sábado, 30 de diciembre de 2017

Carlos Tolentino: “Apuesto por un teatro musical que toma argumentos con nuestra identidad más cercana”


 Sigo adelante con una investigación sobre la música popular de la Costa peruana hacia los orígenes del mestizaje cultural, comenta el director de El Plebeyo en la presente interviú.



El estreno del musical "El plebeyo", dirigida por Carlos Tolentino, en el Teatro Municipal de Lima, puesta en escena de ficción sobre algunos pasajes de la vida de Felipe Pinglo Alva, compositor y máximo exponente de la música popular peruana,  es sin duda, uno de los estrenos más importantes de este 2017 a punto de culminar.

En este bello tributo, el director nos ofrece un interesante paneo sobre aspectos relevantes de la vida del compositor Felipe Pinglo, notable figura de la música criolla. Justamente para charlar al respecto y otros puntos sobre el quehacer teatral, entrevistamos a Carlos Tolentino, una de las personalidades más activas y representativas del segmento de las artes escénicas locales.


-Carlos, este 2017 tu labor como director ha sido fructífera. Has estrenado un puñado de obras y un musical de envergadura. En retrospectiva ¿Qué balance te deja este año a punto de culminar?

-En efecto. Ha sido un año exigente que me permitió reafirmar mi trabajo con la productora La Banda SAC. Juntos estrenamos “El Plebeyo”, un teatro musical de un formato diferente, que ya había experimentado con “Jarana” en el 2010. Espero seguir investigando con otras experiencias similares. En ese sentido, el balance ha sido bastante positivo.

-Este año nos sorprendiste con El Plebeyo, un poético musical que nos trae a escena la música criolla, un género que para ti es un motivo de reflexión permanente. ¿Por qué?

-Creo que lo que está en crisis son las certezas y eso me favorece. Yo apuesto por un teatro musical que toma argumentos y reflexiones que tienen que ver más con lo nuestro, con nuestra identidad más cercana y popular. Siempre he dicho, bromeando, que mis obras son imperfectas como todo lo que no se copia. Intento no seguir formatos. Actualmente, por ejemplo, sigo adelante con una investigación sobre la música popular de la Costa peruana hacia los orígenes del mestizaje cultural y una resignificación  de los movimientos sociales en Lima.

-El plebeyo es un justo tributo a Felipe Pinglo Alva. ¿Cuál es tu percepción de Pinglo, el compositor que pese a sus carencias económicas se entregaba a la escritura?

-Pinglo fue sin duda un gran compositor. Poseía una visión humanista tan aguda como su llamado de alerta a la manipulación de los políticos de entonces. Felipe Pinglo supo canalizar su enorme sensibilidad en el momento histórico que le tocó vivir y se entregó a la construcción de un socialismo por el que finalmente luchó. Al final, murió de pobreza y no llegó a conocer en vida la trascendencia de sus ideas y su obra. A través de su arte pudo tocar el alma de generaciones de libres pensadores.

-Pinglo fue un compositor prolífico. ¿Qué nos puedes decir sobre las composiciones que dan vida a la banda sonora de la obra?

-La idea del musical surgió cuando Diego Ribera me hizo escuchar su versión sinfónica de “El Plebeyo” y vislumbramos juntos el desarrollo de una historia ficcionada en base al origen de esta canción. La estructura dramática seguiría los avatares de una historia de amor marcada sobre todo por las diferencias de clase. Se trazó un itinerario no cronológico de la Lima de los años veinte en medio de agitación y dictaduras. Attilia Boschetti se unió al equipo de creativos y diseñó una línea narrativa donde pudimos insertar otras composiciones de Pinglo al servicio de la trama. Esto fue posible y es importante resaltarlo, por la presencia de Willy Terry y Julie Freundt, quienes nos asesoraron en la selección de los valses y en la forma cómo debían ser interpretados en su transposición teatral.


-El musical nos acerca al Pinglo político, activista, consecuente… ¿Cómo te vinculas con el Pinglo sindicalista, con el obrero y su activismo por los derechos de los trabajadores?

-Siempre me ha interesado la historia de nuestro periodismo y conocía casos aislados de periodistas y sindicalistas quienes vivieron y murieron durante el gobierno de Leguía. Los inicios del anarquismo y del socialismo fueron los que vivió Pinglo. Se nutrió de las ideas de Haya de la Torre y de Mariátegui y trabajando como obrero en una imprenta, donde gestó un proyecto artístico de gran sentido social pero sobretodo de una poética inédita. No olvidemos que él no era músico, sin embargo sus composiciones obedecen a una intuición musical muy desarrollada. En nuestra música criolla hay aún mucha historia que descubrir y mucho teatro por arriesgar.

-La obra parte de una historia de amor, de un romance vetado, censurado, doloroso. ¿Por qué decides explorar sobre el amor desde una relación fallida?

-Pienso que por más fallida que pueda ser una relación algo nos debe enseñar. Es cierto que una vez más son los personajes femeninos aquellos que me interesan descubrir y profundizar. Porque son las mujeres quienes posibilitan los cambios fundamentales en la historia de los pueblos. Lo que vivió Giannina Zucarelli nos invita a reflexionar cómo una revolución personal es posible si encuentra un terreno fértil donde atreverse. El amor es posible si hay obstáculos que derribar y esto demuestra que en realidad no hay amor inútil, sino amantes cobardes.

-Felipe Pinglo Alva, es uno de nuestros compositores emblemáticos largamente invisibilizado por la academia. ¿A que le atribuyes este hecho?

-Lo diferente produce temor,  y si además tiene un origen modesto, se le trata de negar o hacerlo invisible. Nuestro país ha tenido y tiene grandes compositores de música popular. Y no me refiero solo a la música criolla. Conozco bastante bien de lo que se produce musicalmente en Lima, y siguen siendo vetados por las emisoras radiales,  por la Apdayc, y por una mafia -no existe otro término – que intenta impedir que llegue a los oídos de un público musicalmente abandonado. Tengo fe en la IMIP (Industria musical independiente peruana), así como en el talento del compositor electro acústico  Juan Arroyo, en Talía Vega vocalista del proyecto musical Menores, entro otros.

-¿Sigues considerando que la creatividad del director debe apostar por nuevas posibilidades en la escena?

-Definitivamente sí. Por mi naturaleza iconoclasta desconfío de los premios y del éxito, y privilegio siempre la “visión de mundo” que me entrega un joven director(a) que arriesga y va más allá del trabajo edulcorado de un montaje hecho para festivales. Apostar por lo nuevo es desafiar un sistema social y cultural que actualmente pareciera tener puestas sus esperanzas solo en la gestión del ministro de cultura.

Reflexiones sobre el desarrollo del teatro local

-Una de tus apuestas teatrales es visibilizar la dramaturgia local. ¿Cuál es tu relación con autores locales?

-Me interesa mucho el desafío de una escritura teatral que constantemente se reinventa a sí misma. Que no fundamente necesariamente la estructura narrativa sobre la palabra, sino que deja espacio a una dramaturgia del cuerpo. Este año vimos renovada la dramaturgia con obras sólidas de Celeste Viale, Gonzalo Rodríguez Risco, Daniel Amaru Silva, por citar algunos autores ya reconocidos. Mientras aparecen otras voces menos conocidas pero ya maduras como es el caso de Daniel Dillon, Paola Terán, y Sebastián Eddowes.

-Carlos, un buen número de directores jóvenes se vuelcan a los teatros a adaptar y dirigir. ¿Cómo observas esta movida?

-Es muy válido si sus proyectos apuntan a una continuidad. No basta presentar una sola obra en un determinado número de semanas en un teatro. El teatro debe ser visto por el mayor número posible de espectadores. Los jóvenes y viejos directores debemos aprender a trabajar con gestores teatrales y con productores con visión de nuevos mercados. Se deben crear redes que permitan apreciar nuevos directores con nuevas propuestas de lenguaje teatral, y nuevos públicos que sepan distinguir el valor del  entretenimiento y el valor de lo cultural.


-Nuestro teatro se desarrolla entre dos grandes vías. La primera de ellas nos la ofrece la cartelera de los Centro Culturales o salas como La Plaza y la segunda todo el bloque de casas o espacios teatrales como como el Mocha, el Teatro Racional, la casa Espacio Libre Teatro, entre otras. ¿Qué nos puedes decir sobre toda esta dinámica?

-Trato de responder con otra pregunta: muchos de los temas e incluso tratamiento escénico que vemos actualmente en obras de La Plaza, acaso ¿no fueron ya presentados años atrás en salas como las de Yuyashkani o El Británico? ¿Qué estrategia de marketing legitimizó  la aceptación de parte de un público acostumbrado al teatro de entretenimiento, al teatro entendido como servicio social? El público que aún nos falta para apreciar el teatro y llenar las salas aún está por conquistarse y mientras eso sucede con La Plaza otras salas como el teatro Larco o El Julieta cierran.

-¿Cómo observas este impulso de la dramaturgia local en nuestro país?

-Sumamente alentador pero insuficiente ya que muchas veces es preferible dejar desierto el premio a crear falsas expectativas y sobrevalorar los pretendidos autores.

-¿Qué nos puedes decir sobre las temáticas que abordan nuestros dramaturgos contemporáneos?

-Es posible que debamos dejar de mirarnos al ombligo los limeños y nos acerquemos a valorar los dramaturgos de nuestras provincias.

-Para terminar. Qué nos puedes decir del desarrollo teatral a lo largo de este 2017.


-No he podido seguirlo debidamente como para dar una opinión pero considero que los elogios a través de las redes y de las así llamadas críticas teatrales así como los diversos premios que surgen para quedar bien entre todos, solo gratifican a los ingenuos.