viernes, 26 de diciembre de 2014

Diego La Hoz: “Para hablar de teatro peruano es fundamental conocer el Perú”




Director y gestor de Espacio Libre Teatro nos ofrece una mirada a lo que fue este 2014





Este año a punto de culminar, el trabajo de Espacio Libre Teatro, colectivo de teatro dirigido por Diego La Hoz ha sido arduo y auspicioso.  A propósito de sus quince años de vida, el grupo ecuatoriano Malayerba los invitó a la ciudad de Quito (Ecuador), en donde estrenaron sus montajes más recientes “Paréntesis” y “El otro aplauso”. Este periplo también incluyó Piura, Chiclayo y Arequipa.

De otro lado, actores y grupos de países como Argentina, Chile, Ecuador, Colombia, Brasil, Costa Rica y España, visitaron el país y se hicieron presentes en la Casa Espacio Libre de Barranco, recinto en donde estrenaron una serie de obras de teatro a propósito del aniversario del popular y emblemático colectivo. Al respecto, charlamos con el director Diego La Hoz.




-Este 2014 ha sido un año lleno de tareas cumplidas para Espacio Libre Teatro. ¿Cuál es la  mirada de un terco director que camina solo, con el único apoyo de su colectivo, sus alumnos y su público?

-Espacio Libre cumplió quince años. Tiene su tercera Casa en Barranco y decidimos emprender nuestro camino hacia la madurez. Entiéndase madurez como la capacidad vital de adaptarnos al entorno. Eso hemos hecho. Escuchar la marcha de los tiempos y entender cuál es nuestro lugar aquí y ahora. La terquedad solo es posible cuando hay tareas que hacer y personas que confíen en el ejercicio cotidiano. Yo soy terco porque soy consecuente… Y tengo sueños de largo aliento. La Tarumba ha sido fundamental este año. Hay mucho que agradecer pero sobretodo muchísimo que hacer.

-Uno de los aspectos de esta valiosa labor es mantener el diálogo y los intercambios con otros puntos de la ciudad. Eres tal vez uno de los pocos directores de teatro que visita los Conos y viajas a provincias. ¿Qué te permite toda esta cercanía con tus pares que no forman parte del centralismo?

-Para hablar de teatro peruano es fundamental conocer el Perú. Lima siempre es una trampa que produce una miopía irreversible. Viajar es consecuencia de nuestros propios objetivos de base. Nuestra primera salida como grupo fue a Arequipa en el año 2000 representando a nuestra región en La Muestra Nacional de Teatro Peruano. ¡Fundamental! Porque descubrí que habían muchos teatros que se esforzaban por hacer visible su propia identidad y sus deseos más profundos como ciudadanos de un complejísimo país.

-En Carabayllo, el grupo Grecia hace una interesante labor de divulgación teatral en su comunidad. Incluso han trabajado de manera conjunta. ¿Por qué no se debe dejar de lado a los colegas de las zonas urbano marginales?

-Grecia es un grupo que conocemos hace mucho. Hemos tenido grandes encuentros y conversaciones siempre teñidas de esperanza. Eso me gusta. Ellos trabajan muy duro con -y por- su comunidad y no esperan nada de sus autoridades. Eso también me gusta. La confianza debe ser construida desde el corazón del propio grupo. Sucede que encuentro muchos colectivos que depositan su confianza en factores externos y fracasan cuando no consiguen lo que esperan. 

La fortaleza de los grupos está en el cuidado de su “adentro” y en la capacidad que tienen para dialogar con el diferente. Hay otro grupo que admiramos mucho en Mala, GRUTEMA se llama. Ellos han logrado convencer a sus autoridades de la importancia de su labor. Reciben apoyo gracias a la validación que la propia comunidad les ha otorgado. Para nosotros cada historia es inspiradora y hace que nos sintamos menos solos.





-Hace unas semanas estuviste dirigiendo al colectivo Teatrando en la ciudad de Arequipa. ¿Cuál es la importancia de este intercambio…?

-Pocas veces conseguimos las condiciones para hacer proyectos conjuntos con un cierto nivel de seriedad. Es muy importante salir de la precariedad que aún usan muchos grupos para cumplir sus objetivos. La Asociación Cultural “Teatrando” de Arequipa tuvo la gentileza de permitirnos emprender la aventura de montar “Trilogía de una despedida”. Era un sueño estrenar una obra original -y a nuestro estilo- en una ciudad que no sea Lima. Con actores locales y dando relevancia a su propia voz. Además, como dije líneas arriba, Arequipa fue la primera ciudad que nos acogió como grupo de teatro. Cada experiencia es un aprendizaje. Eso no tiene valor.

-De otro lado y a propósito del aniversario de Espacio Libre Teatro igualmente estuvieron por el exterior. Nos podrías contar sobre este transitar.

-Celebrar años es una oportunidad para revisar nuestra historia. Teníamos dos ciudades en mente: Arequipa y Quito. Ambas son parte de la gesta de EspacioLibre. Ecuador fue el primer país que visitamos. Nuestra primera gira internacional en 2001. Fue allí donde conocimos a Franklin Dávalos quien se unió al grupo para emprender su formación escénica. El 2004 volvimos a Quito con “Arthur, Alquimia del Verbo”. Era importante regresar diez años después y reencontrarnos con compañeros que habían crecido con nosotros. Lo interesante es que la invitación vino del grupo Malayerba. Nos ofrecían ocho funciones en su sala. El mejor pretexto para volver. Un grupo par nos abría sus puertas. Llevamos “Paréntesis” y “El otro aplauso”. Este viaje de casi un mes incluyó Chiclayo y Piura. ¡Hermoso!

-Precisamente en este marco de celebraciones algunos colectivos de países como Colombia, Ecuador, Chile, visitaron Casa Espacio Libre y estrenaron sus obras en Perú. ¿Cómo estableces estos lazos con tus pares del exterior?

Este 2014: Argentina, Chile, Ecuador, Colombia, Brasil, Costa Rica y España. Nuestra Casa de Barranco siempre está de fiesta. El movimiento genera movimiento. Y nosotros nos hemos convertido en poco tiempo en una alternativa para creadores que pasan por nuestro país. Antes había espacios más accesibles. Eso terminó. La ventaja de viajar y conocer gente es que generas redes bastante confiables. O por lo menos, con criterios similares. Y ahí estamos nosotros. Siendo puente. Dispuestos al abrazo.





-Qué reflexión final te deja todos estos intercambios…

-Sin duda, somos un agente de contagio para muchos grupos. Nacionales y foráneos. Ser autodidactas nos pone en un lugar de muchísimo trabajo. Buscamos renovarnos en cada proceso, en cada taller, en cada encuentro. Eso sucede cuando diversas experiencias se confrontan. Aprendemos unos de otros. Crecemos como creadores y personas. Los conversatorios interdisciplinarios que tuvimos los jueves de agosto son prueba de ello.

-De otro lado, este 2014 los montajes que han estrenado y repuesto en Casa Espacio Libre han calado exitosamente en su público. Sus visitantes se han incrementado y cada día son más sus seguidores. ¿Cuál es la fórmula?

-Cifras. Este año nos han visitado un aproximado de tres mil personas. Ten en cuenta que nuestro aforo no es mayor a treinta espectadores. Un sesenta por ciento es gente que se ha vuelto frecuente. ¿Fórmula? Nosotros nos ocupamos de atenderlos personalmente. La mayoría hace previa reserva. Los identificamos. Los hacemos sentirse en Casa. Los tenemos informados semanalmente de las actividades. La entrada siempre es libre y la salida solidaria. Al final de cada función nos tomamos unos minutos para dialogar sobre lo visto. Somos una familia. Así nos sentimos y eso queremos que suceda. Nuestra Casa de Barranco no se ha detenido un solo día.

-Este 2014 se ha rendido una serie de homenajes a Sebastián Salazar Bondy. Tú te anticipaste con Los funerales de Doña Arcadia. ¿Cuáles son los lazos que tienes con Sebastián?

-Eso es curioso. Nunca pensamos anticiparnos a nada. Simplemente decidimos trabajar con el ensayo “Lima, La Horrible” de S. Salazar Bondy como parte de nuestra investigación colectiva. Nos interesó la figura del escritor agudo y provocador. Adelantado a su época. Creemos que él fue el precursor del teatro peruano. Y queríamos conocerlo más allá de sus textos dramáticos. “Los funerales de Doña Arcadia” se convirtió en una obra de gran impacto. Es una responsabilidad revisar y dar a conocer a nuestros autores peruanos. Este año trabajamos con J. E. Eielson y su texto “El cuerpo de Giulia-No”. En febrero tendrán noticias.

-Finalmente, y en vista que también eres un asiduo espectador de la cartelera local. ¿Qué impresión te deja la cartelera local oficial?

-Nada nuevo bajo el sol. Nuestro cielo teatral ha estado más gris que nunca. Cada vez hay más cáscara y menos contenido.

-Y el circuito teatral independiente…

El circuito independiente –si cabe la expresión- es un ambiguo vaivén de experimentalistas descubridores de la pólvora, de huérfanos llorones y de aspirantes a oficiales de la escena limeña. No hay teatro independiente en el Perú porque nunca hubo la urgencia de emprender una lucha. ¿Independiente de qué?  En el fondo, nos encantan las castas y los grandes apellidos. Necesitamos patrones… Y que nos sigan pateando el culo en quechua. Si queremos ser libres primero tendríamos que ser independientes. Y para eso hay que tomar posturas. Como diría la Biblia: “No podemos servir a dos señores”.



-Evoquemos a Sarita Joffré. Háblanos de ella. Cómo llegaste a ella pero sobre todo cómo se llegaron a entender tan bien…

Sara es Sara. Así la conocí siempre. Particular. Tajante. Lúcida. Dormida en la primera obra que dirigí en 1999 y atorada de risa cuando vio Mal-Criadas en 2000. Cuando me entregaron la VIII Muestra Regional de Teatro Peruano le pedí una cita para que me contara sobre este evento y me recibió en una pequeña oficina –frente a Palacio de Gobierno- que tenía una carpa (para acampar) en medio de la sala y un banquito. Me enamoré de ella. Nuestro amor se fue consolidando en el tiempo cuando entendí que era un alma libre. Y eso había que respetarlo, pero sobretodo observarlo con interés de compañero. Hemos viajado juntos dentro y fuera del Perú. Hemos vendido Revistas Muestra en cada lugar. Dirigí tres obras suyas. Y escribimos juntos “Especies”. Éramos un equipo muy eficiente. Siempre pensó que estaba loco y me decía que era demasiado decente para este mundo de ratas. ¿Ratas? Sí, ratas. Sara siempre será Sara. Gestora incansable. Aunque haya sido “responsable de tantos mamarrachos” decía. ¿Qué siento? Es como si me hubieran robado mi libro preferido de historia a medio leer. ¡Sara, tenía que dejarme tarea!