Protagonizada y dirigida por Ben Stiller, la película la pueden ver en la cartelera local
Escribe:
Raúl Lizarzaburu
Ben
Stiller se convierte en director, protagonista y uno de los varios productores
(entre los que se cuenta el también realizador Gore Verbinski) de esta nueva
versión del relato escrito en 1939 por James Thurber y llevado previamente al
cine en 1947 por Norman Z. McLeod, con Danny Kaye y Virginia Mayo encabezando
el reparto.
Esta vez,
en la comedia La increíble vida de Walter Mitty (The Secret Life of Walter
Mitty, 2013), el guión de Steve Conrad se traslada a un tiempo y un contexto
absolutamente actuales: la desaparición de la edición impresa de la emblemática
revista norteamericana Life con miras a convertirse en una publicación
estrictamente digital, lo que implica, entre otras cosas, despidos en masa y el
acceso a nuevas tecnologías. Suficiente para mandarle una chiquita a las
grandes corporaciones.
Stiller
interpreta al tímido y distraído personaje del título, encargado del famoso
archivo fotográfico de Life (en este caso el título juega con la vida de Mitty
y con el nombre de la revista), que siente un amor platónico por una nueva
compañera de trabajo (Kristen Wiig, que pone el componente romántico) cuyo
puesto también está en riesgo, y es agarrado de punto por el antipático Ted
Hendricks (Adam Scott), el yuppie encargado de administrar todo el proceso de
cambio, y que le encarga conseguir un misterioso negativo, tomado por el
reportero Sean O’Connell (Sean Penn, en un breve pero crucial papel), que debe
salir en la portada de la edición final.
Pero el
negativo en cuestión no está, y hay que buscarlo, literalmente, por cielo y
tierra. Para esto ya conocemos un rasgo fundamental de Mitty: de vez en cuando
es asaltado por su imaginación —en eso recuerda un poco al Felipe de Mafalda—
que lo lleva a librar grandes batallas pero solo en su mente y abstraerse de la
realidad por momentos. Esto se da en la primera parte, aparentemente en la nota
justa, y cuando sale a recorrer el mundo en busca del negativo el tono lúdico
da paso a la aventura, en lugares tan remotos como Groenlandia (que incluye una
tragicómica secuencia en un karaoke de mala muerte), Islandia (donde se
enfrenta a un tiburón en aguas heladas), o jugando fútbol en las alturas del
Himalaya. Por ahí también aparece una referencia a Benjamin Button en clave de
humor.
La factura
técnica es impecable, desde la ingeniosa presentación de créditos en las calles
de Nueva York, pasando por la fotografía de Stuart Dryburgh (en especial la del
paisaje nórdico), edición y efectos visuales. La venerable Shirley MacLaine
aparece unos minutos como la madre de Mitty. La banda sonora es interesante,
aunque se escucha más Space Oddity de David Bowie (el héroe se convierte en el
Mayor Tom en algún momento) y, aunque en otra versión, Escape, el popular Pina
Colada Theme de Rupert Holmes.
El humor
aquí no es corrosivo como en Una guerra de película, el trabajo anterior de
Stiller como director, sino más bien optimista, y su decisión de ser también la
estrella parece acertada después de desechar otras opciones. Dentro de la
bonhomía propia de la historia, y si bien se puede objetar cierto maniqueísmo
buenos/malos (o la sacada de trapitos del final) tenemos en este Walter Mitty
un filme que no desagrada en absoluto.