domingo, 6 de octubre de 2013

El Servidor






Escribe: Luis Paredes (Crítico de Teatro)

El Servidor de Ronald Harwood, recientemente estrenada en el Teatro Ricardo Blume por el colectivo  Aranwa Teatro, bajo la dirección Mateo Chiarella, es una obra que intenta cerrar heridas aparentemente imborrables. Y el sustento de esta idea es que todo mal que se hace al ser humano termina por cicatrizar inevitablemente. Tarde o temprano. No hay heridas sempiternas que tornen la existencia humana invivible.

Sin embargo, al parecer el tema judío genera enconos vivos apenas se toca y Harwood lo hace con mucha altura y conocimiento; tanto que pareciera que la problemática de los odios raciales lo ha acompañado a lo largo de toda su carrera. El Servidor de Mateo Chiarella, en general, no escapa a este planteamiento y devuelve al espectador la mirada de un conflicto que se encarna en la personalidad de Romka (Alberto Herrera) un hombre que es investigado por supuestos crímenes de guerra.

Romka ha vivido los últimos 40 años una vida apacible de Amo de llaves de una familia burguesa británica, la más clásica que se pueda imaginar, los Field,  Cressida y Julian (Paloma Yerovi y Alfonso Dibos), pareja que obviamente se ha encariñado con él (mucho más Cressida) y lo tienen como un miembro más de la familia; hasta que irrumpe en sus vidas la investigación de unos Caza Nazis que funcionan bajo la directiva de Kiev.

La parte judicial se maneja de forma ágil y teatral dando pie al teatro dentro del teatro con interrogatorios previos mostrados a través de videos. Pero Romka está en el supuesto de haber sido confundido con un homónimo, hasta que el interrogatorio final a una hermana Sofía (Graciela Paola, Grapa) lo confunde y desespera en uno de los climax de la obra: la veterana monja refiere que lo vio con ametralladora en mano conduciendo a unos niños judíos y que para mayor escarnio del supuesto asesino, se encontraba con la hermanita menor de Romka, la que había sido también asesinada por su hermano.

En realidad el conflicto arrastra a toda esta familia joven e involucra a una abogada con ideas muy especiales sobre lo que fue el Holocausto: Miriam Stone (Katerina D’onofrio). Otro de los climax de la obra va a producirse en el choque entre la Sra. Field y la Sra. Stone a raíz de sus posiciones encontradas. Cressida Field no comprende como después de 50 años se puede abrir un expediente en contra de un anciano y acusarlo de supuestos delitos que no se sabe a ciencia cierta si ocurrieron o los cometió.





La abogada relativiza la edad de Romka, añadiendo que ese crimen (el Holocausto) no fenece en el tiempo por tratarse de gente inocente. Esta escena es clave en la obra y las actrices demuestran sus condiciones de verdad escénica al resolver esta secuencia con una interpretación llena de fuerza y sentido dramático. En general la puesta en escena demuestra una madurez creativa por parte del joven director Mateo Chiarella.

Una madurez que se evidencia en el tratamiento de los personajes y la consecuente resolución de la obra; llena de aciertos en lo que es la atmósfera de la misma involucrando los tonos del vestuario con el claro oscuro que produce la acertada iluminación; la música es un aporte revitalizador de la anécdota; los efectos de sonido que en muchas partes atrapan al público remontándolo a un tiempo que se libró de vivir, o que ha vivido de forma diferente ya sea la edad y nacionalidad que ostente.

Lo importante no es esto en el planteamiento de El Servidor. Creo que esta parte está bien solucionada. Veo en realidad que en el aspecto ideológico puede estar el quid del asunto. Si bien el autor es bastante claro, la puesta no lo es tanto.
El autor hace recaer sobre el personaje de Cressida (Paloma Yerovi) la visión de quien se muestra escéptica sobre los crímenes del pasado y no acepta la intemporalidad de la justicia.

 No acepta además el estigma de quienes atacaron así a los judíos. Y en el fondo no conoce bien el problema, son más sus lazos sentimentales con Romka los hilos que mueven su conducta. Pero su marido Julian Field (Alfonso Dibos) tiene una posición al respecto, totalmente reaccionaria, pero ahí está, en la que indica su idea acerca de la “selección” una especie de clasificación de los hombre en base a determinadas condiciones de eficiencia, que hará a unos mejores que otros.
Estas ideas son negadas por su esposa, y rebatidas acremente por la abogada Miriam Stone.

Empero en el teatro nada es gratuito y cada palabra tiene su peso específico y su relevancia en el contexto de la obra. Me parece que el estilo campechano de Julian Field (Alfonso Dibos) contribuye a oscurecer algunos textos importantes del personaje…lo cual influye negativamente en la construcción que hace Paloma Yerovi de Cressida Field, no desarrollando verosimilitud en muchas de sus partes.
En realidad lo que dicen ambos (Cressida y Julian) pesa de manera determinante para poder entender a cabalidad la propuesta. La forma inquisitorial y “científica” del policía (Carlos Victoria) hacen que el discurso de la obra logre planos de eficacia escénica.

El manejo del circular en la dirección resulta muy expositivo, dando lugar a que desde cualquier ángulo el espectador comprenda con gran objetividad el montaje. Esto también es un acierto del director.  En general el elenco resulta idóneo para este tipo de propuestas donde el “suspense” es la clave del éxito de la obra.
Más sobre El Servidor: http://goo.gl/B5jIaI


“El servidor”
Teatro Ricardo Blume
Jirón Huiracocha 2160 – Jesús María
Días: jueves, viernes y lunes a las 8:00 p.m.
Sábados y domingos a las 7:00 p.m.
Temporada: hasta al 09 de diciembre
Las entradas están a la venta en Teleticket