domingo, 6 de mayo de 2012

Vengador anónimo (Crítica)

Un buen actor como Nicolas Cage, cuya carrera parecía  venida a menos demuestra en este film que mantiene su eficacia
Por: Raúl Lizarzaburu

Oriundo de Australia, la trayectoria de Roger Donaldson (n. Ballarat, Victoria, 1945) como director en su país y en Hollywood ha sido más bien irregular. Tiene trabajos de interés como el thriller Sin salida (con Kevin Costner y Gene Hackman), el filme-catástrofe Dante’s Peak o El gran golpe, con Jason Statham, y otros fallidos como Cocktail (que sin embargo lanzó el exitoso tema Kokomo, de Beach Boys), el policial Arenas blancas o El novato, que debe ser uno de los peores filmes con Al Pacino.


El que comentamos se ha estrenado en Lima como Vengador anónimo (Seeking justice, 2011); no hay parentesco con Death wish, la serie de películas con Charles Bronson), título que lo aleja de su contexto real. El guión de Robert Tannen, basado en una historia del propio Tannen y Todd Hickey, tiene como protagonista a Will Gerard (Nicolas Cage), respetado profesor de literatura en una escuela secundaria de Nueva Orleans, que vive una apacible vida con Laura, su esposa concertista de cello (la guapa January Jones), hasta que ella es víctima de un brutal ataque sexual que la deja desfigurada al salir de un ensayo, pero por fortuna sobrevive a la agresión. En la sala de espera del hospital, mientras vela por su mujer, Will es abordado por un misterioso sujeto que se hace llamar Simon (Guy Pearce, con la cabeza rapada), dice pertenecer a una especie de escuadrón de la muerte que actúa ante la inoperatividad de la policía y le ofrece acabar con el causante de su desgracia pero con algunas condiciones, y eso significa su ruina: meses después comenzarán a llamarlo a donde esté, a pedirle bajo amenazas que haga trabajos (léase cometer asesinatos) para ellos, pese a que él carece del mínimo instinto criminal, lo cual además le trae problemas dentro y fuera de la ley y lo convierte en un fugitivo, sin saber en quién confiar ni quién lo va a traicionar (sin excluir a sus amigos) y topándose con quien menos lo espera como parte de la organización, que tiene hombres siguiéndolo por todos lados.



En la segunda mitad se ven los mejores momentos del filme, con secuencias de balas, peleas y persecuciones a pie y en auto (sobre todo aquella, vertiginosa, del puente sobre la autopista), si bien cae en inevitables clichés y en algunas escenas se puede discutir, por ejemplo, la facilidad con que el personaje entra a la redacción de un periódico. El final tiene un toque de humor, luego de lo que asomaba como un desenlace previsible y de fórmula. Un buen actor como Cage, cuya carrera –salvo Enemigo interno de Herzog– parecía algo venida a menos de un tiempo a esta parte, demuestra que mantiene su eficacia y aquí hace contrapunto con Guy Pearce. Otra actuación secundaria interesante es la de Xander Berkeley como el teniente de policía que se las sabe todas. Y pese a lo engañoso de su título en Lima, este Vengador anónimo es un ejercicio aceptable de suspenso y acción sin complicaciones.