Por: Indira Páez (Dramaturga venezolana).- Hace unos diez años escribí un artículo llamado “Trabajo de Machos”,dedicado a un escritor medio misógino que decía que “eso de escribir telenovelas” era tan, pero tan fuerte, que sólo los hombres podían hacerlo. Yo, que para aquel momento era más feminista aún de lo que soy hoy, me indigné tanto que le dediqué sus buenas cuatro cuartillas de puritita indignación pública en El Mundo (diario venezolano de gran circulación) sacándole una lista de todas las diosas del teleteatro, de Delia Fiallo pa’bajo.
Hoy, que estoy menos joven (por no decir más vieja y ver el vaso medio vacío y todas esas cosas), debo confesar que… estoy de acuerdo con él.
Al menos en una cosa: es un trabajo fuerte. ¡Uf! Sí. Escribir telenovelas, trabajar en una oficina como asistente administrativa, pintar uñas, mantener un blog, poner inyecciones, limpiar casas o descubrir la radiación… cualquier trabajo es fuerte cuando además de tener que estar pendiente de reportar, entregar, cumplir con horarios, cuotas, páginas, líneas, clientes atendidos o cantidad de uñas pintadas, una debe llegar a la casa a preparar loncheras, revisar tareas, resolver problemas de matemáticas o de corazones rotos, pagar facturas por internet, y encima echarse cremas y plancharse el pelo para estar, al día siguiente, fresca y radiante cual lechuga hidropónica.
O sea. Ese trabajo tan pero tan fuerte, lo hacemos las mujeres todos los días. Y cual piropo, nos decimos las unas a las otras: “Chica, tú eres una macha”. Y yo me digo… ¿cómo es eso? Yo nunca he visto a un hombre haciendo más de dos cosas a la vez (que me perdonen, los adoro, no es nada personal, cada quien tiene lo suyo y vamos a estar claritos que esto no es más que la verdad y okey, fin del disclaimer). No he visto al primer “macho” actuando en pensamiento, palabra, obra y omisión mientras planifican las actividades de verano del menorcito y la pinta de graduación de la mayor.
Me imagino que los habrá, claro. Pero así como para decir que un mujer que hace mil cosas, que es autosuficiente, independiente, multifunctional y autolimpiante es una “Macha”… como que no. Mal ganado el adjetivo. Yo diría más bien, que todo trabajo fuerte, es de “hembra”. Que un hombre echado pa’lante es todo un “hembro”… que se equipara a nosotras, animales capaces de prestar nuestro cuerpo durante nueve meses a una criatura inquilina que encima viene al mundo a través de nuestra entrepierna, en medio de un esfuerzo insospechado que no sólo nos causa placer, sino que lo repetimos. Na’ Guará. Somos unas “hembronas”. Así que… de ahora en adelante, cada vez que vea a un hombre manejando maquinaria pesada… o cambiándole el pañal a un bebé, le voy a decir, muy orgullosa: Te felicito. Estás haciendo trabajo de hembra.
Hoy, que estoy menos joven (por no decir más vieja y ver el vaso medio vacío y todas esas cosas), debo confesar que… estoy de acuerdo con él.
Al menos en una cosa: es un trabajo fuerte. ¡Uf! Sí. Escribir telenovelas, trabajar en una oficina como asistente administrativa, pintar uñas, mantener un blog, poner inyecciones, limpiar casas o descubrir la radiación… cualquier trabajo es fuerte cuando además de tener que estar pendiente de reportar, entregar, cumplir con horarios, cuotas, páginas, líneas, clientes atendidos o cantidad de uñas pintadas, una debe llegar a la casa a preparar loncheras, revisar tareas, resolver problemas de matemáticas o de corazones rotos, pagar facturas por internet, y encima echarse cremas y plancharse el pelo para estar, al día siguiente, fresca y radiante cual lechuga hidropónica.
O sea. Ese trabajo tan pero tan fuerte, lo hacemos las mujeres todos los días. Y cual piropo, nos decimos las unas a las otras: “Chica, tú eres una macha”. Y yo me digo… ¿cómo es eso? Yo nunca he visto a un hombre haciendo más de dos cosas a la vez (que me perdonen, los adoro, no es nada personal, cada quien tiene lo suyo y vamos a estar claritos que esto no es más que la verdad y okey, fin del disclaimer). No he visto al primer “macho” actuando en pensamiento, palabra, obra y omisión mientras planifican las actividades de verano del menorcito y la pinta de graduación de la mayor.
Me imagino que los habrá, claro. Pero así como para decir que un mujer que hace mil cosas, que es autosuficiente, independiente, multifunctional y autolimpiante es una “Macha”… como que no. Mal ganado el adjetivo. Yo diría más bien, que todo trabajo fuerte, es de “hembra”. Que un hombre echado pa’lante es todo un “hembro”… que se equipara a nosotras, animales capaces de prestar nuestro cuerpo durante nueve meses a una criatura inquilina que encima viene al mundo a través de nuestra entrepierna, en medio de un esfuerzo insospechado que no sólo nos causa placer, sino que lo repetimos. Na’ Guará. Somos unas “hembronas”. Así que… de ahora en adelante, cada vez que vea a un hombre manejando maquinaria pesada… o cambiándole el pañal a un bebé, le voy a decir, muy orgullosa: Te felicito. Estás haciendo trabajo de hembra.