Original velada poética permitió que cada poeta participante realice la lectura de dos de sus poemas y uno de su compañera presente
Con ocasión de las celebraciones por el mes de la mujer, hace unos días, la poeta, gestora y activista cultural Becky Urbina y su portal de difusión de poesía contemporánea La vida es cierta, organizaron la velada literaria “Trenza. Tu poema en mi voz”, jornada poética en donde se dieron cita las autoras Alessandra Tenorio, Gloria Portugal, Karina Valcárcel, Juliane Angeles, July Solís, Becky Urbina, Teresa Cabrera y Victoria Guerrero, quienes como una manera de entrelazar sus diversas voces líricas al estilo de una trenza, realizaron la lectura de dos poemas de su autoría y uno de una de las autoras presentes. Justamente de aquella celebración poética les ofrecemos el siguiente especial.
Alessandra Tenorio
Para José Watanabe
Pepe, para mí el amor también es un bloque de hielo
derritiéndose entre mis manos.
He seguido tu consejo, he amado rápido,
corriendo con la potencia de un tren-bala
para alcanzar todas las estaciones.
Te confieso un secreto:
Tengo miedo de los días de sol.
Hacen que mi corazón se agite con la
potencia de un campo lleno de tulipanes.
Siempre recuerdo tu consejo:
“No se puede amar lo que tan rápido fuga”.
Amar rápido es bello, pero puede ser perverso.
Entonces, Pepe, ¿estaré condenada
a perder todos los trenes?, ¿a extraviarme
sola en campos de flores amarillas?
Porque para mí, el amor ha sido siempre esta
carrera en la que nadie puede seguirme.
Amo rápido, y por eso me encuentro presa
de la ingenua alegría de los maratonistas que
llegan sin compañía a la meta.
Amar rápido puede ser perverso, Pepe,
pero no conozco otra forma de
enfrentarme a la vida yo también.
Trenzó con Juliane Ángeles Hernández y su poema “Te nombro”
Digo que eres amor
porque tu amor es suficiente
en mi cuerpo libre
en mis entrañas gástricas
irremediables y ruidosas
como el tránsito de Lima.
Digo que eres amor
porque tu amor me deja libre
anfibia como un pez
ondulada como una serpiente
para quedarme contigo, a la primera
como hacen los pingüinos.
Digo que eres amor
porque te he guardado así.
Juliane Angeles Hernández
Poema perdido (Inédito)
He rescatado algunas palabras que mi poesía perdió en batalla:
acompáñame felicidad primavera
Ahora sé que una niña
no se hace mujer fuerte
solo con palabras fuertes
mi voz ha de hacerse tos
mi tos ha de hacerse poesía
¿Cuántas palabras han de habérseme caído
antes de escribir felicidad por primera vez en un poema?
Trenzó con Karina Valcárcel y su poema “Genuflexión”
Abrirán tu corazón con una piedra,
eso no tendrá nada de raro
lo peculiar del asunto
estará
en la redondez del objeto
con el que crearán el surco/ la llave esférica de una puerta que no existe
pero que fuerzan
y la que allanan
en la pampa dura de tu pecho.
Abrirán tu corazón
y dejarán entrar a todos los soldados
sedientos, secarán de dulzura
tu aorta,
escupirán el agrio bagazo
45 en los pisos ventriculares,
orinarán y reirán y serán idiotas pero felices
abrirán tu corazón
con esa grata y boba expectativa que generan los estrenos
y tu corazón
no será otra cosa que una piedra más,
redonda/como aquella con la que forzaron la entrada
y el roce
producirá
la habitual chispa
o una luz
o una llama
o un incendio
o un desastre natural
e incontrolable.
Karina Valcárcel
Margaritas
Ocho Margaritas Presidente son mejores que doce botellas de cerveza. El
Margarita te embriaga con gracia, sin embotamiento y sin tristeza somnífera.
La sal petrificada en el borde de la copa y la moneda de limón picado son distractores eficaces para contar una historia de dolor sin derramar
una sola lágrima.
Por la mañana eres una niña que domina el arte de saltar sogas y rayuelas,
no importa que sea sábado, que luego vendrá el domingo, el lunes y
el resto de la semana. El resto de la vida. Todo es una margarita que se
deshoja y nos deja calvos de respuestas. No importa si te quiere o no te
quiere porque los juegos que condicionan el amor a opciones bivalentes
son una pérdida de tiempo y energía.
No importa si fuiste como todos, un insecto atraído por la luz de un
mediocre foco esperando sea el sol más abrasador, igual tu destino era
morir chamuscado por una alegría que se acaba.
Si la teoría empedocleana reinterpretada por Ribeyro dice que prendemos
cigarrillos para estar en contacto con el fuego, ahora —pienso yo—
que la única forma verdadera de experimentar la fusión totalizadora con
el elemento más peligroso es indudablemente enamorarse. Así hemos de
vivir siempre, caminando derechito hacia la boca del volcán. Algunos
lo haremos con la esperanza de que ese cráter que expele fumarolas sea
en verdad aquel camino maravilloso hacia el centro de la tierra, por más
duro que sea el tránsito, por más que al principio queramos retroceder.
Recuerda que al final estarán los dinosaurios y otras tierras novedosas
soñadas por Verne, donde quizá manen de los tallos de las flores deliciosas
cantidades de Margarita Presidente.
Trenzó con July Solís Mendoza y su poema “Mercado”
Y dar el pescado sin las branquias
cortar la cabeza
o quitar el espinazo donde sujetarnos
sería una pena más
El dolor descargándose en las alas muertas
y en la balanza tramposa
las patitas estiradas
alcanzando su última madrugada
Pagar un precio justo es el gran dilema:
todos los animales gritando en tu monedero
y ese sol cincuenta que regresa a casa
se avergüenza en sus dos caras de tu huida
¿Alguna vez alguien pagará esta voz que sobrevive?
este nervio mordido que tragaste
esta sangre estancada en tu mal aliento
o estos huesos que entierran los perros.
July Solís Mendoza
Oficio
Cojo un papel
y empiezo a rebanar la carne
soy yo quien bifurca los dedos
escogiendo gramo a gramo
una célula madre una célula hija
arteria henchida para un solo golpe
¡Saz!
Desenvainar el cuerpo/ filetearlo
quitarnos las plumas que de nada nos sirven
más que para limpiar las blancas baldosas
en la espera del buen precio
Y todavía pienso en mi entrepierna
o menudencias donde cercenar (me)
Es necesario
que todo salga de las tripas
ya que este oficio demanda
mucha sangre
sí, mucha sangre
Pero no desesperes
soy yo quien bifurca los dedos
y rebana la carne
Mañana
¿Quién llenará esta hambrienta hoja?
Trenzó con Gloria Portugal y su poema “Mañana”
Mañana será un día distinto
me levantaré con el canto de los gallos
abrazaré a mis hijos
saludaré a mis vecinos
iré a correr
comeré sano
regaré las plantas
miraré al cielo
iré en micro al trabajo no en taxi
llamaré a mi madre
escribiré esa carta
haré las paces con mi hermano
no olvidaré decirle a mi esposo cuánto lo quiero
Pero si mañana es otro día corriente y anodino
escribiré otro poema
y postergaré todo de nuevo
Gloria Portugal
Volveré mañana (Inédito)
El sol
siempre puntual como la decrepitud
o un tiburón
nos deja en tinieblas.
El ocaso
es un viejo día que expira
en brazos del gran mar
o de un humilde cerro.
Pero el sol no muere,
solo se marcha lánguidamente
y en las rojizas nubes del crepúsculo
parece dejar escrita una promesa
que jamás incumple:
“Volveré mañana”.
Trenzó con Rebeca Urbina y su poema “Parque Kennedy”
Leía a solas en una banca del parque y sentí que alguien se acercaba.
Apenas levanté la mirada, ya estaba a mi lado.
Un gato con larga cola a rayas y mirada desafiante.
Había muchas personas en el parque leyendo, dibujando, riendo, pero me eligió a mí.
Había muchos gatos en el parque, retozando, durmiendo, maullando, pero entre todos
lo escogería a él.
Los primeros minutos se mostró receloso, daba pequeños pasos por la banca, ojeaba mi libro como si no le interesara, se erizaba en señal de alerta.
Poco después empezó a acurrucarse en mis piernas, a lamer mis codos y hasta a rascarse con desesperación, tirándome encima sus pulgas. No lo regañé, si aceptaba sus ojos hipnotizantes, también aceptaba sus plagas.
Intercalaba la lectura de mi libro con los planes a corto plazo: Cómo convencería a mi madre para que lo acepte en casa, en qué parte de mi cuarto podría dormir, si le gustaría más la leche entera o la descremada.
De pronto sentí frío y volteé a acariciarlo. El bellaco ya no estaba ahí. Me había abandonado con imperceptible frialdad. A lo lejos lo vi contornearse seduciendo
a su próxima víctima.
Veleidosos son los gatos y sus apegos, pero siempre habrá suficientes en el parque.
Becky Urbina
Borrón y cuenta nueva
La primera vez que me llamaste inútil
tuve que contar ovejas para poder quedar dormida.
Reinicié la cuenta tres veces como buena para nada.
Las ovejas se burlaban de mí al son de sus balidos.
La inútil del ojo morado. La inútil de la nariz roja.
La inútil que tartamudea hasta al contar en la mente.
La oveja número 576, cansada de reír, me dejó acariciar su lana
y soñé con ella brincando en la sala mientras yo recogía sus pelusas.
La segunda vez que me llamaste inútil,
tuve que contarle al padre que pequé
de malos pensamientos. A veces es difícil
mantener la mente limpia con la cabeza rota.
Dieciséis padrenuestros y veinte avemarías
me bastaron para redimirme y quedar dormida.
Soñé con un frasco de lejía
derramándose en el piso mientras
yo intentaba secarlo.
La última vez que me llamaste inútil
tuve que contar aviones con los ojos cerrados.
Bastaron diecinueve para lograr abrir el ojo izquierdo.
Veintiséis para respirar por la nariz. Treinta y siete
para abordar. Mi vuelo es el 2579. Empiezo a contar nubes.
Ya habrá tiempo para soñar.
Trenzó con Teresa Cabrera y su poema “edificios”
para no perder el equilibrio resopla
y mueve la cabeza de un lado a otro deslizando
algunas mechas de pelo
sobre cabezas hombros caras aturdidas
de sueño de gula
de una tarde de calor húmedo hollín
hacia la calle
ve las sucias rendijas las ventanas de aluminio
los edificios los ve terminados y
sueña con la mayólica de un baño reluciente, blanco
sueña con toallas esponjosas y un niño mimado
| bien alimentado que le sonríe
sueña con un estante alto lleno de recuerdos de viajes
de los que volverá melancólica algo subida de peso
con la conciencia de haber engañado a su marido
hará sonar el llavero
el cobrador la despierta del ensueño
para no perder el equilibrio o la razón
la chica sonríe aprieta contra su cuerpo sus libros
su paquete su táper envuelto en una bolsa de plástico
y abre la ventana
y el olor de su pelo lavado nos inunda
nos atrae hacia el sueño
los obreros sentados en el pasto bostezan
| escarban sus mochilas
pero ella no les sonríe
cuando se vaya a vivir al edificio
no habrá pica pica serpentinas ni los hijos de los vecinos
correrán dentro de la casa ni vendrá la parentela
ni habrá flores pudriéndose en una botella de plástico
| verde en el umbral
al tercer día
no se sellará la tarde
con el convite de los animales sacrificados
y el olor glorioso del cemento
se habrá desvanecido con esos hombres
por los que ella siente pena
se levantan todas las mañanas
para construirle este edificio
y ponen la radio escupen sudan gritan
ella los observa
y decide llevarlos a su sueño
para que sean limpios amables discretos
y aprieten botones en un tablero
limpien los pisos día y noche con paños
día y noche para que la defiendan
de la arena debajo de la puerta se deshagan
de la ruma de ladrillos que la espera
para que la defiendan de las galoneras
que las vecinas recortan y rellenan con flores
al menos un hombre fuerte animoso
que derribe esa casa inacabable
que la espere porque ha cruzado la ciudad entera
que la desvíe del camino
de la ruma de ladrillos
el alambre el cable el plástico el pozo
oscuro el último paradero
lejos
los edificios nuevos
el sueño
la ciudad.
Teresa Cabrera
de este sueño no pude obtener ni un hilo de idioma
solo un desorden de los órganos del habla
palabras sin lenguaje
en el sueño hay un médico
que cree que sus libros hablarán a través de mi cuerpo
lo mismo un funcionario
en el formulario debía marcar
qué partes de mi cuerpo no pertenecen al Estado
y la palabra, esa enfermedad que me han contagiado
en el mandato de solo consumir frutas y verduras bellas
está el veneno de tu tiempo
una fruta que/te pregunta qué clase de monstruo es la belleza.
Trenzó con Victoria Guerrero y su poema “3-02”
Cogí la cabellera y la coloqué sobre la cabeza de una muñeca antigua
Mi hermana me veía hacer estas cosas No me decía nada
Solo me miraba piadosamente
Pobre infeliz –decía la cabeza
La cabeza calva
La cabeza clava
La cabeza clara
La cabeza noche
La cabeza oscura
La cabeza peluda
La cabeza abierta al mundo
La cabeza sujeta en la palma de mi mano
La cabeza hermana
La cabeza madre
La cabeza hija
La cabeza niña
La cabeza luna
La cabeza sol
La cabeza estrella
La cabeza planeta perdido en los hilos de dios
La cabeza galaxia del firmamento
La cabeza rapada
La cabeza rajada
La cabeza mutilada
La cabeza ojo de dios
La cabeza mi corazón
El corazón de la cabeza
El ojo del corazón de la cabeza de mi hermana
La hermana de la cabeza del corazón de mi madre
Hija Hija Hija
Ebria anda la cabeza
Ebria va y se divierte
Se envuelve en risas y llanto
Oh los lagrimosos cabellos se tienden en el zócalo
Se crispan buscando su raíz
¿Por qué nos arrojaste a un tacho de basura?
Victoria Guerrero Peirano
La casa roja
La casa roja es un poema:
Tuve un esposo que se fue a la guerra
Trajo cosas de ella
Cosas antiguas de un saqueo
Entre ellas un libro de Anna
Anna Ajmátova
Todo estaba en ruso
Él sabía ruso
Era la época
Todos querían estar en la guerrilla
Escribir poemas
Hacer una película Irse a Moscú
Yo no hice ninguno
Bueno a veces escribía poemas
Pero me fui a los Estados Unidos
A Nueva Inglaterra
Con gran culpa después de todo
En las calles de mi juventud
Las paredes decían “Yankees go home”
Esa era la consigna
El inglés machacado a la fuerza
El francés fue mi lengua
El uniforme gris de escuela mi traje de batalla
Y los sueños de la Comuna mi bandera
No hice la guerra
Ni aprendí ruso ni llegué a Moscú
Pero leí a Anna Ajmátova
Hablaban francés en San Petersburgo
Ciudad de derroche y refinamiento
Allí empezó la revolución
Allí me perdí con Roxana en la estación del metro
En camino a la casa de Dostoievski
(El alfabeto cirílico me mareaba)
La familia de Anna fue perseguida
Asesinado su esposo
Se pasaba horas al pie de la cárcel
Para visitar a su hijo en Leningrado
Igual le pasó a Marina
Marina Tsvietáieva
Los hijos muertos
El esposo deportado
Yo escribo ahora después de un siglo
La poesía ha muerto
Mi esposo ha muerto
Y la casa roja está llena de cosas
Objetos de vida & poesía
Mi inglés es absurdo
Y los dueños del mundo ya no nos temen
Trenzó con Alessandra Tenorio y su poema “Retrato” (Casa)
Mi madre deshoja la lechuga
inocente al paso de los días.
Mi papá lee el periódico
buscando buenas nuevas
y mi casa es un pequeño bunker
Ccontra bombas.
Con demasiados espejos mentirosos.
Con secretos bajo las losetas.
Mi casa es un altar para las almas
(por eso me persigno en las iglesias).
Mi abuelo tiene 99 años
ahora duerme
pero es un ciclón arrasa cosas.
Mi hermano ha crecido mucho
y es demasiado inteligente.
Mi casa,
donde siempre hay amigos y café
donde las paredes tienen micrófonos y audífonos
donde poner llave a la puerta es un pecado.
Mi casa,
D onde se escribe mi vida
en los espacios blancos.
Es tan chica
tan grande
y tan chica de nuevo
que puedo quedar atrapada
entre sus cuartos.
Y yo,
que a veces soy una sombra
encendiendo luces
para llegar a algún lado.