lunes, 4 de mayo de 2015

Cartas a Chimbote!!!





La visión antropológica y sociológica de Chimbote aparece referida a unos personajes cuya riqueza reposa en su condición de marginalidad...







Escribe: Luis Paredes



Arguedas es consustancial a Yuyachkani. Esto se respira en todo momento en la última propuesta escénica del grupo. Cartas de Chimbote representa la trasposición teatral de un destino propiciado, entregado hacia el devenir del Perú como compendio de todos sus sueños y realizaciones como país de raíz andina.

La evocación que realizan los actores de Yuyachkani pasa por el reconocimiento de estar frente a un personaje que encarna cierto reflejo de lo social y lo político en nuestro medio. Reflejo que lo “colorean” sus cantos andinos y la presencia de los zorros (de abajo y de arriba).

La última novela de José María Arguedas es clara en presentarnos un mundo donde todo está en convulsión/combustión. No es gratuito que Arguedas use la expresión “hervores” para referirse a los capítulos de El zorro de arriba y el zorro de abajo.

La visión antropológica y sociológica de Chimbote aparece referida a unos personajes cuya riqueza reposa en su condición de marginalidad y justamente está marginalidad ha sido ocasionada por los avatares económicos que Arguedas describe con una lucidez extraordinaria y que el grupo nos devuelve con una precisión y devoción a los textos de las cartas, en donde la voz de Arguedas resucita de nuevo y se proyecta en unas escenas que la hacen cobrar vida.

Arguedas armado de los zorros logra penetrar esta enorme vulva, en la que se ha convertido Chimbote por la extracción desmesurada de la harina de pescado y la proliferación de burdeles y mujeres de vida “fácil” lo hace aún más evidente. El loco Moncada vuelve esta aproximación al caos que Arguedas  emparenta con lo que es el Perú en ese entonces, una visión alucinada de la política  y lo político, con su teología apocalíptica y destemplada.

Yuyachkani elabora un discurso escénico que va delineando el perfil de un escritor en trance de “desparecer del mapa” pero que cada vez se torna más entrañable y verdadero. Sus cartas a su psicoanalista chilena están llenas de ternura y en general este hombre que se deshace por dentro no logra encontrar el sentido de todo este desgarro. Solo la escritura lo anima y da forma a un temperamento de artista que no lo abandona en ningún momento:

“Si yo logro reponerme solamente un poco es posible que escriba una novela que sería la culminación de un proceso de revelación de este mundo tan intrincado y fascinante que es el Perú, revelación que se fue haciendo cada vez más vasta, desde ‘Agua’ hasta ‘Todas las Sangres’ –no sé si igualmente profundo en T.L.S.-. Mi cuerpo está como una especie de batería: requiere solo una pequeña carga inicial para que se eche a andar y vaya acumulando y transformando una creciente cantidad de energía. Si logro escribir un siguiente capítulo no me para nada.”

La obra hace que los personajes de Arguedas pueblen el escenario inopinadamente… De pronto aparece una violinista ataviada con una máscara y nos inunda de notas que acusan su condición telúrica. Todos ellos (los actores) en un momento son Arguedas. La fácil multiplicación de los Arguedas se da como una contingencia microbiológica. Hay alguna esencia arguediana que posibilita esta mitosis. Y es que Arguedas hoy día está viendo plasmado su sueño. El mundo andino ya no es más esa entelequia que nadie quiere desvelar. Es algo muy próximo a la experiencia de un país que busca su centro. Su lugar desde donde partir para configurar una identidad fuerte y armónica. Arguedas siempre creyó en esa posibilidad.

Teresa Ralli le da una corporalidad especial al texto de Arguedas al recibir el premio Inca Garcilaso de la Vega; lo hace con un orgullo del que todos debemos ser partícipes y la tesitura de este texto lo amerita: “Yo no soy un aculturado; yo soy un peruano que orgullosamente, como un demonio feliz habla en cristiano y en indio, en español y en quechua.”


Lo más valioso de esta propuesta de los Yuyas es el hecho que siempre fue claro para mí: No será posible en nuestro país el cambio de las estructuras sociales si no acudimos a la visión mágica del mundo andino. Y para ello un imprescindible es José María Arguedas.