“Dependo exclusivamente de mí mismo y no debo subordinarme a los gustos o a la audacia financiera de nadie”, nos dice tajantemente el escritor y dramaturgo peruano Rafael Dumett al consultarle si su nueva etapa de escritor lo aleja de la dramaturgia, el teatro y el cine, actividades a las cuales se dedicó por algunos años. Asimismo, en la presente entrevista realizada por Lima en Escena a propósito de la publicación de su primera novela digital El Espía del Inca que hace unas semanas lanzó el sello de publicaciones lamula, nos comentó que “en este momento tengo dos guiones de cine en la cabeza y una obra de teatro”.
-Antes de centrarnos en “El espía del Inca”, deseamos saber ¿qué fue de Rafael Dumett, autor de AM/FM, Santiago, Números Reales y el Juicio Final?
-Si se refiere a la persona que escribía teatro, pues esa persona en un momento dado tomó la decisión de abandonar la escritura en ese género, pues por una serie de razones –principalmente su falta de oficio y su gran lentitud para escribir-, se dio cuenta de que le sería imposible ganarse la vida por ese medio. Por otra parte, empecé a sospechar que mis preocupaciones y las de los espectadores limeños iban por senderos diferentes. Lo cual no descarta que vuelva a reincidir en el futuro, pues tengo un par de ideas que me gustaría trabajar.
- “El espía del Inca” marca un antes y un después en su trayectoria como autor, ¿esta nueva etapa lo aleja de la dramaturgia, el teatro y el cine?
-No lo creo. En este momento tengo dos guiones de cine en la cabeza y una obra de teatro. Aunque, la verdad sea dicha, prefiero el género novelístico, pues para ver el producto final de mi trabajo dependo exclusivamente de mí mismo y no debo subordinarme a los gustos o a la audacia financiera de nadie. Tengo dos novelas que estoy trabajando: la segunda parte de “El espía del Inca”, con el protagonista en el tiempo de Manco Inca, y una novela de corte erótico.
-¿Su partida al exterior fue una determinación fundamentalmente laboral o una actitud de autoexilio?
-Yo partí del Perú el año 1990, la víspera de las elecciones que darían a Fujimori como vencedor. Y lo hice porque ya no tenía nada más que hacer allá: ya había terminado mis estudios universitarios, había perdido toda ilusión en mi trabajo como reportero de policiales en “Página Libre” –se había descubierto que era financiado por Alan García-, estaba harto de ganar lo mismo y de ver, sin embargo, mi sueldo reducido a la mitad en su valor real, y luego a la mitad de la mitad, y luego a la mitad de la mitad de la mitad… y la omnipresencia del terrorismo me había vuelto paranoico, por lo que contemplaba seriamente la posibilidad de aprender a usar armas de fuego. No creo haber sido muy original en nada de esto. Creo que toda una generación partió del país –utilizar la expresión “se exilió” sería darnos una importancia que no tuvimos- más o menos por las mismas razones.
-Si se refiere a la persona que escribía teatro, pues esa persona en un momento dado tomó la decisión de abandonar la escritura en ese género, pues por una serie de razones –principalmente su falta de oficio y su gran lentitud para escribir-, se dio cuenta de que le sería imposible ganarse la vida por ese medio. Por otra parte, empecé a sospechar que mis preocupaciones y las de los espectadores limeños iban por senderos diferentes. Lo cual no descarta que vuelva a reincidir en el futuro, pues tengo un par de ideas que me gustaría trabajar.
- “El espía del Inca” marca un antes y un después en su trayectoria como autor, ¿esta nueva etapa lo aleja de la dramaturgia, el teatro y el cine?
-No lo creo. En este momento tengo dos guiones de cine en la cabeza y una obra de teatro. Aunque, la verdad sea dicha, prefiero el género novelístico, pues para ver el producto final de mi trabajo dependo exclusivamente de mí mismo y no debo subordinarme a los gustos o a la audacia financiera de nadie. Tengo dos novelas que estoy trabajando: la segunda parte de “El espía del Inca”, con el protagonista en el tiempo de Manco Inca, y una novela de corte erótico.
-¿Su partida al exterior fue una determinación fundamentalmente laboral o una actitud de autoexilio?
-Yo partí del Perú el año 1990, la víspera de las elecciones que darían a Fujimori como vencedor. Y lo hice porque ya no tenía nada más que hacer allá: ya había terminado mis estudios universitarios, había perdido toda ilusión en mi trabajo como reportero de policiales en “Página Libre” –se había descubierto que era financiado por Alan García-, estaba harto de ganar lo mismo y de ver, sin embargo, mi sueldo reducido a la mitad en su valor real, y luego a la mitad de la mitad, y luego a la mitad de la mitad de la mitad… y la omnipresencia del terrorismo me había vuelto paranoico, por lo que contemplaba seriamente la posibilidad de aprender a usar armas de fuego. No creo haber sido muy original en nada de esto. Creo que toda una generación partió del país –utilizar la expresión “se exilió” sería darnos una importancia que no tuvimos- más o menos por las mismas razones.
-¿Cómo se da su vínculo con el género del espionaje?
-De la misma manera en que me intereso por cada género en que incursiono. Una vez que descubrí que mi novela tenía como protagonista a un espía, me interesé por los antecedentes en la novela de espionaje para elegir aquellos modelos y autores de referencia que pudieran guiarme en la senda que yo quería caminar.
-Muy pocos escritores se identifican con la historia de nuestro país, particularmente con la cultura pre inca, inca, ¿le seduce nuestra historia?
-A mí me seducen simplemente las buenas historias. He escrito una obra urbana cuyo personaje principal es un hombre aficionado a la astrofísica, una adaptación del Fausto en Gamarra, una película en inglés cuyo personaje principal es una doble de acción intersexual, y una película erótica cuya protagonista es una performer con el agua. Ahora bien, investigando para la novela he descubierto material de una riqueza increíble, que me sorprende que haya sido muy poco utilizado por los escritores, sobre todo en castellano.
-¿Hasta que punto influenció John Le Carré, un escritor de novelas de espionaje en la construcción de El Espía del Inca?
-John Le Carré ha sido el modelo de referencia del tipo de novela de espionaje que quería escribir. En ellas se pone en tela de juicio a quienes detentan la autoridad, mostrándolos como lo que son, personas comunes y corrientes. Se humaniza al enemigo y se trabajan personajes divididos culturalmente y por ello seriamente conflictuados por la pregunta eterna del espía y del contraespía: a quién sirvo.
Sobre el autor:
Actor egresado de la Escuela del Teatro de la Universidad Católica en 1984. En 1985 gana los Juegos Florales de la U. Católica, en la que termina estudios de Lingüística y Literatura en 1987. Con Números reales obtiene un accésit en el premio español "Tirso de Molina"; esta obra es estrenada en versión radiofónica por Radio France International en 1992, se pone en escena en Lima en 1994 con el grupo "Umbral" y es leída públicamente en 1995 en l'Odéon - Théâtre de L'Europe, París, en su versión francesa. Dumett reside en los Estados Unidos, dedicado a la escritura y la investigación teatral.
-De la misma manera en que me intereso por cada género en que incursiono. Una vez que descubrí que mi novela tenía como protagonista a un espía, me interesé por los antecedentes en la novela de espionaje para elegir aquellos modelos y autores de referencia que pudieran guiarme en la senda que yo quería caminar.
-Muy pocos escritores se identifican con la historia de nuestro país, particularmente con la cultura pre inca, inca, ¿le seduce nuestra historia?
-A mí me seducen simplemente las buenas historias. He escrito una obra urbana cuyo personaje principal es un hombre aficionado a la astrofísica, una adaptación del Fausto en Gamarra, una película en inglés cuyo personaje principal es una doble de acción intersexual, y una película erótica cuya protagonista es una performer con el agua. Ahora bien, investigando para la novela he descubierto material de una riqueza increíble, que me sorprende que haya sido muy poco utilizado por los escritores, sobre todo en castellano.
-¿Hasta que punto influenció John Le Carré, un escritor de novelas de espionaje en la construcción de El Espía del Inca?
-John Le Carré ha sido el modelo de referencia del tipo de novela de espionaje que quería escribir. En ellas se pone en tela de juicio a quienes detentan la autoridad, mostrándolos como lo que son, personas comunes y corrientes. Se humaniza al enemigo y se trabajan personajes divididos culturalmente y por ello seriamente conflictuados por la pregunta eterna del espía y del contraespía: a quién sirvo.
-Una de las premisas de John Le Carré es escribir ficción con argumentos bien sostenido, sólidos ¿siguió esta fórmula?
-No sé si dijo exactamente eso. Pero la recomendación suya, que traté de seguir al pie de la letra, es que para escribir ficción hay que informarse bien. Uno no necesariamente tiene que incluir la información que uno obtiene, pero tiene que conocerla.
-De un lado están los Chancas de otro los Incas, ¿los conflictos entre ambas culturas se debió fundamentalmente a hegemonías, poder?
-Cuando la novela transcurre, a inicios del siglo XVI, los chancas ya han sido conquistados por los Incas. La importancia de los chancas en la historia de los incas es fundamental. Fue su derrota a manos del príncipe incaico Cusi Yupanqui, el futuro Pachacutec, que empezó la expansión del imperio incaico, la culminación de una gesta cultural que se había ido cocinando en los Andes por miles de años.
-¿Qué reflexión nos da El Espía del Inca?
-No le corresponde al novelista señalar aquello sobre lo que el lector debe reflexionar al leer su novela. A mí no me gusta que los autores me den un manual de instrucciones para entenderlos y no quiero hacer lo mismo con nadie.
- Después del lanzamiento online del El Espía del Inca vendrá la publicación física?
-Ojalá que sí.
-No sé si dijo exactamente eso. Pero la recomendación suya, que traté de seguir al pie de la letra, es que para escribir ficción hay que informarse bien. Uno no necesariamente tiene que incluir la información que uno obtiene, pero tiene que conocerla.
-De un lado están los Chancas de otro los Incas, ¿los conflictos entre ambas culturas se debió fundamentalmente a hegemonías, poder?
-Cuando la novela transcurre, a inicios del siglo XVI, los chancas ya han sido conquistados por los Incas. La importancia de los chancas en la historia de los incas es fundamental. Fue su derrota a manos del príncipe incaico Cusi Yupanqui, el futuro Pachacutec, que empezó la expansión del imperio incaico, la culminación de una gesta cultural que se había ido cocinando en los Andes por miles de años.
-¿Qué reflexión nos da El Espía del Inca?
-No le corresponde al novelista señalar aquello sobre lo que el lector debe reflexionar al leer su novela. A mí no me gusta que los autores me den un manual de instrucciones para entenderlos y no quiero hacer lo mismo con nadie.
- Después del lanzamiento online del El Espía del Inca vendrá la publicación física?
-Ojalá que sí.
-¿Para cuándo esta previsto lanzar la novela físicamente?
-Todavía no está previsto. Pero cuando ello ocurra, lo haremos saber lo más públicamente posible. De eso, no le quepa la menor duda.
-Todavía no está previsto. Pero cuando ello ocurra, lo haremos saber lo más públicamente posible. De eso, no le quepa la menor duda.
Sobre el autor:
Actor egresado de la Escuela del Teatro de la Universidad Católica en 1984. En 1985 gana los Juegos Florales de la U. Católica, en la que termina estudios de Lingüística y Literatura en 1987. Con Números reales obtiene un accésit en el premio español "Tirso de Molina"; esta obra es estrenada en versión radiofónica por Radio France International en 1992, se pone en escena en Lima en 1994 con el grupo "Umbral" y es leída públicamente en 1995 en l'Odéon - Théâtre de L'Europe, París, en su versión francesa. Dumett reside en los Estados Unidos, dedicado a la escritura y la investigación teatral.