Director y
gestor de Espacio Libre Teatro nos ofrece una mirada a lo que fue este 2014
Este año a punto
de culminar, el trabajo de Espacio Libre Teatro, colectivo de teatro dirigido
por Diego La Hoz ha sido arduo y auspicioso.
A propósito de sus quince años de vida, el grupo ecuatoriano Malayerba
los invitó a la ciudad de Quito (Ecuador), en donde estrenaron sus montajes más
recientes “Paréntesis” y “El otro aplauso”. Este periplo también incluyó Piura,
Chiclayo y Arequipa.
De otro lado,
actores y grupos de países como Argentina, Chile, Ecuador, Colombia, Brasil,
Costa Rica y España, visitaron el país y se hicieron presentes en la Casa Espacio Libre de Barranco, recinto en donde estrenaron una serie de obras de teatro a
propósito del aniversario del popular y emblemático colectivo. Al respecto,
charlamos con el director Diego La Hoz.
-Este 2014 ha
sido un año lleno de tareas cumplidas para Espacio Libre Teatro. ¿Cuál es la mirada de un terco
director que camina solo, con el único apoyo de su colectivo, sus alumnos y su
público?
-Espacio Libre
cumplió quince años. Tiene su tercera Casa en Barranco y decidimos emprender
nuestro camino hacia la madurez. Entiéndase madurez como la capacidad vital de
adaptarnos al entorno. Eso hemos hecho. Escuchar la marcha de los tiempos y
entender cuál es nuestro lugar aquí y ahora. La terquedad solo es posible
cuando hay tareas que hacer y personas que confíen en el ejercicio cotidiano.
Yo soy terco porque soy consecuente… Y tengo sueños de largo aliento. La
Tarumba ha sido fundamental este año. Hay mucho que agradecer pero sobretodo
muchísimo que hacer.
-Uno de los
aspectos de esta valiosa labor es mantener el diálogo y los intercambios con
otros puntos de la ciudad. Eres tal vez uno de los pocos directores de teatro
que visita los Conos y viajas a provincias. ¿Qué te permite toda esta cercanía
con tus pares que no forman parte del centralismo?
-Para hablar de
teatro peruano es fundamental conocer el Perú. Lima siempre es una trampa que
produce una miopía irreversible. Viajar es consecuencia de nuestros propios
objetivos de base. Nuestra primera salida como grupo fue a Arequipa en el año
2000 representando a nuestra región en La Muestra Nacional de Teatro Peruano.
¡Fundamental! Porque descubrí que habían muchos teatros que se esforzaban por
hacer visible su propia identidad y sus deseos más profundos como ciudadanos de
un complejísimo país.
-En Carabayllo,
el grupo Grecia hace una interesante labor de divulgación teatral en su
comunidad. Incluso han trabajado de manera conjunta. ¿Por qué no se debe dejar de lado a los colegas de las zonas urbano marginales?
-Grecia es un
grupo que conocemos hace mucho. Hemos tenido grandes encuentros y
conversaciones siempre teñidas de esperanza. Eso me gusta. Ellos trabajan muy
duro con -y por- su comunidad y no esperan nada de sus autoridades. Eso también
me gusta. La confianza debe ser construida desde el corazón del propio grupo. Sucede
que encuentro muchos colectivos que depositan su confianza en factores externos
y fracasan cuando no consiguen lo que esperan.
La fortaleza de los grupos está
en el cuidado de su “adentro” y en la capacidad que tienen para dialogar con el
diferente. Hay otro grupo que admiramos mucho en Mala, GRUTEMA se llama. Ellos
han logrado convencer a sus autoridades de la importancia de su labor. Reciben
apoyo gracias a la validación que la propia comunidad les ha otorgado. Para
nosotros cada historia es inspiradora y hace que nos sintamos menos solos.
-Hace unas
semanas estuviste dirigiendo al colectivo Teatrando en la ciudad de Arequipa.
¿Cuál es la importancia de este intercambio…?
-Pocas veces
conseguimos las condiciones para hacer proyectos conjuntos con un cierto nivel
de seriedad. Es muy importante salir de la precariedad que aún usan muchos grupos
para cumplir sus objetivos. La Asociación Cultural “Teatrando” de Arequipa tuvo
la gentileza de permitirnos emprender la aventura de montar “Trilogía de una
despedida”. Era un sueño estrenar una obra original -y a nuestro estilo- en una
ciudad que no sea Lima. Con actores locales y dando relevancia a su propia voz.
Además, como dije líneas arriba, Arequipa fue la primera ciudad que nos acogió
como grupo de teatro. Cada experiencia es un aprendizaje. Eso no tiene valor.
-De otro lado y
a propósito del aniversario de Espacio Libre Teatro igualmente estuvieron por el
exterior. Nos podrías contar sobre este transitar.
-Celebrar años
es una oportunidad para revisar nuestra historia. Teníamos dos ciudades en mente:
Arequipa y Quito. Ambas son parte de la gesta de EspacioLibre. Ecuador fue el
primer país que visitamos. Nuestra primera gira internacional en 2001. Fue allí
donde conocimos a Franklin Dávalos quien se unió al grupo para emprender su
formación escénica. El 2004 volvimos a Quito con “Arthur, Alquimia del Verbo”.
Era importante regresar diez años después y reencontrarnos con compañeros que
habían crecido con nosotros. Lo interesante es que la invitación vino del grupo
Malayerba. Nos ofrecían ocho funciones en su sala. El mejor pretexto para
volver. Un grupo par nos abría sus puertas. Llevamos “Paréntesis” y “El otro
aplauso”. Este viaje de casi un mes incluyó Chiclayo y Piura. ¡Hermoso!
-Precisamente en
este marco de celebraciones algunos colectivos de países como Colombia,
Ecuador, Chile, visitaron Casa Espacio Libre y estrenaron sus obras en Perú.
¿Cómo estableces estos lazos con tus pares del exterior?
Este 2014: Argentina,
Chile, Ecuador, Colombia, Brasil, Costa Rica y España. Nuestra Casa de Barranco
siempre está de fiesta. El movimiento genera movimiento. Y nosotros nos hemos
convertido en poco tiempo en una alternativa para creadores que pasan por
nuestro país. Antes había espacios más accesibles. Eso terminó. La ventaja de
viajar y conocer gente es que generas redes bastante confiables. O por lo
menos, con criterios similares. Y ahí estamos nosotros. Siendo puente. Dispuestos
al abrazo.
-Qué reflexión
final te deja todos estos intercambios…
-Sin duda, somos
un agente de contagio para muchos grupos. Nacionales y foráneos. Ser
autodidactas nos pone en un lugar de muchísimo trabajo. Buscamos renovarnos en
cada proceso, en cada taller, en cada encuentro. Eso sucede cuando diversas experiencias
se confrontan. Aprendemos unos de otros. Crecemos como creadores y personas.
Los conversatorios interdisciplinarios que tuvimos los jueves de agosto son
prueba de ello.
-De otro lado,
este 2014 los montajes que han estrenado y repuesto en Casa Espacio Libre han
calado exitosamente en su público. Sus visitantes se han incrementado y cada
día son más sus seguidores. ¿Cuál es la fórmula?
-Cifras. Este
año nos han visitado un aproximado de tres mil personas. Ten en cuenta que
nuestro aforo no es mayor a treinta espectadores. Un sesenta por ciento es
gente que se ha vuelto frecuente. ¿Fórmula? Nosotros nos ocupamos de atenderlos
personalmente. La mayoría hace previa reserva. Los identificamos. Los hacemos
sentirse en Casa. Los tenemos informados semanalmente de las actividades. La
entrada siempre es libre y la salida solidaria. Al final de cada función nos
tomamos unos minutos para dialogar sobre lo visto. Somos una familia. Así nos
sentimos y eso queremos que suceda. Nuestra Casa de Barranco no se ha detenido
un solo día.
-Este 2014 se ha
rendido una serie de homenajes a Sebastián Salazar Bondy. Tú te anticipaste con
Los funerales de Doña Arcadia. ¿Cuáles son los lazos que tienes con Sebastián?
-Eso es curioso.
Nunca pensamos anticiparnos a nada. Simplemente decidimos trabajar con el
ensayo “Lima, La Horrible” de S. Salazar Bondy como parte de nuestra
investigación colectiva. Nos interesó la figura del escritor agudo y
provocador. Adelantado a su época. Creemos que él fue el precursor del teatro
peruano. Y queríamos conocerlo más allá de sus textos dramáticos. “Los
funerales de Doña Arcadia” se convirtió en una obra de gran impacto. Es una
responsabilidad revisar y dar a conocer a nuestros autores peruanos. Este año
trabajamos con J. E. Eielson y su texto “El cuerpo de Giulia-No”. En febrero
tendrán noticias.
-Finalmente, y
en vista que también eres un asiduo espectador de la cartelera local. ¿Qué
impresión te deja la cartelera local oficial?
-Nada nuevo bajo
el sol. Nuestro cielo teatral ha estado más gris que nunca. Cada vez hay más
cáscara y menos contenido.
-Y el circuito
teatral independiente…
El circuito
independiente –si cabe la expresión- es un ambiguo vaivén de experimentalistas
descubridores de la pólvora, de huérfanos llorones y de aspirantes a oficiales
de la escena limeña. No hay teatro independiente en el Perú porque nunca hubo
la urgencia de emprender una lucha. ¿Independiente de qué? En el fondo, nos encantan las castas y los
grandes apellidos. Necesitamos patrones… Y que nos sigan pateando el culo en
quechua. Si queremos ser libres primero tendríamos que ser independientes. Y
para eso hay que tomar posturas. Como diría la Biblia: “No podemos servir a dos
señores”.
-Evoquemos a
Sarita Joffré. Háblanos de ella. Cómo llegaste a ella pero sobre todo cómo se llegaron
a entender tan bien…
Sara es Sara.
Así la conocí siempre. Particular. Tajante. Lúcida. Dormida en la primera obra
que dirigí en 1999 y atorada de risa cuando vio Mal-Criadas en 2000. Cuando me
entregaron la VIII Muestra Regional de Teatro Peruano le pedí una cita para que
me contara sobre este evento y me recibió en una pequeña oficina –frente a
Palacio de Gobierno- que tenía una carpa (para acampar) en medio de la sala y
un banquito. Me enamoré de ella. Nuestro amor se fue consolidando en el tiempo
cuando entendí que era un alma libre. Y eso había que respetarlo, pero
sobretodo observarlo con interés de compañero. Hemos viajado juntos dentro y
fuera del Perú. Hemos vendido Revistas Muestra en cada lugar. Dirigí tres obras
suyas. Y escribimos juntos “Especies”. Éramos un equipo muy eficiente. Siempre
pensó que estaba loco y me decía que era demasiado decente para este mundo de
ratas. ¿Ratas? Sí, ratas. Sara siempre será Sara. Gestora incansable. Aunque
haya sido “responsable de tantos mamarrachos” decía. ¿Qué siento? Es como si me
hubieran robado mi libro preferido de historia a medio leer. ¡Sara, tenía que
dejarme tarea!