Libro está
inspirado en "Rayuela" de Julio Cortázar, el texto emblemático que acaba de cumplir 50 años
Antropóloga, escritora,
periodista y poeta de larga data, Rosina Valcárcel presenta este viernes en el auditorio del Centro Cultural de España, su
nuevo libro de poesía “Contradanza”. La ceremonia de presentación contará con la participación de Diana Miloslavich y Juan Sánchez director del
CCE. Asimismo, se dará lectura al texto del poeta Jorge Nájar sobre el libro.
Cabe destacar
que Contradanza, está inspirado en Rayuela de Julio Cortázar, a propósito de
los 50 años del aludido y emblemático libro del escritor argentino del que toma
el espíritu lúdico. La idea que nos transmite el poemario es un canto a la
libertad. Cada capítulo cierra con un tango y la autora nos comenta su gusto
por este género musical, irreverente, lleno de energía, de sensualidad, de
ternura, de amor y de pasión. Precisamente al respecto charlamos con Rosina.
- Contradanza, ¿está
inspirado en Rayuela de Julio Cortázar?
-No exactamente.
El título Contradanza sí está inspirado en el espíritu de Cortázar. Estar contra el sistema dominante que nos
aplasta, contra la injusticia, contra lo conservador-tradicional, contra los
convencionalismos. Los cronopios, por ejemplo, son contestatarios, llegan a bordo del rock,
el pop, las revueltas políticas y la revolución sexual. En los 70, era aclamada por una nueva
generación de jóvenes, y leer Rayuela se volvió un signo de ser más joven aún.
Así como los capítulos de la novela podían reordenarse según los caprichos del
lector, de la misma manera, la novela era también una forma de imaginar otro
orden del mundo.
“Los cronopios y
los viajes”. Cuando los cronopios van de viaje, hallan los hoteles llenos, los
trenes ya se han marchado, llueve a cántaros y los taxis no quieren llevarlos o
les cobran precios altísimos. Los cronopios no se desaniman fácilmente porque
creen firmemente que estas cosas les suceden a todos, y a la hora de dormir se
dicen unos a otros: "La bella ciudad, la bellísima ciudad". Y sueñan
toda la noche que en la ciudad hay grandes fiestas y que ellos están invitados.
Al otro día se levantan contentísimos, esperanzados, y así es como viajan los cronopios.
El optimismo, las esperanzas, sedentarias, se dejan viajar por las cosas y los
hombres, y son como las estatuas que hay que ir a verlas porque ellas ni se
molestan.
-Julio Cortázar
es un referente para los escritores, y para todo buen lector, ¿evocas a “la maga”
o es tu particular Homenaje a este escritor fundamental?
-En los 60, cuando apareció Rayuela, se
convirtió velozmente en un clásico; tanto por su formato como por su
vanguardismo, por la forma en que fusionaba el surrealismo francés de los años 20
con el realismo mágico del boom latinoamericano. Pero, creo que sólo un sector
de escritores, la mayoría urbanos, tiene como referente a Cortázar. La llamada
generación del 68 o del 70, en Lima, principalmente, recibió influencia de
Cortázar. En los cafés hablábamos de Rayuela cada semana, y nos dejó huella,
sí. De algún modo, la vida de algunas poetas es una ofrenda a “la maga”.
Evoquemos por ejemplo: “Nunca nos quisimos -dijo La Maga cerrando los ojos- Vos
no podés saber si yo te quiero o no. Ni siquiera eso podés saber”. Rayuela
asoma en el año 1963 y produce una revolución en la novelística en lengua
castellana. Ahí se cuenta la historia de una relación turbulenta entre los
personajes de Oliveira y La Maga, una mujer enigmática con la que tiene un
idilio increíble en París. Al parecer la Maga existió en la vida real, ¿no hay
límite entre la realidad y la ficción? “Entre la Maga y yo existen un cañaveral
de palabras, apenas nos separan unas cuadras y ya mi pena se llama pena, mi
amor se llama amor…cada vez iré sintiendo menos y recordando más, pero qué es
el recuerdo sino el idioma de los sentimientos” (Rayuela).
-¿Qué te seduce
de Julio Cortázar?
- Los cronopios…
¡Vivan los cronopios! He ido a Buenos Aires cuatro veces en noviembre de 1967, por
un mes, gracias a un premio que obtuve en la universidad de San Marcos; en 1990
(con VCE, dos semanas); en 1993 un mes; y 1999 con mi hija Milena, otro mes.
Una se halla con el nombre de Julio Cortázar, resucitando tenazmente en cada
café, y, ojalá se tratara sólo de su espectro, de su fantasma, a él que tanto
le deleitaban las historias de aparecidos, las almas en pena que no dejan
tranquilos a los vivos que han traicionado la memoria de los muertos. El
recuerdo de Cortázar late, su apellido, su palabra, lo que rebosa esa ciudad
que él tanto quiso. En una Carta suya a la Patria argentina que se vende en los
kioscos interminables de diarios; en la plaza que lleva su nombre y donde ahora
niños vivaces se insultan en el idioma coloquial que él hizo tan perdurable; en
las librerías donde se destacan los tres volúmenes de sus cartas grandiosas. Y
también en las paredes. Alguien escribió en un muro: “Biban los cronopios”, y
otra persona, a pocas cuadras, garabateó un mensaje para el gran escritor
argentino que cautiva y seduce y llena de nostalgia: Volvé, Cortázar, ¿qué te
cuesta? “La autopista del Sur”: es el viaje estético de Cortázar, en ese cuento
va revelando la auténtica y aplazada significación del amor, la cópula, el
nacimiento, la muerte, la solidaridad, el cuerpo, la lucha por subsistir,
aquellas coordenadas fundamentales que hemos perdido entre tanto ajetreo y
competencia y consumismo. (C/f: “Los
múltiples retornos de Julio Cortázar” en Página 12, por Ariel Dorfman)
- Contradanza,
es en efecto un canto a la libertad, cada capítulo cierra con un tango,
¿estamos ante un libro que marca un antes y un después en toda tu producción
literaria?
-Los
poemas-tangos, que cierran varios capítulos, tratan de dar fluidez, melodía,
sensualidad, libertad, claro. No sé si marcan un antes y un después…Ello lo
dirán las otras poetas, los escritores, las lectoras, lectores, críticos,
periodistas, tú, por ejemplo. A nivel subconsciente, siento que podría ser un
libro nuevo. Se siente un estado de ebriedad. Como si un poeta nos dijera:
Siempre hay que estar ebrio, todo está ahí; es la única cuestión. Para no
sentir la horrible carga del tiempo que rompe vuestros hombros y os inclina
hacia la tierra, hace falta embriagarse sin tregua (Charles Baudelaire).
-¿Cómo concluyes
en darle esta musicalidad a esta nueva entrega?
-Mira desde
Sendas del bosque (1966), pasando por Navíos (1975), Una mujer canta en medio
del caos (1991), Loca como las aves (1995), Paseo de sonámbula (2001),
Naturaleza viva (2011)…se percibe musicalidad en diversos poemas, se halla el
verso: “danzan conmigo vírgenes desnudas”; están los poemas dedicados a Isadora
Duncan, a Violeta Parra, a Vivaldi…Pero, cierto, Contradanza, es un título
deliberado, con poemas dirigidos como los citados tangos. Estoy signada desde
mi nacimiento. Madre bailaba festejos en Breña el amanecer del 1° de mayo de
1947, un conjunto de amigos músicos negros le daba serenata, imagínate si no
iba a sentir la música en la piel, en la sangre…
-Energía,
sensualidad, ternura, amor y pasión. Además de artista eres un ser ciento por ciento político, ¿la política y el amor confluyen de manera
natural?
-Bueno, claro,
en términos lúdicos, cuentan que nací bajo los signos: del zodiaco (occidental)
Tauro; para los mayas soy estrella y para los chinos jabalí-chanchito. Dicen
que los Tauro son los mejores amigos. Que la estrella es guerrera y el
chanchito sensual. En mi hogar, tempranamente, hubo pobreza económica, por la
prisión, persecuciones y el exilio político que padecieran papá y mamá,
destierro que vivimos en México. Sin embargo, la ternura excedía lo normal,
quizá. Violeta era muy cariñosa, los “tíos políticos” como Juan Gonzalo Rose,
Luis de la Puente, Juan Pablo Chang, Jacobo Hurwitz, y Willy Carnero Hoke (tío
real).
La política y el
amor, no confluyen de modo natural. Aunque en mi vida personal, creo que sí. Mi
primer novio-esposo: Leoni, político; mi segundo camarada: Lucho, político; mi
tercer compañero-esposo: Víctor: político. Sólo el artista plástico, Carlos
Ostolaza, es la excepción. Pero en el camino y construcción de nuestra relación
se ha ido “politizando”, para bien, de su obra y de nuestro compromiso. Ello se
expresa, de un modo u otro en ciertos poemas de Contradanza.
-Además de Julio
Cortázar, ¿a quienes tributas en este libro?
-Amén del título
Contradanza y del poema “Víctor Jara” –que lleva epígrafe de Julio Cortázar,
soy fiel a mis primeros amores: están, de modo subliminal, Nazim Hikmet y Paul
Éluard. También Li Bai, chino Li Pai –o Li Po- (701-762); el colombiano Gabriel
García Márquez; los vates mexicanos Efraín Huerta y Thelma Nava; el músico
argentino Astor Piazzolla; nuestros Manuel González Prada, Pablo Guevara, y,
principalmente, los autores contemporáneos, mis coetáneos desarraigados de esta
patria, de esta sociedad.
- El poeta Jorge
Nájar ha dicho que “Contradanza es el libro, más libre en sus formas y
descodificado de todos los poemarios que ha publicado hasta ahora”, ¿Qué puedes
decir al respecto?
Pucha, qué
difícil. Sí, coincido con el amigo Jorge, Contradanza resulta el poemario más
libre. Los lectores y los críticos tienen la palabra.