Escribe: Raúl Lizarzaburu
Oriundo de Londres, donde integró alguna vez el equipo nacional inglés de buceo, y desde hace ya varios años afincado en Hollywood, Jason Statham es un actor que prácticamente desde sus inicios se ha identificado con el género de acción, en algunos casos con toques de humor (Snatch: cerdos y diamantes; Juegos, armas y dos trampas humeantes; Crank: muerte anunciada) y en otros con eficacia como en El transportador (sobre todo la primera), Los Indestructibles o El especialista, buen remake de Asesino a precio fijo, el filme con Charles Bronson.
Pues bien, ahora está en su salsa con el largo que nos ocupa, El código del miedo (Safe, 2012), dirigido y escrito por Boaz Yakin (el de Remember the Titans, con Denzel Washington como un entrenador de fútbol americano), que incursiona en el género. La trama inicialmente narra dos historias paralelas. Por un lado vemos a Mei (la debutante Catherine Chan), una niña prodigio china sacada con malas artes de su país, para llevarla a Nueva York con una finalidad: ella, un genio en matemáticas, sabe de memoria un código secreto que permitiría abrir una caja de seguridad (de ahí el título original) con US$ 30 millones en su interior, y además la mafia oriental (por ahí vemos al inacabable James Hong) quiere aprovechar sus habilidades para sus negocios sucios.
Luego vemos a Luke Wright (Statham), ex policía caído en desgracia que ha terminado en peleas clandestinas, pero moler a golpes a un paquete por el que la mafia rusa había jugado todas sus fichas significará su ruina, y toca más fondo aún cuando matan a su esposa, hecho que lo lleva a recorrer sin rumbo las calles e incluso pensar quitarse la vida. Cuando la chinita se escapa en un descuido de sus captores, el destino hace que el antihéroe se cruce con la niña en el metro, se despache a los matones que la persiguen y se convierta en su protector, aunque tenga que enfrentarse no solo a bandas criminales de alto vuelo sino también a autoridades corruptas, tanto de la policía como del gobierno (Chris Sarandon es el alcalde).
Entonces la adrenalina va en aumento con sus respectivas dosis de persecuciones en auto, balaceras (una espectacular es la del casino chino), peleas cuerpo a cuerpo, por lo general bien hechas. Pero no puede evitar caer en clichés, sobre todo en su última media hora, en que la historia termina por agotarse (pese a su final sorpresivo) y algunos momentos nos recuerdan no solo a otros trabajos del propio Statham sino incluso a personajes de Bruce Willis: aparte del parecido físico, pensamos en los comentarios cachosos del oficial McClane o en el boxeador Butch Coolidge de Pulp Fiction, cuya cabeza es pedida por no dejarse ganar en una pelea. Con todo, tiene a su favor que la acción no decae en ningún momento, y El código del miedo no es una mala opción para seguidores del cine de acción sin complicaciones y en particular de este actor convertido en figura del género como Jason Statham. Y pronto repetirá el plato con la secuela de Los Indestructibles.