“Se empezó a hacer cine en el interior
del país hace muchos años. Antonio Wong Rengifo hizo cine en Loreto en las
décadas de 1930 y 1940”, dice Bustamante en la presente entrevista
Desde hace unos
días se realiza en nuestra capital dos interesantes ciclos de
Cine Regional gratuitos. El primero de ellos se lleva a cabo en el Centro Cultural CAFAE-SE
“José María Arguedas”. De otro lado, el segundo, se puede apreciar en el Centro
Cultural Garcilaso del Ministerio de Relaciones Exteriores, institución que
proyectará las películas de cuatro fundadores del movimiento del Cine Regional originarios de Ayacucho, Cajamarca, Huancayo y Puno.
Al respecto Emilio Bustamante, nos da sus apreciaciones sobre el tema.
Al respecto Emilio Bustamante, nos da sus apreciaciones sobre el tema.
-Emilio, ¿cuál es la importancia de divulgar y promover los
trabajos cinematográficos producidos en diversas ciudades del interior del país?
-Se están
llevando a cabo dos ciclos de cine regional. Uno, en el Centro Cultural
Garcilaso del Ministerio de Relaciones Exteriores, y otro en el Centro Cultural
José María Arguedas del Cafae-SE. Esto demuestra que está creciendo el interés
por el cine regional en la capital. Es importante la divulgación y promoción de
este cine porque constituye actualmente el que mayoritariamente se realiza en
el Perú, y porque alcanza una representación audiovisual del país que antes no
existía.
Hasta hace dos
décadas el llamado cine nacional era predominantemente limeño. Sin embargo, en
los últimos 17 años se han producido y estrenado más de 150 largometrajes en
provincias; mucho más que en Lima. Además, el cine regional permite ver
representados, por parte de cineastas de las mismas regiones, a personajes, costumbres, vivencias,
escenarios y manifestaciones artísticas que durante años habían estado ausentes
de nuestras pantallas cinematográficas. Es a partir del desarrollo del actual
movimiento de cine regional que podemos empezar a hablar de un cine
auténticamente peruano y ya no solo limeño.
-A propósito del Cine Regional tenemos entendido que está trabajando en un libro al respecto, ¿cómo surge esta
iniciativa?
-En realidad,
surge del trabajo de Jaime Luna Victoria como programador de películas
regionales en el Centro Cultural José María Arguedas del Cafae-SE. Jaime viene
programando, en Lima, películas realizadas en provincias desde hace nueve años.
Yo asistí algunas veces a ver estas películas, me interesaron mucho y le
propuse a Jaime que presentáramos un proyecto de investigación sobre el tema al
Centro de Investigación Científica de la Universidad de Lima, que dirige Teresa
Quiroz. Hicimos el proyecto, lo presentamos, y fue aceptado. Ya hemos terminado
la primera etapa de la investigación, y estamos por empezar la segunda.
-Retomando el tema. ¿En qué momento se empieza a producir cine de manera sostenida en el interior del
país?
-Se empezó a
hacer cine en el interior del país hace muchos años. Antonio Wong Rengifo, hizo
cine en Loreto en las décadas de 1930 y 1940. En las décadas de 1950 y 1960,
los miembros del Cine Club Cusco (Luis Figueroa, Manuel y Víctor Chambi,
Eulogio Nishiyama y César Villanueva) hicieron cortometrajes documentales e
inclusive dos largos de ficción: “Kukuli”, dirigido por Luis Figueroa, y
“Jarawi”, dirigido por César Villanueva y Eulogio Nishiyama.
Figueroa
continuó su carrera realizando largos de ficción y documentales durante varios
años. También tenemos noticias de otros pioneros en Ayacucho y Huancayo. Aunque
muy importantes y ejemplares para las nuevas generaciones, los trabajos de
estos cineastas estuvieron localizados solo en una parte del país y no dieron
origen a una producción variada y duradera como la que vemos hoy en día.
El actual
movimiento se originó en Ayacucho a partir de un grupo de jóvenes que se
juntaron en 1994 para hacer cine en esa ciudad. Ellos eran José Gabriel
Huertas, Palito Ortega Matute, Luis Enrique Berrocal y Mélinton Eusebio. En
1996 aparece la película que da inicio a esta corriente, “Lágrimas de fuego” en
la que participaron Huertas, Berrocal y Eusebio; y al año siguiente se estrena
“Dios tarda pero no olvida” de Palito Ortega Matute. En adelante se harán
varias películas por año en Ayacucho. El fenómeno se extenderá a otras
regiones.
-¿Cómo se financian?
-La mayoría se
financia con fondos propios. Con ahorros o préstamos, pocas veces de bancos; en
la mayoría de los casos los préstamos son familiares. Algunas películas (menos
de diez) se han financiado con premios de Conacine y Dicine otorgados a los
proyectos.
-¿Cuáles son los canales de difusión?
-Las películas
se estrenan en salas cinematográficas que son alquiladas para la exhibición.
Algunas de estas salas son muy grandes y antiguas, y están casi en desuso; son
abiertas especialmente para la ocasión. En otros casos, se trata de salas
municipales. También se exhiben los filmes en colegios o en locales comunales
en los pueblos, a donde van los cineastas con su proyector, su equipo de sonido
y su écran para dar la función. Unas pocas películas han sido estrenadas en
multisalas comerciales.
-Podríamos afirmar que estas producciones
responden a un tipo de cine
independiente…
-Sí, se podría
afirmar eso.
-¿Qué géneros comprenden su búsqueda cinematográfica?
-Los géneros
son, básicamente, el fantástico en su variante del terror y el melodrama.
También hay un conjunto de películas que podrían ubicarse dentro del realismo
social. Hay pocas comedias, y algunos documentales.
-¿Qué nos puede decir de los universos
temáticos?
-Las películas
de terror remiten a la amenaza de criaturas mitológicas como jarjachas o
pishtacos. Los melodramas a las dificultades que atraviesan familias que migran
del campo a la ciudad. Las películas de realismo social tocan temas como la
violencia política, la desigualdad de clases, o las transformaciones que
ocasiona la modernidad tanto en la ciudad como en el campo. Un gran tema
presente en todos los géneros es la violencia.
-¿Quiénes son sus gestores?
-Después de
iniciado el movimiento el Ayacucho, al poco tiempo surgen, en Juliaca, Flaviano Quispe (“El abigeo”) y Ramiro Díaz
Tupa (“La fuerza de un héroe”); en Puno,
Henry Vallejo (“El misterio del Kharisiri”); en Junín aparecen Nilo Inga
(“Huaca”) y Luis Gonzales (“Fatal destino”); y, en Cajamarca, Héctor Marreros (“Justicia santa”). Ellos son
los iniciadores del movimiento en sus respectivas regiones.
-¿Cuáles son sus características dramatúrgicas
y estilísticas?
-La mayoría de
las películas se rigen por una narrativa clásica aristotélica de tres actos. La
estilística es también clásica, con pocas excepciones.
-¿Cuáles son las ciudades de mayor
producción cinematográfica?
-Ayacucho,
Juliaca, Puno, Huancayo y Cajamarca.
-Imaginamos que en toda esta producción
regional también participan mujeres, ¿no?
-Sí, pero aún en
cantidad muy inferior a los hombres. Hay algunas cortometrajistas. Entre
quienes han hecho películas de más de 50 minutos se puede mencionar a las
arequipeñas Cecilia Cerdeña (“Metanoia”) y Karina Cáceres (“Cable a tierra”), a
la huancaína Jacqueline Riveros Matos (quien está terminando “Yawar Wanka”), y
a las productoras Luz Isabel Guarniz de Cajamarca (responsable de tres
documentales, entre ellos “En el corazón de Conga”) y Nina Peñaloza de Junín
(productora, guionista y actriz de “Te juro amor eterno”).