Palabras
pronunciadas por el poeta José Carlos Yrigoyen en la presentación del poemario
“El primer asombro” (Animal de Invierno-Paracaídas Editores, 2014) de Denisse
Vega Farfán, en la Feria del Libro Ricardo Palma
En el 2008,
Denisse publicó “Una morada tras los reinos”, que en su momento leí y me
pareció interesante. Un libro que tenía algunas composiciones ciertamente
logradas y que, en su momento, nos prometía algo. Y aquí viene la primera
virtud de Denisse. Entre “Una morada tras los reinos” y “El primer asombro” hay
seis años de distancia. Me parece que esos seis años han sido bien
aprovechados.
Denisse no cae
en una trampa de la poesía joven, que es la de publicar un libro tras otro, uno
al año muchas veces, dejando constancia de un progreso pero también de la
irregularidad de la publicación temprana. Yo creo que en este caso la autora ha
tenido la virtud de la paciencia, la cual forma el oficio, y creo que esa
paciencia y ese trabajo se ven concretados en un libro de muy buena factura.
En
la poesía reciente hay una crisis que no es nueva, que tiene unos veinte años,
quizás un poco más, después de 1980, en donde se han agotado ciertos discursos,
o más bien los ejecutantes de esos discursos. Estamos repartidos entre una
poesía coloquial, que está bastante gastada, y una poesía recargada de
cultismos. Discursos que son intercambiables entre sí y que son una forma de
ocultar. Denisse tiene un mérito enorme, no quiere inventar la pólvora y no lo
hace, sino simplemente quiere hacer algo que usualmente está muy poco recurrido
últimamente, que es el trabajo con el lenguaje. Eso ya se veía entrever en su
libro anterior, pero creo que en este ha logrado un ascenso, una evolución muy
apreciable, venciendo el temor a la segunda entrega.
Creo que mucho
de lo que Denisse quiere decirnos en este poemario se condensa en el título de
la primera sección: “a lo mejor hay una línea que sobrevuela la muerte”. ¿Qué
es sobrevolar en este caso? Digamos que logra estar cerca, estar a punto de
asir una idea, una sensación. Eso en poesía hacerlo bien es muy difícil. Ese es
el objetivo de Denisse en este libro, eso justamente que se llama Poiesis.
¿Cómo lo logra?, ¿cuáles son sus estrategias? Tiene dos, que es mediante el
enfrentamiento con el lenguaje, el oficio y la razón de escribir; y con el
diálogo o retratos de personajes literarios en las secciones “el oído de los
dioses” y “almuerzo sobre la hierba”.
De las dos estrategias yo me quedo con la
primera, no digo que la segunda sea mala, pero creo que los mayores logros
están en la primera. Es la más afortunada, demuestra una densidad y un vigoroso
lenguaje. ¿Cómo se logra la densidad?, me lo han preguntado alguna vez, ¿cómo
se logra que un poema tenga cierta profundidad? Hay muchos métodos y también
muchos subterfugios para lograrla o aparentarla. Una de ellas es la oscuridad y
el retorcimiento, enrevesar las cosas, llenarlas de cultismos, referencias,
hacer una especie de mazacote de palabras. Algo muy recurrido. Esto es una
trampa, el de querer atragantar al lector con un trabajo de nombres, citas, que
son intercambiables. Pero acá no, hay una cuestión que valoro mucho en esta
poesía que es la de poner las cartas sobre la mesa.
Hay poetas que juegan a un
juego en el que no le dicen al lector las reglas y ellos las modifican mientras
éste va avanzando; así el lector nunca gana y ese tipo de poetas se van
contentos porque piensan que han ganado la partida. La partida no se gana así.
La partida es cerrando el círculo de comunicación entre autor y lector, sin que
eso signifique conceder al lector todas las claves. Pero negarlas todas y
cambiar las reglas mientras va avanzando el texto simplemente termina siendo un
acto onanista. En este libro el lector conoce el punto de partida, no se
regalan las claves, pero de alguna manera la poeta logra hacer que se entrevean
mientras van avanzando las imágenes, las ideas y las secuencias.
“El primer
asombro” es un libro luminoso. No hay pliegues ni repliegues, no hay dobleces
en el discurso. Creo que los dos poemas que a mí más me han sorprendido, y que
demuestran una poeta que sobresale dentro del conjunto de sus contemporáneos,
son: “Poema”, que es un maravilloso canto no solamente al lenguaje sino a la
misma pertinencia de escribir, con imágenes que asombran; creo que ahí y en el
poema “Enclave”, celebrado por el poeta Carlos Germán Belli, se encuentran los
dos mayores logros de este libro. Siento en ellos a una poeta que ha logrado un
lenguaje personal. Algo que es muy difícil de conseguir y es el mayor mérito de
este poemario.
Hay también
homenajes. Creo que los mejores homenajes suelen ser los involuntarios, y acá
hay uno que a mí me gusta mucho que parece ser a José Watanabe. Hay un poema
muy hermoso que se llama “Compré una pipa para mi amigo peruano…”, que tiene
una reminiscencia al Watanabe de “Cosas del cuerpo”. Esta anécdota que termina
en una epifanía. Un poema muy bien logrado, que demuestra mucho oficio, mucha
técnica a la hora de engarzarnos con esta idea de la persona que compra una
pipa hecha de cuerno de yak y desea al amigo que la va a fumar el espíritu de
este animal mientras trasciende las montañas, la nieve y los vientos que
decapitan.
Creo que Denisse
ha logrado concretar un segundo libro muy meritorio, con varios poemas que me
parecen francamente antologables y que no hacen más que refrendar la excelente
impresión que me dio hace algunos años cuando conversaba con ella, y se le
notaba muy llena de interés por la poesía y por alcanzarla. Puedo decir esta
noche que lo ha logrado.