crisis y la violencia,
que fue lo que nos pasó a muchos. Creo que para muchos peruanos de esa
generación, el concierto de Charly en la Feria del Hogar, y los conciertos de
Soda e Indochine en el Amauta significaron un momento importante de su
adolescencia, fueron un respiro en medio de los apagones, los atentados y la
destrucción y oscuridad de un país.
-En una
entrevista que tuve la ocasión de ver dice: “Hay que amar el cine y amar hacer
cine en el Perú para hacer películas”, ¿sigue pensando lo mismo?
-Sí,
claro, sigo pensando lo mismo. En general, sea donde sea que uno haga una
película, hay que amar el cine, porque es un oficio que requiere de mucha
paciencia y tiempo. Y en el caso de nuestro país con mayor razón, porque no
tenemos industria y puede que no ganemos dinero haciendo la película, puede que
solo obtengamos la satisfacción de haber contado nuestra historia.
-Pese al
desarrollo de las nuevas tecnologías, hacer cine en el Perú es difícil, ¿cuáles
son las condiciones actuales para hacer una película en el país?
-Hacer
cine en el Perú es difícil. Sí, las nuevas tecnologías permiten hacer películas
más fácilmente, pero aún la exhibición no está a la par de estas nuevas
tecnologías. Por ejemplo, un joven hace una película chiquita, con estas
cámaras 5D o 7D y si quiere estrenar, pues tendrá muy pocas salas que puedan cederle
un lugar, porque las salas digitales son casi todas en 3D. Hasta que no lleguen
las salas 2D en todos los cines, terminar la película en 35mm sigue siendo una
obligación, si es que queremos estrenar en varias salas. Y también está el
problema de la formación, tiene que haber una escuela de cine para que los
jóvenes puedan especializarse, como se da en todos los países con una
cinematografía desarrollada. Hay más problemas: la producción, hay muy pocos
productores ejecutivos especializados en cine, la mayoría son los propios
directores, y así no se construye una verdadera industria. Si a esto le
agregamos la desconfianza de la empresa privada en el cine peruano y la
fragilidad de las ayudas estatales, la situación no es la mejor. Pero hay que decir
que a pesar de todo ello, cada vez hay más jóvenes que quieren dedicarse a este
sueño que es el hacer películas y que a comparación de hace unos años, se está
construyendo un camino hacia lo que en un futuro podría convertirse en una
pequeña industria de cine.
-Después
del estreno de la película viajará a Tombuctú, para cumplir el sueño anhelado…
-Sí,
quisiera hacer ese viaje. Yo ya estuve en el norte de África, pero no llegué a
Mali, que es donde realmente está Tombuctú. Llegué al desierto del Sahara en la
parte de Marruecos, desde donde se ve Mali, pero todo es cuestión de seguir
avanzando hacia el sur…
-En
materia literaria, ¿Qué viene después de su libros de cuentos Los olvidados (no
los de Buñuel, los míos)?
-Me
gustaría armar un segundo libro de relatos que tengo en desorden y completamente
olvidados (valga la redundancia), por culpa de todo el proceso de la película,
que me ha absorbido completamente en los últimos dos años. Me gustaría terminar
este proyecto literario antes de empezar un segundo proyecto de cine. La literatura
será un refugio de tranquilidad para mí después de toda
esta vorágine que implica el hacer una película.