Escribe:
Raúl Lizarzaburu
Sorpresivo
estreno en nuestro medio de Balada de un
hombre común (Inside Llewyn Davis, 2013),
lo último de los hermanos Joel y Ethan Coen, trabajando, como casi siempre, en
su faceta de codirectores y coguionistas al alimón (son además coeditores
aquí), y como tales ganaron el gran premio del jurado en Cannes el año pasado;
un galardón más para su vitrina, aunque esta vez no sabemos si hizo méritos.
La historia se ubica en el
neoyorquino y bohemio barrio de Greenwich Village en 1961: principios de los
sesenta, etapa de transición musical en Norteamérica con el rock’n roll, el
twist, y el folk, género que cultiva Llewyn Davis (Oscar Isaac), un joven e imaginario cantante que, tras formar un dúo con el que grabó
discos y haberse suicidado su compañero artístico, trata de abrirse paso como
solista en un durísimo y competitivo medio, aparte de no tener un lugar donde
dormir ni un abrigo para el crudo invierno de Nueva Inglaterra, mientras su
amiga embarazada probablemente de él (Carey Mulligan) y su hermana,
conservadora y prosaica (Jeanine
Serralles), lo llenan de insultos y lo tratan como poco menos
que un infradotado. Pero él resiste a pie firme y trata de dar a conocer su
arte.
Tenemos así el retrato del “loser”
presente en otros filmes de la dupla de cineastas de Minnesota. El peregrinar
de Llewyn por las disqueras, que lo lleva hasta Chicago, y sus peleas con el
sexo opuesto resultan tragicómicas. Otras secuencias, como su persecución al
gato del vecino, en las calles, el metro o incluso compartiendo leche en una
cafetería, rayan en el absurdo (el felino se llama Ulises, como en la Odisea
homérica, de la que ya hubo referencias en otro filme de los Coen, O brother, where are thou?). Uno de los
mejores segmentos, que le pone el toque de road-movie, es cuando aparece Roland
Turner (excelente John
Goodman, uno de los actores preferidos de la dupla), un jazzero verborreico,
arrogante y toxicómano, con quien viaja en auto y hace un tramo del camino
junto a su chofer Johnny Five (Garrett Hedlund).
Mientras
la velada de accidentado final en la que Llewyn se resiste a cantar para sus
vecinos guarda un somero aire a Woody Allen. Eso sí, quizá no haya sido muy
acertada la idea de designar a Isaac, actor de origen guatemalteco, en el rol
protagónico; la que está bien es la inglesa Mulligan. El reparto incluye a
Justin Timberlake como un cantante también folk, y F. Murray Abraham, un buen
actor a quien se ve poco, como un productor. Son interesantes también las
secuencias de grabaciones y sesiones en estudio. Ojo con el final en el pub y
su homenaje a Bob Dylan. Otro punto a favor, como corresponde, es su banda
sonora, y la fotografía de Bruno Delbonnel.
En
suma, Balada de un hombre común quizá
no está a la altura de lo mejor de los Coen, como por ejemplo De paseo a la muerte, Barton Fink o Sin lugar para los débiles. Pero se puede ver.
*Película en cartelera