Edición fotográfica: Rosana López Cubas
Hace unos días, el dramaturgo y director Daniel Amaru Silva, estrenó la obra de
teatro “El canto del Monstruo”, pieza que explora la enfermedad en la sociedad,
en el cuerpo y en el alma, escrita por Rocío Limo. La puesta en escena
continuará en el Centro Cultural de la Municipalidad de Jesús María
hasta diciembre próximo.
Cabe destacar que este agonizante
2013, ha sido particularmente especial para Amaru, uno de los dramaturgos más
jóvenes de nuestro país, quien tras ganar el Concurso de dramaturgia peruana
organizado por el Centro Cultural Británico con su obra “¿Eres tú, pequeño?”,
estrenó la misma y participó en los montajes “Power off” y “Villa libertad”.
Asimismo, su obra “Salir” fue seleccionada en el concurso Sala de Parto, nueva
dramaturgia peruana, convocado por el Teatro La Plaza.
Razones de sobra para charlar con Daniel Amaru, un joven que poco a poco se
hace de un espacio en este complicado escenario local.
-Estrenaste hace unos días “El canto del Monstruo”, obra que diriges. Desde la mirada del director. ¿Qué urde
este montaje?
La obra nos habla sobre tres enfermos que se encuentran en la habitación de
un hospital donde ninguno recibe lo que necesita. En esencia es eso. Dos viven
ensimismados, y un tercero, llega a alegrarles un poco el ambiente, a
enseñarles algo. La obra es rara, exige mucho del espectador. La puesta en
escena es muy simple y elemental, estamos limitados a lo que el espacio permite
y, bueno, no es mucho. Contento de poder dirigir a gente que aprecio mucho. Nos
divertimos. La última noche de la semana hicimos función para seis personas y
fue la mejor de todas. Una experiencia que también te enseña y te enriquece.
-¿Por qué los personajes tienen que encontrarse a sí mismos?
Porque es la única forma de aceptar lo que les pasa. Han dejado de
relacionarse con los demás para vivir en paz consigo mismos. También está el
hecho de que los tres compiten por lo mismo: llegar a un lugar mejor. Y en la
jungla cada uno cuida su pellejo…
-Estos monstruos se desnudan en escena…
La obra plantea que para sobrellevar la culpa, hay que enfrentarla. El
monstruo es el equivalente a la culpa, lo que cada uno esconde y no se atreve a
decir.
-Sin embargo también nos habla de la importancia de los ideales, de los
sueños…
En tanto los sueños constituyan una respuesta a la realidad. Creo que la
obra nos habla sobre aceptar la realidad y complementarla con los ideales que
uno tiene, sin dejar que éstos nublen la realidad y lo que no se puede cambiar
de ella.
-¿La reflexión final de la obra?
Que juntos somos más fuertes. Es un cliché terrible, que no siempre
considero cierto, pero “en la desgracia hermanos”. Y si todos somos
desgraciados: todos somos hermanos.
Periplo de un
dramaturgo y director
-Daniel, este 2013 ha sido particularmente fructífero. Estrenaste ¿Eres tú,
pequeño?, y una de tus obras fue seleccionada en el concurso Sala de Parto. ¿Qué
balance te deja este período?
Ha sido un año productivo, positivo. Este 2013 estrené tres obras de teatro.
De otro lado, los amigos del teatro La Plaza han tenido la amabilidad de
publicarme una cuarta obra que aún no se estrena. En otras palabras: ¡He tenido
suerte! Las personas confían en mi trabajo. Ahora, me toca moverme por cuenta
propia.
-Empezaste de manera productiva en el tema de dramaturgia. Podrías
hablarnos al respecto…
Toda la labor realizada en el campo de las artes escénicas ha sido fruto de
la casualidad y el apoyo de las personas, y en muchos casos, amistades que han
tenido a bien confiar en mi trabajo. Después de ganar el concurso de
dramaturgia del Británico, con la obra ¿Eres tú, pequeño?, me encontré con un
amigo que estaba involucrado en un proyecto. Él pensaba trabajar con un
dramaturgo quien le canceló intempestivamente y me pidió trabajar juntos. Nos
arriesgamos: él no había leído nada mío y yo tenía que escribir para un estreno
en un plazo de dos meses. Así surgió “Power off”. Posteriormente, me invitaron
a participar de la creación colectiva: “Villa libertad”. Particularmente, con este
montaje cumplí el sueño de poder usar poemas de Javier Heraud. Hay algo hermoso
en estas dos experiencias teatrales: el proceso de la creación colectiva. Experiencia
que me ha permitido trabajar con libertad. Escribo el texto y siento que la
obra forma parte de mí, sin embargo, permanece atada al elenco original, siempre
será de todos porque sin ellos no existiría, no me la imagino con otro elenco.
-Dramatúrgicamente apuestas por el realismo. Las contradicciones del
individuo, la doble moral. ¿Sigues focalizado en explorar estos temas?
Sí. Sencillamente, porque sigo sin encontrar respuestas en torno a
determinados aspectos de la vida. Sigo sin entender al individuo humano. Leo y
me informo sobre todo índole de temas y cada vez más me hago un sin número de
interrogantes. Me parece raro que alguien pueda amar a su perro y comerse un
chancho. El hecho de decidir entre
“mascotas” y “comida”. Siento que uno decide y ve lo que quiere ver. Me pasa con la biblia: o aceptas
y reconoces todo lo que dice o sencillamente no crees en ella. Se supone que
todo viene de arriba, ¿no?
Estamos acostumbrados a aceptar lo que nos sirve y
negar lo que no nos sirve. Ya no matamos a los adúlteros, pero queremos negarle
a un grupo de personas el derecho a unirse legalmente. Ojo, no estamos ante un
tema estrictamente religioso. Lo hacemos con las leyes, con nuestros
principios. Siempre elegimos lo que nos sirve, es decir, lo que nos “conviene”.
Nos pasa a todos. Me interesan las palabras y las categorías. No creo que se
pueda categorizar a una persona de “mala” o “buena”. Un ejemplo sencillo: un
sicario puede también amar a su hija y contarle cuentos todas las noches. Estas
son las contradicciones, en apariencia, que me interesan…
-No es casual reflexionar sobre la doble moral, en un país como el nuestro,
¿no?
¡No! Estamos llenos de amantes de perros y gatos que comen chancho, y
también gatos. Acostumbrarnos a todo estos fenómenos nos ha vuelto cínicos. No
nos importa que nos mientan porque creemos que al saber que es mentira no
importa. Parafraseando a Orwell, decir la verdad ahora es casi un acto
revolucionario.
-Desde que decidiste involucraste en el quehacer teatral local optaste por
la dramaturgia y dirección. ¿En qué momento decides incursionar en la dirección
teatral?
Siempre lo he pensado. Desde que escribo ya estoy dirigiendo. La mayoría de
dramaturgos dirigen desde la escritura. Es una tentación muy grande. Alonso
Alegría dice que no puedes dejar todo en manos del director. Nunca sabes quién
te puede tocar. Además creo que en el teatro es esencial hacer varias cosas,
sirve muchísimo. Pero he querido esperar. Necesito formarme más. Mucho más.
Quisiera acompañar algunos montajes, observar de cerca el trabajo de otros.
Tenemos varios directores y directoras geniales con formas de trabajar tan
distintas. Hay que aprovecharlos. Que esté dirigiendo ahora es otro de esos
casos de amistad y casualidad. Fue una oportunidad que apareció y quise
aprovechar. Aunque antes de volver a dirigir seguro me voy a tomar un descanso.
-El trabajo dramatúrgico de los jóvenes ha sido productivo este año. ¿Qué
nos puedes decir al respecto?
Es la respuesta a la formación y a los maestros que nos guían. La formación
que hemos recibido en los últimos años ha permitido que aparezcan varias caras
nuevas que escriben bien. Alonso Alegría ha institucionalizado su taller con un
sistema e interesantes horarios. Cada dos
meses hay un grupo nuevo de personas que salen de distintos talleres y pueden
estar en capacidad de escribir una obra. Mariana de Althaus tiene dos talleres,
el “tradicional”, y uno muy interesante de teatro vivencial. César de María,
otro genio, es muy accesible y da charlas seguidas.
Eduardo Adrianzén también
ha tenido un ciclo de charlas.
Los talleres de Gonzalo Rodríguez Risco y Claudia Sacha en los conos de
Lima son muy importantes. El concurso de La Plaza me ilusiona mucho: diez obras
al año significan que para el 2023 vamos a tener cien obras nuevas de autores
peruanos. La obra ganadora del concurso Sala de Parto “La cautiva” de Luis
Alberto León, es una obra de arte. Se va a leer de aquí hasta la eternidad. ¡Y
es su primera obra! También hay dos comedias de Franco Iza y de Patricia Romero.
Definitivamente, todo este aporte, es productivo para las artes escénicas
locales.
-¿Cómo observas los universos temáticos trabajados por los dramaturgos
jóvenes?
Cada dramaturgo tiene sus propios intereses temáticos. Espero que temas
como la época del terrorismo y la dictadura de Fujimori no desaparezcan nunca. Algunas
obras de teatro que he tenido la ocasión de ver a lo largo de este 2013 hablan
sobre estos temas, momentos históricos que se visibilizan a través del
escenario. El tema porno, como la obra de Patricia Romero, también es un tema
de interés para el teatro. El tema de las relaciones de pareja y el amor
igualmente suscitan interés en los autores. ¿Será que recién a esta edad
empezamos a tomar interés por estos temas? Puede ser. He podido observar que un
vicio muy común entre los que recién empezamos es escribir obras que hablen
sobre el teatro… Todos escribimos sobre lo que nos aqueja.
-Después de este estreno. ¿Qué proyectos vienen tanto a nivel dramatúrgico
como de dirección teatral?
El año que viene quiero poner sobre escena por lo menos dos obras mías. La
idea es dirigirlas con alguien o estar muy cerca de él o ella. Dos ya están
agendadas. En el teatro todo depende. Lo que estoy tratando de hacer ahorita es
quitarme de encima las obras que ya tengo escritas y recién luego ponerme a
escribir cosas nuevas.
Temporada: del 15 de noviembre al
15 de diciembre. 8:00 pm
Auditorio Servúlo Gutiérrez
Centro Cultural de la
Municipalidad de Jesús María
Entrada General: 25 soles
Entrada Estudiantes: 15 soles
Entradas a la venta en la
boletería del teatro.
Precios especiales para grupos.
Reservas: reservas.liae@gmail.com