sábado, 17 de diciembre de 2016

Gladys, la mujer que arrulla



Este 17 de diciembre en Cusco podrán apreciar a la pareja en concierto al lado de otros destacados artistas




No sabía si hacer una nota solo a la excelente cantautora Gladys Conde Camargo o una nota a la pareja musical que conforman ella y su esposo, el destacado guitarrista, Omar Vargas, me decidí por ella pues vive un momento especial en su vida, un momento en que nosotros podemos agradecerle su maravillosa voz y su don de palabras, y para los que estén mañana 17 de diciembre en Cusco podrán apreciar a la pareja en concierto al lado de otros destacados artistas. 

Creo que todo niño debe experimentar con la música; aprender a tocar básicamente un instrumento musical debería ser una materia escolar llevada con seriedad, vaya o no vaya a dedicarse el niño a la música, ya que ésta tiene el poder de expandir la mente, de formar una personalidad. Voy a precisar la importancia de mi planteamiento con una linda anécdota, mi padre vivía en un apartado pueblo de la sierra del país, era un niño más entre sus numerosos hermanos y primos hasta que empezó a tocar la quena con cierta destreza que en una oportunidad lo invitaron a una festividad en un pueblo vecino, adonde acudió con su madre, y esa invitación acabó con un almuerzo donde le agradecieron la visita, él vio sonreír a su madre clavándole la mirada orgullosa, esa fue la primera vez que se sintió una persona.

Gladys Conde Camargo, siendo niña también, empezó a manifestarse instrumentalmente con la quena: “Mi madre era muy afanosa en cubrir mis tiempos libres con arte, ella fue quien decidió que la quena era para mí, yo tenía 7 años y no la desdeñé, es que veía tan natural aprender ese instrumento porque no solo era mi cotidianidad musical tradicional si no porque, cada vez que, la hacía sonar, se daba una conversación de yo a yo, a solas, era tener mi propio espacio de equilibrio para redescubrir en lo íntimo aquellas memorias que hablan de ancestralidad. La quena no en vano es antigua, ella me permitió parir mis cantos en melodías y en letras, si bien nos hemos dado una pausa ya han pasado cinco años y ya estoy decidiendo retomarla para que esté presente en mi propuesta musical actual”.

Tras el sonido de la quena vino el ritmo de las palabras, Gladys, adolescente, empezó a escribir poesía: “La creación siempre ha estado latente en mi junto a una educación ortodoxa clerical que se funda en principios y valores que disfrazan al miedo, pero fuera y dentro de la educación hay canales de desfogues y transformaciones, le llaman arte, en plena secundaria había decido por lo poético, para gritar y dejar a mi mano derecha escribir todo aquello que mi mano izquierda sentía, contenía, lo que no pude alcanzar ser y hacer hasta ese entonces. Escribía en español pero ahora son las melodías que compongo las que llaman a sus propias palabras.
 
Siendo de ciudad, en la propuesta de Gladys, el quechua está presente, estando presente en su vivencia cotidiana pasó a ser parte de su propuesta artística: “En casa se hablaba estrictamente en español, pero mamá venía del campo, toda su expresión era quechua, su canto era en quechua, eso bastó para sostenerme con este idioma y decidí desde en el inicio de mi carrera musical cantar primero los huaynos para aprender y entender mejor el quechua. Ahora en su mayoría compongo en español, utilizo palabras y términos en quechua y tengo composiciones en quechua, porque no podría el español cubrir la intención semántica para hacerla profunda y sincera en todas las composiciones”.



En el 2005, se une al guitarrista Omar Vargas para hacer música, se fueron complementando, a pesar de sus gustos particulares, en dúo “para interpretar waynos, yaravíes y marineras, y posteriormente abocarnos a componer una nueva propuesta musical con estética local”.

Gladys Conde Camargo y Omar Vargas, en el 2011, dan a conocer el álbum “Zorrito Ramón”; en una entrevista anterior, Gladys contaba que en una zona del altiplano (y no solo ahí sino también en Lima, mis hermanos y yo pasamos por esa experiencia) cuando a un bebé lo acuestan para que duerma le ponen un pellejo de zorrito debajo de su cuerpo, le preguntamos por qué hacen ello y que simboliza la canción: “El zorrito es el guardián de las montañas y de las entidades antiguas que habitan en ella. Esta relación divina es una metáfora del vivir cotidiano, donde un pedazo de zorrito también te protege, protege a tu wawita para que descanse sin que ninguna entidad interrumpa el sueño, porque ese pedazo de él está despierto por ser nocturno será que nos contagia también su astucia en el sueño. Si compuse ‘Zorrito Ramón’ es por la representación dual de lo que le gusta y no gusta a la gente de él, si suele mantenerse callado comúnmente también emerge de él un aullar agudo como indicador de una buena producción de papá, conoce como curar las enfermedades según los mitos de Huarochirí, también asusta y preocupa cuando se come a una ovejita y casi siempre tiene una connotación maléfica en los cuentos que hablan de el y le hacen pagar sus culpas, de formas muy crueles. Respondo a todo esto, el planeta tierra es esa gran barriga de millones y millones de meses de gestación, no nos niega por tener pelos, escamas, plumas, por ladrar, rugir, gritar, por diminutos o gigantescos, porque al mismo tiempo somos padres madres e hijos y todos tenemos una razón de ser.

Entre totoras de un lago
esta la mama pintando
patitas rojas brillando
como wallatas saltando
dentro de un rato volando.

Ñañay turay turay ñañay
zorrito Ramón mirando.
Ñañay turay turay ñañay
cola dorada esperando.

Yo no le temo a la muerte
yo soy wallata alegre
el sol me pone en el cielo
para curar a los vientos
traídos de un monte erqe.

Ñañay turay turay ñañay
zorrito ramón mirando.
Ñañay turay turay ñañay
cola dorada es el viento.

A si la tarde tejiendo
nidito pallay queriendo
pajitas pelos y plumas
la mamá está arrullando
el fueguito que va hilando.

Ñañay turay turay ñañay
zorrito Ramón durmiendo
Ñañay turay turay ñañay
Cola dorada es el viento.

Que no se olviden de ellos
son muchos miedos pidiendo
entre el murmullo del cielo
cuelgan mantitas oliendo
aguas de leche y vientre.

Ñañay turay turay ñañay
zorrito Ramón mirando
Ñañay turay turay ñañay
cola dorada esperando”.



El siguiente disco de la pareja se titula “Intiwawacha” (2012), no me quedaba claro si había surgido del material usado por la pareja de artistas en un programa de estimulación musical para el bebé y su familia o si fue al revés, si hicieron ese disco para que lo usen en terapias padres-hijos, Gladys me contesta: “Desde la concepción recibimos estímulos que traspasan no solo los sonidos de mamá o papá, si no también es el paisaje sonoro natural, humano y rural que tallan músicas y que se codifican en nuestra identidad, cuando me tocó trabajar en cunas y jardines opté por recurrir al repertorio musical peruano para acercarme con un mismo lenguaje hacia los infantes y niños, como respuesta a esa otra cara que coge el sistema educativo, músicas infantiles comerciales que en su mayoría parametran el universo del niño bajo la obediencia al miedo o consignas de cómo actuar y hasta como sentir, esa era/es mi mayor preocupación, por ello me di la licencia de generar actividades lúdicas entorno a las tradiciones folclóricas dentro de un programa que he desarrollado para el acompañamiento musical temprano llamado “Intiwawacha” y luego ésta se resume en una producción discográfica, “Intiwawacha”, música para el arrullo porque el lugar donde nos ha tocado nacer y crecer tiene muchas nanas sonoras que no solo dan calma, te crían afectuosamente, y te dan el sostén que es la misma memoria equilibradora.

Gladys ha hecho del arrullo un aporte a la educación, al trabajo con infantes, queríamos saber lo que ello ha aportado a su propia persona: “Aproximarme a los bebes, a los niños, a las madres gestantes, con música, me ha regresado al pasado, desaprendiendo para ir reconociendo mis partes, porque cada niño es una semilla que llega para criarte, preparándote para no perder la calma, el respeto por las diferencias y para despertarte la intuición”.



Gladys Conde Camargo y Omar Vargas no hacen “música medicinal” pero cuando, ahora, escucho sus discos, siento que me reconforta, no sé si será por mi estado actual donde mi salud está deteriorada, dicen que la música, sana, cura, es bendita y siento que su música me acompaña con cariño, me ayuda a pasar esta etapa; para ti, Gladys, ¿qué es la música? le pregunto: “La música es la fuerza del agua pausada o torrentosa que en corriente se lleva las piedras de tu cuerpo pero también te deja otras, no para que te las quedes sino para que ablandes a tus contenedores, porque ella quiere fluir junto a ti”.

En el álbum “El vuelo de Katari” (2013) hay un acercamiento al flamenco, quería saber cómo fue que surgió ello en la trayectoria del dúo: “La confianza y la amistad con el guitarrista cusqueño Rafael Vargas, quien estudió flamenco, hizo permisible explorar sus conocimientos sobre mis composiciones que tienden a un canto libre, entonces se fue amalgamando a las escalas, al ritmo, al color que de por sí el flamenco tiene. Nos acercamos a imaginar cómo pudo la música europea, al llegar acá, adaptarse a una cotidianidad musical tan ajena a ella; de tanta persistencia, ambas músicas convivieron juntas sin perder lo que llevamos en esencia y así fue como resultó “El vuelo de Katari”.




Esa fusión, me lleva a pensar en la eterna discusión sobre el dilema o lo tradicional o las fusiones de nuestras músicas con sonoridades extranjeras, ¿cuál es tu opinión sobre esas fusiones? interrogo a Gladys: “Es COMPRENDER que somos una mixtura colectiva con símbolos de realidades que nos generaron y generan sentimientos, emociones y acciones por los procesos históricos y que hoy producen remesones personales y grupales con respuestas que se cristalizan en una gama de tendencias de músicas. Es natural que el humano quiera excavar en si mismo a partir de los sonidos que encuentra para ir recomponiendo su naturaleza y hacer giros extraños que lo lleven a un clima de estilo o identidad musical. Para muchos, lo extraño viene a ser lo propio y he ahí donde el término fusión alcanza a ubicar las nuevas propuestas, donde sus autores aun no le han podido dar un nombre genérico u dar una explicación fácil para el entendimiento de los que interrogan sobre lo que se está haciendo. La fusión es la naturaleza inquieta por saber a qué suena el movimiento del cambio constante de los grupos humanos que buscan un buen dialogo con otros de distintas latitudes”.

¿Qué planea la pareja para el 2017? ¿Se editará un nuevo disco de ella? ¡A enterarnos!: “Tenemos tres discos pendientes “Wanamey”, que es el árbol de la vida para la cultura Quero Wachiperi de la amazonia cusqueña, son nuevas composiciones personales que evocan las formas míticas de las culturas locales; “Quillawawacha”, que dará continuidad a los cantos de arrullos con músicas del repertorio tradicional y de algunos composiciones de músicos cusqueños, adaptadas para la crianza de bebes y niños, y un último disco, “Ñaupa”, que será a voz solista, un discurso musical vocal donde recurro a las onomatopeyas y a las posibilidades sonoras que tiene la voz para transmitir ese misterio que origina la vida. Y, claro, se vienen más conciertos que iremos difundiéndolo por los medios de comunicación”. Agregamos, que pronto deseamos verlos en Lima para dejarnos arrullar por el canto, la música y las palabras de este dúo artístico que constituye una de las propuestas más interesantes del Perú.

DATO:
 El concierto “Samay, canto de vida” se realizará el sábado 17 de diciembre en Cusco


Wili Jiménez Torres
Co-Fundador y Director de ¡VUNP! ¡Vale un Perú y miembro de Rock Achorao’, colectivo de gestores culturales en música.
Fotos: Cortesía de Gladys Conde Camargo y Omar Vargas.