Joven poeta, propulsor del ciclo de recitales "Ese puerto existe", presenta hoy su primer poemario en el Instituto Raúl Porras Barrenechea
Mateo Díaz Choza, bachiller en
Literatura, corrector de estilo y aficionado a la música y las lenguas
extranjeras, presenta hoy viernes 03 de mayo a las 7pm en el Instituto Raúl
Porras Barrenechea su primer poemario, Av. Palomo (Paracaídas/editores). Esta obra breve nos devela
una presencia profundamente lírica que viaja entre el juego, la musicalidad y
el deseo de germinar nuevos sentidos en palabras arraigadas. El paisaje y las
presencias ajenas juegan una vital importancia, de sutileza íntimamente
desarrollada. Como antesala, podemos leer una entrevista que Lima en Escena
realizó para ustedes.
Entrevista:
Ana Lucía Murillo Vargas
Giancarlo André Pedraza Ruiz
-¿En qué influenció su formación
en Literatura y en música en su poemario?
-Literatura y música parten de una
misma raíz. Así, puedo decir que lo poco que haya podido aprender sobre la
música ha sido siempre compatible con la literatura y, en específico, con la
poesía. Esta tiene también su propio ritmo, melodía y armonía. Además, la
música como mero hecho, aparición en la cotidianeidad, es una manifestación de
la poesía bajo otro lenguaje y, como tal, es a la vez destino y fuente. Con
esto último, estoy admitiendo que la música puede ser, en ciertos casos, eso
que nos lleva a escribir.
¿En qué basa la estructura, el
lenguaje y la sonoridad de sus poemas?
-Es difícil responder, pues al
escribir uno no suele tratar de diferenciar los niveles del todo. Sin embargo,
quizás con la estructura se trata de algo que llega antes del proceso de la
escritura. Cuando uno visualiza lo que va a escribir, ya se tiene en mente, en
alguna medida, la estructura, el esqueleto de lo que se va a verter en
palabras. Respecto al lenguaje y la sonoridad, pues diría que en la práctica
llegan a ser lo mismo, pues ambos están hechos de palabras.
-¿Cuáles son sus principales influencias?
-Escribir en el Perú y tener los
ojos medianamente abiertos implica darse cuenta que hay una inmensa tradición
de la cual uno no puede escapar o evitar «influenciarse». Al momento que
escribí Av. Palomo pienso que la presencia de la poesía peruana fue importante,
en particular la lectura de Jorge Eduardo Eielson. Sin embargo, a la distancia
creo que hay ecos de otros autores que el lector ya sabrá descubrir.
-¿Qué piensa de la poesía actual?
-Se escribe tanto que es muy
difícil tener una vista panorámica: no sé si por culpa de esta era globalizada
o porque el presente siempre es así, caótico e incierto. Leo poca poesía actual
—creo que en general «los de este lado» no leemos tanto lo último que sale;
mientras que los narradores, quizás porque hay un mercado editorial mucho más
activo, siempre andan tras lo último que saca Anagra—, pero en general pienso
que hay, como en todas las épocas, cosas que valen la pena y cosas que no.
Sobre la poesía peruana actual, creo que hay mucho talento escondido, más allá
de los nombres de siempre y a esa conclusión llego después de haber organizado
por años recitales e ir conociendo poco a poco lo que se escribe.
-¿Qué poetas admira?
-Admiro las obras de César Vallejo
y Martín Adán, y de muchos otros autores peruanos. Entre poetas de otras
tradiciones, puedo mencionar a San Juan de la Cruz, John Donne, Baudelaire,
Octavio Paz, Claudio Rodríguez, José Gorostiza, Antonio Gamoneda y, claro, ese
anónimo poema extenso, a veces épico, a veces lírico, que es la Biblia.
-¿Qué lugar crees que tiene la
poesía en la actualidad?
-Ninguno en el mundo oficial.
Evidentemente, la gente que escribe poesía no cumple un rol determinante como
en el mundo antiguo, cuando mito y verdad no estaban divorciados. Sin embargo,
tampoco se extingue y no tenemos evidencias que lo haya estado alguna vez.
Quizás la poesía sea tan inherente a nosotros como la duda o la ignorancia.
-¿Cómo construye sus personajes o
ambientes? ¿Toma elementos de la realidad o se basa más en reflexiones
abstractas?
-Parto de lo real y termino en lo
abstracto, lo cual es casi una tautología —partimos de los real porque estamos
vivos y tenemos que vivir, llegamos a la abstracción porque eso es la palabra—,
pero no por ello deja de ser menos verdadero. Ahora, hay diferentes
gradualidades y a veces uno se siente más cerca de un lado, a veces de otro.
Pero creo que al final el territorio de la palabra es la abstracción, no existe
la palabra «concreta».
-¿Qué tipo de poesía le desagrada?
-Me siento menos identificado con
la poesía que busca otros objetivos más allá
de la propia literatura, negando la importancia y el trabajo de la forma. Ese
último acápite es importante: en sus últimos años, Vallejo no creía en lo que
acabo de decir y por eso escribió, entre otras cosas, España aparta de mí este
cáliz, que no por ello deja de ser un poemario estupendo. Su obra cumbre del
experimentalismo formal, Trilce, no me parece superior a dicho texto.
-¿Es importante una formación
académica para la creación poética?
-Hay creadores académicos, Eliot o
Pound; creadores críticos, Poe o Baudelaire; y creadores «sin formación» (me
refiero a aspectos como el dominio perfecto de lenguas clásicas o extranjeras,
entre otros) como Shakespeare o Keats. La formación académica de un escritor es
un aspecto importante, más no indispensable, que cuando está presente puede
ampliar su gama de recursos literarios o su mundo interior. De hecho, la
importancia de la formación radica en poder establecer lazos con distintas
tradiciones, las cuales no serían accesibles de otro modo. Sin embargo, ciertos
autores, que no son particularmente «intelectuales», pero que están fuertemente
arraigados en una tradición y lengua propias, a las que añaden una profunda
intuición y empatía cultural —pienso en Arguedas o Lorca—, pueden establecer un
mundo interior rico y absolutamente universal, sin que nunca se extrañe la
presencia de la erudición académica.
-¿Cuál es su experiencia como
difusor de eventos y/o encuentros poéticos?
-Fui por tres años organizador del
ciclo de Recitales Ese Puerto Existe en San Marcos y otras universidades de
Lima. En unos meses estará saliendo una Muestra Poética que cubre justamente
los dos primeros años de esa experiencia. Es un trabajo pesado, pero
gratificante, que permite conocer de más de cerca la producción y recepción de
la poesía de parte, en este caso, de los estudiantes universitarios. Si bien no
es el campo en el que pienso desempeñarme con mayor fuerza en el futuro, es
innegable que la experiencia ha resultado muy enriquecedora.