jueves, 16 de abril de 2015

Francisco Ángeles:“Las literaturas nacionales existen al menos como un espacio de circulación”





Autor de la novela Austin, Texas 1979, en una amena charla con Lima en Escena




Foto: Lima en Escena 





Estuvo de vacaciones por el norte del país y se dio el tiempo y paciencia de visitar algunas ciudades como Piura, Chiclayo, Chimbote, lugares a donde llegó en compañía del sello editorial Animal de Invierno para presentar la segunda edición de su exitosa y segunda novela Austin, Texas 1979.

Durante este periplo, el destacado escritor y crítico Francisco Ángeles, quien desde hace algunos años reside en Estados Unidos en donde estudia un doctorado en Estudios Hispánicos en la Universidad de Pennsylvania, tuvo la ocasión de departir con los jóvenes y adultos mayores de estas ciudades. Un público interesado en nuestra literatura actual, una gran comunidad desatendida por los sellos editoriales convencionales, pero al mismo tiempo "potenciales lectores a quienes se les debe tomar en cuenta", según el autor de una de las novelas más importantes del 2014. Sobre este y otros temas charlamos con el autor en la presente entrevista.


-Francisco, conversemos sobre el tema erótico de tu novela Austin, Texas 1979, un tema del cual no se ha ahondado mucho y me parece importante destacar también porque lo abordas de manera cruda y animal, incluso hablas de los “polvazos”. Me recuerda a este personaje "Paul Vazo" de una película de Almodóvar…

-(Risas) Sí, recuerdo a "Paul Vazo", pero era un actor porno ¿no?

-Sí. Pero volviendo al tema. ¿Cómo surge esta necesidad por escribir sobre sexo de una manera brutal?

-No tanto por ganas de escribir sobre sexo, sino por la decisión de escribir sobre temas reales. No reales en el sentido de que necesariamente me hayan ocurrido a mí, sino con el objetivo de quitarles la perspectiva literaria del medio. Es decir, olvidarme de la literatura que he leído sobre un tema y escribir sobre él tal como lo conozco. Entonces me imaginaba momentos de gran deseo sexual, que todos hemos sentido por una o muchas personas a lo largo de nuestra vida…

-Deseos crudos. Aquí no se da paso al romanticismo en absoluto lo cual no me parece mal, es más, no he leído a un autor local tocar este tema en ese registro…

-No, no hay romanticismo, para nada. Lo que hay es una arrechura intensa, pero que también tiene su proceso. No es que la pareja se conoce y de inmediato se van a la cama. Eso es lo que quise hacer: no un sexo romántico, pero tampoco un sexo tipo literatura maldita, donde la sexualidad está vinculada a la noche, la violencia o la promiscuidad extrema. Ni una ni otra, que son como dos maneras opuestas de mitificar la relación sexual y por eso no me interesan mucho como materia narrativa. En mi novela lo que hay es arrechura sin amor y sin malditismo. Por eso, en las dos historias, la del profesor y su alumna, y la del escritor y la hija del psiquiatra, se pasa por un proceso de reconocimiento. Cuando eso ocurre todo se consuma en un "Paul Vazo", como en la película de Almodóvar que recordabas hace un rato.

-Hay como una mirada medio porno en el aspecto sexual referido al escritor ¿no?

-No sé si porno. Creo que simplemente es una descripción de sexo explícito sin amor. Me parece necesario darle visibilidad a un sexo no amoroso que, como decía arriba, tampoco pase por el malditismo. O sea, ni idealismos romanticones ni sexo vinculado a la juerga, las drogas y el rock and roll. Nada de eso. La pareja de mi novela siente un fuerte deseo sexual el uno por el otro. Un deseo sexual intenso, que creo es un tipo de relación muy importante en la vida de la gente.

-Perfecto. Quedó claro este tema de lo sexual en tu novela. Ahora pasemos a esta interesante iniciativa de Animal de Invierno, tu sello editorial, con quien hiciste un periplo por algunas ciudades de norte del país y poder al mismo tiempo acceder a públicos impensables…

-Sí, en estas visitas hemos llegado a públicos muy distintos entre sí. Las presentaciones del libro en ciudades del norte convocaron gente de todo tipo, desde adolescentes hasta jubilados interesados en temas específicos de la novela. Sobre todo lo político. Hay una parte de la novela donde se menciona a Luis de la Puente Uceda, lo que llamó la atención de las personas mayores, que recuerdan bien las guerrillas de los sesenta. Por otro lado estaba la gente de menos de 20 años interesados en el libro…

-¿Los pulpines del norte…?

-Post pulpines, diría yo. Chicos de 17 o 19 años. Es una generación post Marca Perú a la que le tengo mucha fe. Pero en general, como decía, la experiencia por el norte fue muy buena porque tomé contacto con públicos diversos. Gente a la que le gusta leer y están con Borges, García Márquez, escritores así. Es decir, gente interesada en literatura, pero que no necesariamente saben en detalle qué ha pasado en nuestro país en los últimos diez años. Creo que ese es el público a conquistar.

-Este público está totalmente desatendido, tanto por los sellos como por los autores quienes consideran que Lima es sinónimo de Perú, ¿no te parece?

-Claro, ese es el público al que me interesa llegar como autor. Creo que no es tan difícil acceder a ellos. Si uno recuerda cómo progresivamente se han introducido en el país las cadenas de cine, de comida rápida y los malls, negocios que primero incursionaron en Lima y después lo hicieron en provincias, no hay que ser vidente para apostar que igual sucederá con las editoriales independientes, al menos si somos capaces de llevarles los libros adecuados y presentarlos de la manera adecuada. Por otro lado, para mí estas presentaciones no han sido un trabajo, ya que me gusta viajar por el Perú. Cada vez que puedo lo hago. Así he observado los cambios experimentados en diferentes ciudades del país.

-¿Cómo observas estos cambios?
 
-Los procesos por los que pasan las ciudades son siempre muy ricos como materia de análisis. A Chiclayo, por ejemplo, no iba hace quince años. Y en esta última visita descubrí otra ciudad, muy diferente de la que recordaba. Lo mismo me sucedió en Piura, donde había estado hace solo cinco años, pero igual está muy diferente. Todo cambia cada vez más rápido. Definitivamente en estas ciudades hay un público al cual debemos llegar…






-Las labores literarias se centran en Lima, particularmente las presentaciones de libros, los coloquios, en fin. ¿Esto debería cambiar no?

-Ese es un gran tema. Las literatura nacionales, desde mi punto de vista, existen al menos como un espacio de circulación. Eso me parece bastante indiscutible. Si bien los libros de algunos autores peruanos pueden publicarse o venderse en varios países hispanohablantes o incluso llegar en traducciones a otros lugares del mundo, para la inmensa mayoría de escritores peruanos su público objetivo está en altísima medida dentro de Perú. No necesariamente por temática ni por afinidad ni por patriotismo, sino porque así está segmentado el mercado. O sea, también venden Inca Kola en Estados Unidos, pero eso no significa que haya conquistado el mercado internacional. Ni siquiera que tenga una presencia mediana en ese país en específico. Para nada. La distancia entre ambas cosas es muy grande. Por eso, quizás con una o dos excepciones, la gran mayoría de libros peruanos publicados tanto en sellos independientes como en transnacionales serán comprados por lectores que también son peruanos. Eso es así incluso si públicas en el extranjero o si ganas un premio internacional, dos cosas que en algunos casos sirven sobre todo para producir la ilusión de que alguien alcanzó éxito afuera para que, aunque parezca contradictorio, eso le ayude a conseguirlo adentro. Hay casos distintos, por supuesto, como el Herralde que ganó Alonso Cueto con La hora azul, por ejemplo. Pero son excepciones. Por todo eso me parece absurdo dejar de lado la gran comunidad de potenciales lectores existentes en otras ciudades para concentrarnos solo en Lima.

-Después de las presentaciones de tu libro en Piura, Chiclayo, Trujillo y Chimbote. ¿Qué percepción tienes sobre el público que se mostró interesado en tu novela? 

-Me gustó la movida que encontré en el norte. Me dejó muy optimista. A la contra de lo que piensa mucha gente, yo creo que la literatura peruana contemporánea pasa por un muy buen momento y que existe un especial interés por parte de los jóvenes. Lo que pasa es que se tiende a pensar que en la actualidad no hay interés en la literatura porque espacios frívolos como Esto Es Guerra y todos esos programas han acaparado la atención del público, pero a mí me parece que esa no es una lectura correcta de lo que está pasando. Siempre hubo farándula y periodismo amarillo. Recuerda los ochenta. Estaban Ferrando y Risas y Salsa, después estuvieron Magali, Laura Bozzo y los Cómicos Ambulantes, ahora están Peluchín y Esto es Guerra. No veo nada nuevo.

 El origen de la confusión es que, al mismo tiempo que aparecen programas de los llamados “basura”, se han ido perdiendo espacios dedicados a la cultura dentro de la prensa tradicional. Pero creo que ese carencia ha sido muy bien cubierta por publicaciones digitales como Letra CapitalLee Por GustoEl Buen Librero, Lima en Escena, o revistas como Buen Salvaje, que ha tenido un éxito impresionante. Eso no solo pasa en Lima. En Chiclayo, por ejemplo, está el colectivo de la Agenda Cix, impulsado por Matilde Granados y Juan José Soto, quienes desarrollan una excelente labor de difusión cultural. Lo mismo en Chimbote, donde está La Resistencia de Augusto Rubio y Richard Ibarra. Y así podría seguir. Pero hay que articular estos mercados.

-Cambiando de tema. Hace poco un autor dijo que la literatura peruana y en general la latinoamericana está de regular para abajo. ¿Qué opinas al respecto?

-Bueno, creo que puede entenderse como una verdad manipulada…

-Me parece absurdo esta afirmación cuando hemos tenido interesantes publicaciones como Ella, El Bosque tiene tu nombre, La sangre de la aurora, Austin Texas…

-Creo que es una verdad manipulada porque si tú consideras que de toda la historia de la literatura solo vale la pena leer a Shakespeare, Cervantes, Dostoievski y Kafka, y que si eres buena gente aceptas meter de contrabando a Proust y Faulkner, pues probablemente estás en lo cierto y la literatura peruana o latinoamericana actual está de regular para abajo. 

Lo mismo podría decirse de cualquier otra literatura. Hay gente que cree que si no eres un clásico de la historia universal no vales nada. O escribes al nivel de Borges o no sirves para nada. En fin, me parece que esas son posiciones respetables, pero el problema es que si de cualquier actividad humana decimos que los únicos buenos son los tres mejores de la historia nos cargamos toda la poesía, todo el cine, toda la música, toda la arquitectura y toda la filosofía producida en la historia y de esa manera caemos en un relativismo casi absoluto…

-A propósito de los autores de las últimas generaciones.  ¿Cómo observas toda esta actual producción literaria en el país?



-Estoy al tanto de lo que ocurre, lo cual no significa que haya leído todo lo que me hubiera gustado. Me parece que las editoriales y la prensa cultural están haciendo un buen trabajo. La estructura, por lo tanto, está muy bien. Es decir, todo este aparato que sostiene y difunde el trabajo de autores y editoriales está muy bien, mucho mejor que antes, sin importar que se haya perdido espacio en la prensa tradicional. Creo que a pesar de esa perdida, estamos mucho mejor. 

Ahora, el nivel de los libros es una discusión diferente, pero creo que en eso también estamos mejor. Y en la medida en que la estructura siga funcionando, la producción seguirá aumentando su nivel. Finalmente, aunque muchos no estén de acuerdo, reafirmo algo que he dicho más de una vez: que mi generación puede ser la mejor generación de la literatura peruana. No somos tan jóvenes, es cierto, pero todavía no tenemos ni cuarenta. Que nos juzguen en diez años. La mayoría tenemos por ahora solo dos o tres libros, así que queda mucho por delante. En diez años acepto ir al paredón. Todavía no.