Dejó la fría Philadelphia (USA) por el calor del norte de su país. Durante unos meses por su terruño de origen, la escritora Jennifer Thorndike aprovechó para escribir y culminar dos ensayos de sus exámenes escritos del doctorado y su nueva novela, la cual según nos dijo espera publicar el próximo año.
Antes de partir a Estados Unidos, junto a los autores Alina Gadea y Carlos M. Sotomayor participó en el interesante conversatorio “Familiares perversos”, evento acertadamente organizado por Borrador Editores en Ibero Librerías. La charla motivó a la autora de la formidable novela (Ella) a contarnos sobre su proceso de escritura, sus influencias literarias, sus protagonistas. De este y otros temas en la siguiente interviú.
-Después de escuchar tu participación en el conversatorio “Familiares perversos”, observo a la autora de la contundente novela "Ella" más cuajada. ¿Es el motivo por el cual en uno de los pasajes de la charla y a manera de broma dijiste que ibas asesinar a Donoso?
- ¿Cómo he cambiado como autora? … Si la comparamos con aquella que escribió (Ella) hace cuatro años atrás, creo que ahora soy una escritora más madura y con mucho más bagaje. Definitivamente, hay un cambio entre la escritora de aquel momento y la de ahora sobre todo por la experiencia como académica que ha cambiado mi perspectiva sobre la vida y la literatura. Ahora, como autora tengo un proyecto literario más definido, pero principalmente cuestionador.
Con respecto a Donoso, él sigue siendo un escritor admirado y respetado. Influyó mucho en mí, sin embargo, el autor debe seguir su camino y alejarse de todo lo que de alguna manera influyó en su proceso. Escribir tomando referentes antiguos tiene sus límites. Hay que encontrar una voz propia y no imitar escrituras ajenas. Ese es el reto.
Con respecto a Donoso, él sigue siendo un escritor admirado y respetado. Influyó mucho en mí, sin embargo, el autor debe seguir su camino y alejarse de todo lo que de alguna manera influyó en su proceso. Escribir tomando referentes antiguos tiene sus límites. Hay que encontrar una voz propia y no imitar escrituras ajenas. Ese es el reto.
-Comentaste también
que mientras escribes tu nueva novela escuchas la música de tu vídeo juego favorito Silent Hill,
un juego del género survival horror, lo cual te permite entrar en la atmósfera
del libro, un espacio tenso por lo difícil de las historias. ¿Se deja parte de
la vida en todo este proceso?
-No sé si la vida, pero sí te puedo asegurar que se pone “huevos” o mejor dicho “ovarios” para hacerlo. Si bien escribir es una tarea de ficción y los lectores deberían entenderlo así, creo que también se debería hablar sobre hechos que nos han sucedido, es decir, desde el sentido emocional, darles la voz a determinados personajes a través de ciertos cuestionamientos o problemas que uno ha tenido a lo largo de la vida sin que necesariamente caiga en la autobiografía. Se debe hablar de lo que a uno le inquieta o le perturba, lo sórdido, lo que te cuesta trabajo expresar.
-¿Con qué finalidad?
-Para que esa historia, esa novela, posea nervio narrativo, que creo es indispensable en todo buen libro.
-¿Crees que las historias personales, intimistas, también apuntan a cuestionar nuestro entorno sociopolítico o necesariamente el autor debe plasmar hechos sobre la guerra interna?
-Me parece interesante tu pregunta. La literatura reivindicativa es totalmente contraria a la literatura cuestionadora. Yo apuesto por una literatura cuestionadora. Muchos autores escriben para reivindicar identidades, género o sexualidades, lo cual es válido, pero no es la que me interesa hacer.
Una novela tiene que hacerte dudar, pensar, y eventualmente cambiar tu posición frente a un hecho o una situación. Hablar de historias personales o intimistas si se quiere, pero principalmente temas con los cuales el público conecte y diga aquí hay algo parecido a lo que me ha pasado, pero visto desde una perspectiva diferente.
Una novela tiene que hacerte dudar, pensar, y eventualmente cambiar tu posición frente a un hecho o una situación. Hablar de historias personales o intimistas si se quiere, pero principalmente temas con los cuales el público conecte y diga aquí hay algo parecido a lo que me ha pasado, pero visto desde una perspectiva diferente.
-Te hice esta pregunta porque el tema del conflicto armado es recurrente en nuestro medio literario…
-El escritor salvadoreño Horacio Castellanos Moya escribió Insensatez, una estupenda novela que responde tu pregunta. Es la historia de un periodista que es contratado para hacer la corrección de estilo del documento de la Comisión de la Verdad de Guatemala. El periodista lee los testimonios de dolor de las víctimas. Justamente en una parte dice “esta frase es muy bonita... La voy anotar en una libreta porque en algún momento la voy a usar en un libro…” o algo así, estoy parafraseando. Esa parte me impactó muchísimo y por eso creo que resume un mi punto de vista sobre las novelas que hablan de la guerra interna.
Yo no tengo derecho de darle voz a nadie ni tomar su voz para crear a mis personajes. Incluso me parece atrevido trabajar sobre la base de testimonios de las víctimas porque es tomar su dolor como material para la novela, como lo hace el personaje de Castellanos Moya.
Si quiero escribir sobre un sufrimiento que no conozco, yo investigo sobre él y trato de sentirlo, luego escribo una ficción, pero no utilizo testimonios específicos dentro de la novela ni pretendo darle voz a alguien. Simplemente no tengo derecho a hacerlo. Gayatri Spivak lo explica muy bien en su famoso artículo “¿Puede hablar el subalterno?”. Para recolectar testimonios están los museos, las obras de no ficción, la CVR, lo cual me parece válido como documento histórico. La literatura debería también cuestionar estas representaciones.
Yo no tengo derecho de darle voz a nadie ni tomar su voz para crear a mis personajes. Incluso me parece atrevido trabajar sobre la base de testimonios de las víctimas porque es tomar su dolor como material para la novela, como lo hace el personaje de Castellanos Moya.
Si quiero escribir sobre un sufrimiento que no conozco, yo investigo sobre él y trato de sentirlo, luego escribo una ficción, pero no utilizo testimonios específicos dentro de la novela ni pretendo darle voz a alguien. Simplemente no tengo derecho a hacerlo. Gayatri Spivak lo explica muy bien en su famoso artículo “¿Puede hablar el subalterno?”. Para recolectar testimonios están los museos, las obras de no ficción, la CVR, lo cual me parece válido como documento histórico. La literatura debería también cuestionar estas representaciones.
-Hay historias cotidianas con las cuales los lectores se sienten identificados y se enganchan. Justamente estas terminan siendo experiencias de vida universales. Caso (Ella), por ejemplo. ¿Quién no ha tenido conflictos desoladores y extremos con la madre…?
- (Ella) fue una apuesta personal orientada a desmitificar la figura materna. Soy una escritora excesivamente cruda y dura con lo que cuento. No soy una autora edulcorada. Creo que tu pregunta apunta más a si se hace política con historias intimistas. Definitivamente sí hacemos política con historias intimistas.
Una historia sobre una pareja, sí puede contener elementos que te puedan hacer cuestionar lo social. Y el cuestionamiento viene desde la manera misma cómo la sociedad nos ha construido como personas, por ejemplo, para que respondamos a la familia, la pareja, el fracaso, la competencia, el dinero, etc. de maneras específicas que benefician al poder. Hay que romper con eso, eso es lo que intento hacer en mis libros.
Una historia sobre una pareja, sí puede contener elementos que te puedan hacer cuestionar lo social. Y el cuestionamiento viene desde la manera misma cómo la sociedad nos ha construido como personas, por ejemplo, para que respondamos a la familia, la pareja, el fracaso, la competencia, el dinero, etc. de maneras específicas que benefician al poder. Hay que romper con eso, eso es lo que intento hacer en mis libros.
-¿Por todo esto es importante el nervio narrativo en una novela?
-La literatura tiene que ser intensa y tener mucho nervio para que el lector se comprometa y sea sacudido.
-Cambiando un poco de tema. ¿Estás trabajando en un nuevo proyecto?
-Estoy terminando mi nueva novela. Es una historia fuerte como la de (Ella), inclusive más. Gira en torno a la muerte, la familia, el dinero, el crimen, el sexo y el amor. Mientras que (Ella) tenía un solo hilo narrativo, la historia de la madre y la hija, en esta nueva novela se expanden otros temas, los personajes están envueltos en diferentes situaciones que todo el tiempo ponen a prueba su resistencia y su humanidad.
-¿Este nuevo libro seguirá el camino de la crueldad…?
-Me agradan las novelas fuertes. Aquellas historias que me hacen sufrir, razón por la cual cuando escribo sufro, y deseo que tú y el público también sufran como lectores para que así sean sacudidos o queden estremecidos. No quiero que la pases bien con mis libros, sino que te motiven a cuestionar el mundo en el que vives.
-Para terminar. En una entrevista publicada en buensalvaje un autor dijo que la literatura peruana y en general la Latinoamericana es de regular para abajo. Después de leer libros como Austin, Texas, Ella, El bosque de tu nombre, en fin. No creo en esta teoría. ¿Qué piensas tú al respecto?
-Es una apreciación generalizada injusta. La literatura peruana contemporánea está produciendo buenos libros. Las novelas de Francisco Ángeles, Karina Pacheco, Alina Gadea, Jeremías Gamboa o la obra de Mariana de Althaus, nos da un claro panorama sobre el buen momento de la literatura peruana. Creo también que se han abierto muy buenos espacios culturales al margen de los convencionales que a veces le quitan espacio a la cultura. Revistas dedicadas a la literatura y otras disciplinas artísticas como El Hablador, Lee por Gusto, Buensalvaje, Buen Librero están haciendo un excelente trabajo. Por supuesto que Lima en Escena también.
Foto: Lima en Escena