En la siguiente entrevista la autora del libro “Siete paseos por la niebla”
nos da algunos alcances sobre los maravillosos relatos de su nueva obra
Fotos: Rosana López Cubas
Además de ser la autora de “Siete paseos por la niebla” (Campo Letrado, 2015), uno de los libros de relatos sobre historias insólitas,
siniestras e inexplicables más importante en lo que va del año, la escritora Yeniva
Fernández, es una de las voces más representativas del género de narrativa fantástica
contemporánea escrito por mujeres.
A decir del escritor Alonso Cueto: “El viaje al que nos lleva Siete paseos
por la niebla está lleno de sorpresas y de asombros. La mirada de Yeniva
Fernández es tierna, precisa, natural. Es un placer estar cerca de sus
personajes”. Precisamente para charlar al respecto Lima en Escena entrevistó a
la autora quien nos dio algunos detalles sobre algunos de sus cuentos del
aludido texto.
-Yeniva, las mujeres: niñas, jóvenes, adultas, son las protagonistas de
casi todos los cuentos de Siete paseos por la niebla. Mujeres envueltas en
historias mágicas, sobrenaturales y siniestras. ¿Cómo fue el proceso de
construcción de Rutka o Evelina?
-Me planteé desde un principio personajes femeninos porque me parece
importante que las mujeres demos testimonio de nuestro género desde dentro, además,
creo que la literatura peruana está poblada mayoritariamente de protagonistas
masculinos y es necesario comenzar a equilibrar la balanza.
En el caso de Rutka, yo quería escribir una historia de vampiros, pero se
cruzó en el camino una serie de testimonios sobre el bulling que vi en la
televisión y la idea me quedó rondando en la cabeza, luego encontré un libro
sobre RutkaLaskier, la Ana Frank polaca, y la cara de esta niña en la tapa del
libro me pareció tan hermosa y tan triste a la vez, que creo que fue su mirada
la que me ayudó a encontrar el camino final del relato.
-Ambos relatos nos conlleva a
episodios extraños, trágicos. ¿Cómo se gestan estas aventuras en donde el mundo
infantil destaca de manera insólita?
-Me interesa la niñez como etapa de una fragilidad especialmente oscura.
Creo que nunca somos tan vulnerables, estamos tan abiertos al asombro o
dispuestos a comernos literalmente el mundo como cuando somos niños. Hay en esa
época una fuerza interior inversamente proporcional a nuestras capacidades
físicas, y esa comprobación es muy dolorosa.
Respecto al origen de las historias, es muy diverso. Si con Rutka, por
ejemplo, todo fue muy pensado, con Evelina, en cambio, fue un proceso más inconsciente.
Estuve releyendo las novelas de las hermanas Bronte, y de pronto una noche,
soñé casi completa la historia, la vi como si fuera una película, y todavía
tengo grabada en mi mente la mirada perturbadora y desesperada del profesor de
música.
-El amor desde diversos focos, aristas, igualmente enriquecen estas
historias siniestras. ¿Por qué el tema romántico desde la desgracia cobra un
interés particular en tu proceso creativo?
-Porque una historia feliz es muy aburrida, ¿qué se puede contar de la
felicidad? Para vivirla está bien, pero como narrativa es muy plana.
-Lo mismo sucede con el tema de la amistad ¿no?
-Sí, yo creo que la amistad, como el amor, se fortalecen cuando atraviesan
juntos pequeñas y grandes mareas y saben llevar el barquito a flote, son
compañeros de garuas y tormentas, buenos marineros en la aventura de la vida.
-Las geografías físicas de las historias son ricas en sus recreaciones,
atmósferas y te paseas como pez en el agua cuando nos hablas de la belleza de lo
urbano y lo rural. ¿De qué manera te estimularon estos espacios durante su
construcción?
Me encanta viajar, por mí siempre estaría de viaje. Pienso que viajar es un
modo de ensanchar tu casa, los paisajes, los lugares, la gente se quedan dentro
de ti, te los apropias. Tu mirada de las cosas es más intensa durante el viaje
porque sabes que tienes poco tiempo, entonces todo lo observas a través de un
lente más grueso.
-“Con Yolanda en el acantilado” hay una presencia de Miraflores, sus
calles, el mar… ¿Qué significado tiene este distrito para ti?
-Yo viví hasta mis 28 años en Miraflores, mi niñez, adolescencia y juventud
los pasé allí. Es mi barrio, sé de su soberbia, pero también de su solidaridad.
Miraflores siempre va a ser mi casa.
-En “Una noche en las Dalias” haces alusión al soundtruck de la película Dr.
Zhivago y también a clásicos como Gilda o Cumbres borrascosas, una clara
influencia cinematográfica. ¿Esto responde a tu papel de cinéfila?
-Totalmente. El cine me acompañó antes que la literatura, yo me formé
viendo películas en blanco y negro por la televisión. De niña veía series como:
Un paso al más allá, La hora macabra, Kolchak, Hitchcock presenta. Veía las
películas de monstruos de la Universal y las joyas de la RKO. Con la literatura
me enganché a los 11 años, con: Crimen y Castigo, pero porque ya el cine había
abonado el terreno. Yo le debo al cine el gusto por lo inexplicable y lo
siniestro.
-En cada uno de los siete relatos se evidencia además un ágil manejo del
suspenso lo cual me permite encontrar cierto parentesco con el cine de este
género más que con la literatura. ¿Se dan la mano en un tas la influencia
cinematográfica y literaria o pesa más lo literario?
-Yo diría que más lo cinéfilo. La literatura, como te dije antes, la
descubro cuando ya había agarrado el gusto por el género fantástico a través de
la televisión. Con la literatura comienzo por Dostoievski porque me gustó su
oscuridad, sus personajes atormentados, y de allí pasaron a otras lecturas,
pero sin olvidar nunca mis primeros amores terroríficos.
-Emparentan alguno de tus cuentos con uno
de Joseph Adolph,
otro de Julio Ramón Ribeiro y perciben asimismo una marcada influencia de
Edgardo Rivera Martínez. ¿Qué opinas al respecto?
-A esos tres señores los amo. No sabría decirte si son una influencia
directa, aunque obviamente los he leído con placer, como también he leído a
Carlos Fuentes, Poe, las hermanas Bronte, Dostoievski, Simenon, Borges, Mary
Shelley, Patricia Highsmith, a Cortázar,
a Henry James. Sería un honor que algo, aunque sea mínimo, de alguno de esos maestros
estuviera en la genealogía de mis cuentos.
-Con este libro tu narrativa continúa apostando por el género fantástico…
¿Cómo surge este interés por escribir literatura fantástica?
-Porque es lo que me sale, así trabaja mi mente. Durante mucho tiempo
escribí literatura realista porque me decía que era lo que debía escribir, era
el canon y yo quería estar dentro. Por eso mi primer libro está dividido en
mitad realista mitad fantástico. Pero un buen día me dije: al diablo, voy a
hacer lo que me gusta. Y ese es el camino que quiero transitar. Bueno, en verdad
son dos los géneros que me apasionan: el fantástico y el policial. Y en ambos
sentidos pienso trabajar de ahora en adelante. Por ahí tal vez escriba algo
realista, pero será muy de vez en cuando.
-Los autores y/o críticos que han comentado Siete paseos por la niebla han
coincidido en afirmar que este libro destaca por la madurez de tu escritura y
el excelente entramado de tus cuentos. ¿Lo percibes así también…?
-Sí, con este segundo libro estoy haciendo lo que de verdad quiero hacer.
-A propósito de todo este tema. ¿Cómo observas el desarrollo del género
fantástico en el país?
-Pienso que el desarrollo de la literatura de géneros como el fantástico y
el policial esta en nuestro país en una especie de adolescencia. Ambas ramas
son todavía delgadas en comparación con el sólido follaje realista, pero creo
que la variedad de temas de la actual coyuntura favorece que ambas puedan
obtener una mayor visibilidad y así propiciar su cultivo. Nuestros padres Clemente Palma, José Adolph, Rivera Martínez, Calderón
Fajardo, Belevan, Ribeyro (en algunos de sus cuentos) plantaron la semilla en
estas tierras, nosotros, los de mi generación extendemos las rama, pero es en
los más jóvenes donde tengo puestas mis esperanzas.
-Son poquísimas las autoras que destacan en este género. Yeniva Fernández
en cuentos y Beatriz Ontaneda en novelística. ¿A que le atribuyes este hecho?
-No lo sé. Creo que no es un tema de género, sino de gusto, de
sensibilidad.