Con esta
nueva entrega literaria, la autora incursiona en la literatura infantil
Fotos: Rosana López Cubas
Días auspiciosos para la escritora Alina
Gadea (“Otra vida para Doris Kaplan” y “Obsesión”), quien
mañana martes 30 estará desde las 4 de la tarde en el Stand Altazor de
la Feria del Libro Ricardo Palma de Miraflores, firmando sus
libros. De otro lado, este jueves 1º de noviembre a las 4 pm presentará “La
Ratita Feroz” (Ediciones Altazor), simpático cuento para niños que marca su
primera incursión en la literatura infantil. El texto cuenta con la
musicalización de Omar Basallo, Chaqueta Piaggio y los
arreglos musicales son del músico César Peredo.
-En unos
días presenta el libro La ratita feroz, cuento dirigido al público infantil,
¿es su primera incursión en literatura infantil?
-Sí, lo es. Es la
primera vez que escribo un cuento infantil. Me ha resultado muy refrescante y
gratificante, porque siempre me han
gustado los niños; su inocencia y su manera de ver la vida. Son seres
encantadores, puros y alegres. Y creo que ningún adulto debería dejar del todo
de ser niño. Que la infancia es algo que hay que conservar dentro de uno. Así somos
personas más creativas. Creo que los niños suelen ser mejores personas que los
grandes. Por eso para mí es un honor compartir con ellos un texto mío. Y espero
que les guste porque lo he hecho con mucho cariño.
¿Qué nos puede decir
sobre esta experiencia?
-Es una experiencia
única para mí. Me permite acercarme a mi niña interior. Me vuelve más humana y
saca de mí lo mejor. Creo que nunca hay que dejar de ser lúdico, en muchas
cosas que hacemos, en nuestra cotidianidad. Lamentablemente la vida adulta nos
obliga a veces, con sus responsabilidades rutinas, y con hechos no siempre
felices, a volvernos más serios y racionales. Pero siempre hay que rescatar la
risa, la ternura y el juego que nos proyectan a una vida más feliz.
-En cuanto a temática,
¿Qué urde La ratita feroz?
-La ratita feroz es un
personaje bastante villano, al menos al comienzo de la historia. Conforme
avanza la acción dramática, si así se puede llamar en este pequeño y sencillo
cuento, ocurre lo que debe suceder en toda historia: la transformación del
personaje. Ella, el personaje central comenzará a ser una mejor persona, en
este caso, un mejor animalito. Es un roedor muy humanizado. Esto dado algunos
quiebres que la llevan a percibir la vida en forma más positiva, levantando su
autoestima. En función del cariño, la amistad junto con la lectura y la música
como bienes supremos. Sin llegar a la moraleja, encierra un mensaje positivo.
Creo que el hecho de ser un pequeño roedor que cambia su conducta puede acercar
más a los niños a identificarse con el personaje.
-¿Cómo surgió la historia?
-La historia surgió como
consecuencia de una serie de aventuras que les contaba a mis hijos, desde que
eran pequeñitos. Ya habíamos creado entre nosotros a este personaje, la Ratita,
ser bastante controversial por su mal comportamiento, falta de modales y forma
despectiva de tratar a los demás, con costumbres no adecuadas. Viene a ser como
una hermana de mis hijos y también como una hija menor mía. Villana, como he
dicho, pero no exenta de ternura y de gracia. Quizás refleje algo de lo que
realmente somos las personas.
Prácticamente llegó a
vivir con nosotros durante estos años y nos ha acompañado, siendo como un
miembro de la familia. No es un personaje complaciente, por el contrario, tiene
personalidad. Ni cae en el melodrama. Es hermoso que un ser de ficción llegue a
ser parte de la cotidianidad de una familia, más cuando ha sido creado por
nosotros mismos. Y aun más hermoso que trascienda a otras familias. Ella
representa la anti heroína, llena de defectos, como puede ser cualquiera de
nosotros, y más aun, la villana que puede cambiar por amistad y a través de la
cultura. Sumado a esto, un día, cuando estaba terminando de escribir la
historia, nuestro compositor y cantante querido Chaqueta Piaggio, me sugirió
una melodía que acompañara la historia, y le salió espontáneamente, de manera
muy natural. Creo que esta musicalización le aporta un enorme valor al texto.
Así mismo, contamos con el apoyo del maestro César Peredo quien gentilmente nos
cedió su estudio y armó con mucho talento los efectos que acompañan el cuento y
la música que plasmó en un disco. Es un privilegio contar con estos geniales
músicos para esta simpática historia. Quiero mencionar también al pianista Omar
Basallo quien nos acompañará en la presentación de esta producción.
-¿Cuáles son los
contrastes entre escribir una historia para niños y una historia convencional?
-Una historia para niños
tiene o debe tener un fuerte conflicto al igual que las historias para adultos.
Ya Perrault contó todas las historias que ahora conocemos como clásicos. La
inmortal Cenicienta tenía antes de ser algo edulcorada por Disney, terribles
desenlaces como que las hermanastras perdieran los ojos, arrancados por
tétricas aves negras. Así que el conflicto es connatural a toda historia. Sin ello
no habría ninguna tensión y el personaje
no recorrería un camino para llegar a una solución. La diferencia es la temática,
el tono, los personajes que intervienen, la atmósfera, la fantasía. Sin
embargo, tal como lo he hecho en mis novelas, le he dado un final abierto y
bastante ambiguo que nos lleve a dudar de lo que finalmente ha ocurrido.
-Esta experiencia la dejó motivada como para eventualmente escribir una historia más ambiciosa…
-Claro, justamente, dado
el final ambiguo, esta historia está dada a continuar. Confío en que así será…
y porqué no, si las condiciones se dan, podríamos seguir musicalizándola. Lo
cual sería lo más ambicioso.
-¿Fue una niña amante de
la lectura?
-Lo fui. Mi padre fue un
hombre muy especial, muy lector y dado a las artes, quien me condujo a leer
como parte de mi forma de vivir y ver el mundo. Él me llevaba al teatro para
niños todos los fines de semana, así como al cine, en aquella época en que no
existían el cable ni los avances tecnológicos que tenemos ahora. Oíamos música
siempre. En esa época eran los discos de vinil. Un recuerdo muy romántico y
nostálgico.
-¿Qué libros marcaron su infancia?
-Fueron muchos. Uno de
los que más recuerdo fue la Hormiguita Viajera. Tuvo la paciencia de leérmelo
un centenar de veces. Lo mismo con la caperucita roja. Recuerdo con especial
cariño que fuimos más de una vez a verla al Teatro Cabaña y que terminé
subiendo al escenario para avisarle a la Caperucita que no fuera por aquel
camino. Creo que desde ahí comenzó mi pasión por las historias. Ya más
adelante, leímos el Caballero Carmelo de Abraham Valdelomar. Me daba mucha
pena, hasta las lágrimas. Lo mismo con Platero y yo de Juan Ramón Jiménez. Y
después una versión infantil de la Odisea de Homero. Así fui gradualmente
aprendiendo el amor por leer.
-¿Qué personajes de sus
lecturas de esta etapa recuerda con cariño?
-El gallo Carmelo, el
burro Platero. Había una tremenda ternura en ellos y ambos morían al final de
la historia, dejando en la más profunda tristeza a sus dueños y amigos.
-¿Cuáles son los encantos de un cuento para niños?
El mayor encanto es
avivar su imaginación y enseñarles a ser personas más sensibles y creativas. A
ver el mundo con mayor intensidad desde pequeños. Los niños sueñan con las
historias y todo eso queda como un bagaje para la adultez. Como un sello
indeleble que los protege de la realidad de la vida.