Escribe: Raúl Lizarzaburu
Dos filmes de distintas vertientes de ciencia ficción, de reciente data y
buena factura, han coincidido en nuestra cartelera. Uno tiene un tono
posapocalíptico, más dramático, y el otro más ligero aunque no por ello menos
elaborado (y violento). Otra coincidencia es que ambos se pueden ver en en 3-D.
Se trata de El planeta de los simios: Confrontación (Dawn of the Planet of the
Apes, 2014), dirigida por Matt Reeves, y Guardianes de la galaxia (Guardians of
the Galaxy, 2014), del director y guionista James Gunn.
Primates en guerra
En 2011, con El planeta de los simios: (R)evolución, el director Rupert
Wyatt recreaba, con sorprendentes resultados –y ayuda de la tecnología actual,
claro– el legendario filme de nombre similar que protagonizara Charlton Heston
en 1969, basado en la novela de Pierre Boulle, y del que habría varias
secuelas. El planeta de los simios: Confrontación, con guión de Mark Bomback,
Rick Jaffa y Amanda Silver, continúa la historia de esta nueva serie.
El inicio nos sitúa en el contexto: un mortal virus ha diezmado la
población de seres humanos en el planeta, y a la par los simios han
evolucionado y prevalecido sobre ellos. El encuentro con un puñado de
sobrevivientes de la plaga en el bosque, encabezados por Malcolm (Jason
Clarke), siembra el caos. Su líder, César (el ‘Gollum’ Andy Serkis), está llano
a una convivencia pacífica con ellos, pero otro primate más belicoso, Koba –uno
de los sobrenombres de Stalin–, prefiere la guerra con los hombres –de estos,
Dreyfus (Gary Oldman) no se opone a exterminarlos– y ello genera una disputa de
poder.
Si el de hace tres años era un buen filme, este es quizá mejor. Sus más de
dos horas de duración no se sienten, y el curso que va tomando la historia va
de la mano con una impecable factura técnica: efectos visuales, música, diseño
de producción, con secuencias espectaculares como la batalla nocturna, la
destrucción de la torre o el enfrentamiento entre los simios. El final da pie a un tercer episodio. Si se mantiene el nivel, es
bienvenido.
Locura espacial
Guardianes de la galaxia se suma a la larga lista de tiras cómicas creadas
por la Marvel (Thor, Hulk, Capitán América, El Hombre Araña et al) que llegan a
la pantalla grande en imagen real. La historia se inicia en los años ochenta,
con un niño acompañando a su madre en los momentos de agonía de esta, para que
luego él sea llevado al espacio en una nave.
Diecisiete años después, vemos al
protagonista, Quill, cuando adulto (entonces lo interpreta Chris Pratt) en otro
planeta, escuchando música despreocupadamente música en un walkman (buena banda
sonora pop) hasta que se convierte en una presa codiciada para mercenarios
debido a una misteriosa esfera, que encierra enorme energía en su interior, y
que le robó al villano Ronan (Lee Pace). Así que pronto se ve perseguido por el
avispado mapache Rocker, que se roba la película (voz de Bradley Cooper) y su
ayudante un hombre-árbol que se la pasa diciendo “yo soy Groot” (voz de Vin
Diesel); Gamora, una vampira extraterrestre (Zoe Saldana, que en ‘Avatar’ era
azul y aquí es verde); y el forzudo Drax (Dave Bautista). Todos se encuentran
en prisión pero pronto se unen con el mismo fin: enfrentar a Ronan y apelar a
todo para impedir que lleve a cabo sus planes.
Tenemos aquí una aventura espacial inevitablemente tributaria de Star Wars,
pero con una mayor e inusitada cuota de divertimento, de humor, con buenos
resultados. Los coloridos efectos visuales (en 3-D además) hacen su parte. Un
irreconocible Benicio del Toro (con un look a lo Billy Idol) y Glenn Close
aparecen en papeles secundarios. Distintos entre sí, tenemos de este modo dos buenos ejercicios de cine
fantástico.