martes, 28 de agosto de 2012

Los indestructibles 2 (Crítica)


Escribe: Raúl Lizarzaburu

"Este avión debería estar en un museo"
                                               (Stallone)
                                 "Nosotros también"
                                 (Schwarzenegger)

En 2010 Sylvester Stallone dirigió, además de ser coautor del guión y protagonista, Los indestructibles, ejercicio de acción sobre un escuadrón de mercenarios que cumple una misión en una imaginaria isla del Golfo de México donde un corrupto general ha tomado el poder. Este filme tenía como principal atributo el juntar a diversos íconos del género, de los cuales algunos parecía impensable en apariencia que compartan pantalla, como Bruce Willis y Arnold Schwarzenegger, con otros como Dolph Lundgren, Mickey Rourke, el chinito Jet Li y la figura actual, Jason Statham.




El éxito impulsó a hacer una secuela, Los indestructibles 2 (The Expendables 2, 2012) con algunos cambios en el reparto, pero ya no dirigida por Stallone, sino por Simon West, que no es precisamente Sam Peckinpah pero tiene cierto oficio (Con Air y El especialista con Statham son sus dos mejores trabajos), aunque el ex Rambo es nuevamente coguionista (con Richard Wenk, basado en una historia de Ken Kaufman, David Agosto y el propio Wenk) e interpreta a Barney Ross, que esta vez por encargo de Church (Bruce Willis) debe ir hasta Albania para recuperar un cargamento de plutonio antes de que caiga en manos de Vilain (Jean-Claude van Damme, aquí del lado de los malos), pero no solo es demasiado tarde, sino que además le cuesta la vida a uno de sus hombres (Liam Hensworth), y significa dos retos para Barney y su gente (acá Willis y Schwarzenegger tienen más protagonismo): aparte de recuperar las toneladas de material radiactivo antes de que sea usado para armas nucleares, debe vengar la muerte de su pupilo. Además, claro, Church se molesta y lo conmina a ir en su búsqueda y le encarga a Maggie, una joven asiática (la chinita Nan Yu) para que se sume a su equipo, lo que Barney acepta a regañadientes. 




Esa es la anécdota. Lo que viene, mientras buscan en Albania a Vilain (odiado también por los habitantes del lugar, que lo enfrentan), que esclaviza personas en su planta para fabricar las bombas, son escenas de adrenalina constante y por momentos rayanas en el cine bélico: balaceras, explosiones, combates cuerpo a cuerpo, artes marciales, sin bajar el tono en ningún momento. En el camino se les suma Booker (el ya setentón Chuck Norris, que no actuaba hace siete años) y Trench (Schwarzenegger), que se burlan de sí mismos: a uno le ponen la tonada de Lo bueno, lo malo y lo feo y le preguntan “¿tú no eres el lobo solitario?”, en alusión a su personaje de McQuade, y el otro dice su famosa frase “I’ll be back” de Terminator. Abundan toques de humor como el del epígrafe. No podemos pedir exquisiteces: así nomás no se ve juntos a tantos iconos del género, y el resultado es un eficaz divertimento de acción. En ese sentido quizá supera a la anterior. Desde ya se rumorea una tercera parte, y nos imaginamos a otros nombres como Steven Seagal, Jackie Chan o Michael Dudikoff, si hablamos de estrellas del género recicladas de los ochenta, para integrarse al reparto.